Dolores de mamá

Cuando nos volvemos mamás no tenemos idea de lo que se nos viene. Eso que pensamos como «maternidad» no se compara ni un poquito a la realidad. Y es que no todas las cosas son como nos las cuentas, en realidad, creo que no todo se cuenta cuando a «ser mamá» se refiere.

Nadie nos prepara para ese golpe fuertísimo que es el salir de la clínica para enfrentarnos «solas» a ese maravilloso ser que salió de nosotras. Y es increíble pensar todo el amor que una puede sentir por una persona tan pequeñita y a nuestros ojos lo más indefenso que existe. Es nuestra responsabilidad y lógicamente, todo nos abruma de golpe. En casa no hay enfermeras que nos ayuden a calmar los llantos, a darles de comer de la manera tan «simple» como se ve, a sacarles el chanchito perfecto y cambiarles el pañal como si fuera un baile divertido.

Igual que eso, nadie nos advierte que los bebes lloran. Y es que es su lenguaje desde que nacen. No saben hablar y por ello solo lloran por hambre, lloran por frío o calor, lloran por sueño, lloran por estar sucios o lloran por incomodidad. Además de todo eso, lloran cuando tienen ganas. Esas fotos de bebitos felices y «tranquilos» durmiendo en cama de sus papás, no es que sea «la familia perfecta» con el «bebé perfecto» que solo se ríe y come feliz, es que son esos momentos perfectos que MERECEN la pena ser plasmados en una foto. Nunca se ha visto una foto de una mamá desesperada tratando de calmar a su bebito que llora hasta ponerse rojo. No! Porque no son cosas que uno ama. Son momentos difíciles a los que tenemos que enfrentarnos alguna vez en la vida. A parte, no todos los bebes son iguales. Y yo puedo dar fe de eso, mientras mi bebito lloraba como si lo aniquilaran en cada cambio de pañal, mi bebita era la más feliz del mundo. Y lo peor que podemos hacer es comparar, porque no son iguales. Cada uno es un mundo y solo nos toca aceptar. Pero eso sí, para una mamá nunca habrá una última mecida para calmar a tu bebé. Siempre habrán ganas.

Tampoco nadie nos prepara para el difícil tema de «la lactancia». Todo es perfecto y una piensa en las miles de bolsas de leche congelada que tendrá en la refri porque sera una real vaca lechera. Y de pronto, al intentar darle teta y no es para nada suficiente. Y es que por más que visualicemos y seamos las más positivas del mundo, a veces a quienes nos toca escasez, nos toca. Solo nos queda aceptar y seguir adelante. Pero cómo duele.

Nadie nos prepara para los sufrimientos de mamá. Esos que nos hacen entender al derecho y al revés a nuestras propias madres. Las caritas tristes y decaídas con los resfríos y virus que mientras vayan creciendo serán más frecuentes. Una parece sufrir más que el mismo bebe, y creo que el deseo más grande que una pide en ese momento es «por favor que me de a mí todo lo malo pero no a mis bebés. Quítales su dolor y pásamelo a mí».

Y menos nos cuentan de los «golpes» típicos de mamá. Como siempre digo, venimos preparadas para ser mamás y tener un aguante enorme cuando de golpes se trata. Patadas desde la panza, jalones de teta para tomar leche, cabezazos contra labios, ojos incluso dientes que hacen temblar, cachetadas, clavadas de uñitas, bañadas de pilas y cacas, jalones de pelo, de lengua de ojo, de pestañas… dolores que luego de llorar a veces, nos hacen reír.

Menos nos cuentan lo difícil que es separarnos de nuestros hijos después de unos meses cuando hay que volver a trabajar. Creo que es la parte más difícil de todas porque cada hora que se pasa lejos de ellos, es una hora menos de verlos crecer. Porque sí, crecen cada hora definitivamente. Nadie nos prepara para tener el corazón arrugado cuando nos perdamos su primer «chau» con la manito, su primer «dale a la mozita», su primer solo paradito  muchas cosas más que debemos conformarnos viendo en foto.

En fin, nadie nos prepara para ese lado difícil de ser mamá. Nadie nos cuenta la realidad cruda y dura porque creo que es algo que nos toca vivir a cada una de nosotras para luego contar nuestra historia y decir «yo pude».

Cada mes de ellos, es un mes nuestro. Un mes nuestro como mamá que sigue y seguirá aprendiendo a ser cada vez mejor por ellos, aunque muchas veces duela.

5 comentarios en “Dolores de mamá

  1. Desde que Elmito empezó a jugar rudo conmigo (al extremo de romperme un labio y sangrarme la nariz) y suave con su mamá, creo firmemente que los bebés conocen la diferemcia entre papá y mamá, y que necesitan de los dos.

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  2. La clásica la de los golpecitos. Después cuando crecen ya hay que ir dosificándolos, explicándoles, corrigiéndolos, porque los niños avanzan hasta donde los dejes.

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