Arrancaron las travesuras

Desde hace ya unos meses que mis chukis se soltaron a caminar solos. Fue en ese momento que todo se puso de cabeza. Y sí, es verdad cuando te dicen «ahora empieza lo bueno», porque realmente empieza aquí. Una mezcla de dolor de espalda, brazos y piernas te invade de buenas a primeras porque paras más tiempo doblada que derecha. Al principio de una manito para que agarre confianza y luego el tema es correr en esa misma posición para que no se escapen.

Las travesuras iniciaron hace tiempo, pues cuando mis hijos apenas se sentaban empezaban a querer hacer de todo con sus propias manos. Ahora que tienen acceso a casi todo (porque llegan a lugares que antes estaban totalmente fuera de su alcance) y visibilidad plena del mundo a un ángulo más bonito, lo agarran todo. Tiran al suelo, lo lanzan a metros de distancia (incluso directo hacia cabezas humanas), rompen lo que puedan romper (como papeles), y siguen teniendo una obsesión extrema por meterse todo lo que quepa en su boca.

Pero este fin de semana me demostraron que ya empiezan las travesuras extremas de las ligas mayores. Esas que duelen y cuestan caro. Esas que dan risa pero a la vez hacen decir «por quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeee». Esas que cuentas con una sonrisa pero un «y ahora qué hago?» en el fondo de tu corazón.

Entonces… me remito a los hechos:

El domingo pasamos un día lindo en familia, de a 4. Lalo y yo terminamos muertos, sin espalda, sin rodillas y como si un camión nos hubiera pasado por encima. Pero el tema es que llegamos a la casa y se los dejé un ratito a mi mamá para terminar de bajar las cosas del carro para acomodarlas, lavar biberones, sacar la ropa sucia, etc, etc, etc. Entonces apenas di unos pasos fuera del cuarto escucho un grito desesperado de mi mamá «Marité, veeeen». Juro que se me salió el alma del cuerpo y me imaginé mil cosas en solo 1 segundo – es increíble pensar en TODO lo que puede pasar por tu mente en unos segundos de pánico – entonces di la media vuelta y corrí al cuarto de mi mamá para encontrarla secando su celular con una toalla.

Naelle había entrado directamente al baño, levantó la tapa del wáter y tiró su celular. Totalmente intencionado y con la cara de haber cometido una travesura salió del baño casi corriendo riéndose como si supiera que había hecho algo malo. A nosotros no nos quedaba más que sorprendernos (con una inevitable sonrisa) y un fuerte dolor en el bolsillo porque, obviamente, tenemos que reponerle el celular a mi mamá. Qué sabrá mi piojo de celulares, qué sabrá ella que esa gracias nos costará caro, ella solo tenía ganas de bañar al celular.

Pensamos que tal vez lo hizo de casualidad, pero al día siguiente le dimos un celular distinto y directamente entró al baño e hizo la misma mecánica, levantó la tapa del wáter y corrimos para agarrar el celular antes de que sea sumergido. Luego le dimos una pelota de plástico chiquita y nada pasó. Es un hecho, ella ama tirar celulares al wáter y se acabó.

Cada vez me convenzo más que tengo dos terremotitos en casa que recién empiezan a agarrarle el truco a la vida.

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Saludemos hoy a esos pequeños guerreros que llegaron al mundo antes de tiempo y demostraron tener la fuerza de un oso y las garras de un tigre. 17 de noviembre, día mundial de los prematuros!

dial del prematuro

 

 

 

4 comentarios en “Arrancaron las travesuras

  1. Puede que haya sido algo que vieron o creyeron ver, con Elmito ocurrió que vió en la TV un comercial de Samsung donde promocionaban un modelo resistente al agua y metió el celular debajo del chorro de agua.

    Si descubro el nombre de ese publicista le mando la moto.

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