Una nueva mamá

Es increíble pensar cuántos bebés llegan al mundo cada día. Cercanos y desconocidos día a día el mundo se llena de bebés que hacen su entrada triunfal a este mundo que lejos de ser perfecto, les da la bienvenida con los brazos abiertos. Cada día hay una (o varias) mujeres que cumplen un deseo, dan una vida, se vuelven especiales. Y a todas ellas quisiera decirles algo.

A ti nueva mamá:

La maravilla que acaba de pasar es real. Ese corazón que latía dentro de tu panza, ahora debe empezar a latir fuera de ti. Y a cualquiera eso asusta al principio. Nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco nadie dijo que tu bebé vendría con manual bajo el brazo y botón de On / Off. No existe mujer que haya estudiado cómo ser mamá, eso se aprende en el camino. No te volverás experta de la noche a la mañana, pues serán esas noches y mañanas las que te enseñarán a ser lo mejor que pudo pasar en la vida de ese bebé que llegó al mundo gracias a ti.

Cambiar un pañal puede ser tan aterrador al inicio como estar en una montaña rusa. Pierde ese miedo porque nadie más lo hará mejor que tú. Ayuda tendrás, y si piensas que no la tienes, pídela. Nadie se negará a darte una o las dos manos las veces que lo necesites. Y pedirla no te hace mala mamá, sino humana.

La lactancia no es como jugar a saltar la soga. La lactancia duele. Duele física y emocionalmente, pero ahora alguien más debe alimentarse de ti. Ese dolor debe impactar lo menos posible. Y otra vez, no eres mala mamá si al poco tiempo de intentarlo decides aplicar la famosa y «temida» fórmula. Nadie tiene por qué juzgarte. Si tienes aprovéchalo al máximo y disfruta del momento. Y si no la tienes, siéntete feliz porque lo intentaste. Esa conexión de la que todos hablan cuando tu bebé se alimenta de ti es bella, pero esa misma conexión la puedes hacer de mil maneras más, hasta con un biberón en el medio.

Los días se pasarán rápido y tal vez las primeras semanas no logres diferenciar el día de la noche, ni los lunes de los domingos. Pero serán después los mejores días de tu vida. Días en los que te tomarás el tiempo de entender que esa responsabilidad tan grande que ahora está en tus manos no debe asustarte sino hacerte sentir orgullosa porque lo estás haciendo bien.

Llora si quieres llorar. Enciérrate en el baño y saca todo lo que tengas dentro, luego sécate esas lágrimas y vuelve con la misma sonrisa y voz tierna que tu bebé escuchaba hace meses. Ellos absorben todo de ti, tu paz, tu alegría, tus ganas de vivir, tu amor, tu cariño, así como también tu pena y preocupación. Tú eres la extensión de su cuerpo cuando lo cargas. Tus brazos son sus brazos, ellos aún no saben en dónde termina su cuerpo, por eso tú eres su todo. Siéntete feliz por ello porque más adelante querrás volver a ser su todo.

Duerme cuando puedas. Las ojeras son lo de menos y qué mejor que mostrar esas marcas de mamá primeriza en pleno entrenamiento. Una siesta de 20 minutos es como una siesta de una hora. Y no le temas a las noches, luego las extrañarás y esas noches no vuelven. Solo quedan en tu memoria, así que trata de construir historias lindas para contarlas luego.

A ti nueva mamá, te digo que tal vez hoy te sientas abrumada y temerosa, porque es realmente un gran cambio. Pero a ti nueva mamá, también te digo y te prometo que serás una excelente mamá. La mejor mamá que pudo elegir tu bebé.

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