El abuelo que no conocieron

Los mellis no conocieron a su abuelito lito (así llamaban a mi papá todos los nietos chiquitos). No lo conocieron en persona, pero estoy segura que el «Kinwi» que visita a veces a Naelle, es el abuelito lito. Tal vez aún no entienden bien la historia, pero ellos saben de su abue que vive en el cielo y tienen privilegios porque desde allá arriba los cuida todos los días.

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Hace ocho años mi papá falleció y fue tan repentino que nos costó mucho a todos asimilar la pérdida. Creo que nadie está preparado para enfrentar la muerte, y menos la de alguien tan cercano como es un padre. Pero los años me enseñaron que uno puede aprender a vivir con un dolor que muta poco a poco, no se va jamás, pero el dolor cambia, y aunque suene un poco ilógico y redundante, no duele igual.

Recuerdo que cuando mi papá se fue, era sábado y yo había salido de mi casa. Me dieron la noticia y tarde horas en entenderlo. Creía que todo era una confusión, pero la confusión solo estaba en mi cabeza. Miles de preguntas e imágenes tontas invadían mi cabeza y fueron varios días que podría jurar que no salió el sol. Poco a poco fui entendiendo que mi nuevo estado de vida era ese, sin él cerca. No estaría el día de mi matrimonio, tampoco el día en que llegaran los hijos, y menos el día el día que yo tuviera que cuidar de él de viejito. Esas historias que nunca pasaron se alojaban en algún rincón de mi corazón, pero con el pasar del tiempo me di cuenta que sí estuviste a mi lado en cada momento importante, y también en los difíciles.

Cómo no verlo de esa  manera si el día que me confirmaron que estaba embarazada (aún sin saber que serían dos) el doctor sacó su calendario y me dio la fecha probable de parto si los bebes llegaban a término: 13 de septiembre. Es decir, de haber llegado al final del proceso del embarazo, los bebes nacían el día del cumpleaños de su abuelo. Qué más «coincidencia» que esa para entender que no existen las coincidencias pero sí las consecuencias.

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Él está presente, y lo estará siempre. Hoy se cumplen 8 años, y dentro de poco los mellis empezarán a contar las historias divertidas de su abuelo pulgarcito. El que volaba aviones y jugaba con las nubes.

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