Y fueron cinco!

Esta semana tuve que volver a ese lugar que a veces imagino y se me llenan los ojos de lágrimas. Un lugar que parece tan frío a simple vista pero que en realidad es el sitio más cálido y lleno de amor que puede existir. Esta semana volví a la sala de operaciones donde tuve a mis bebés, pero esta vez no para tener mellizos sino quintillizos.

Si hay algo que más extraño de estar con panza, a parte de las pataditas y miles de sentimientos bellos mezclados ahí adentro, extraño  vivir mis días tranquila SIN REGLA. Y eso que luego de dar a luz me dieron unos meses más de tregua para no encontrarme con la condenada, pero a los 5 meses de dar a luz la pesada volvió con fuerza y se quedó por más de 20 días. Al principio, cuando había pasado una semana dije «ya se irá», pasaron dos semanas «esto ya esta un poco raro», y al cabo de los 20 días ya llamé al doctor quien me dijo que vaya a visitarlo. Pensé que podían ser los anticonceptivos que recién empecé ese mes, pero no, algo más estaba pasando ahí.

– Doctor, qué tengo.
– Mira, tu endometrio está más grueso de lo que debería estar en tu ciclo menstrual.
– Ya, pero qué es lo que tengo ahí, por qué está tan grueso?
– Generalmente es por presencia de «algo». Pero aún así no debería estar tan grande.
(silencio)
– Parece un endometrio de una embarazada.

Confieso que la presión me bajó a cero, empezaron los calores, risas nerviosas y las ganas de tirarme por la misma ventana abierta detrás de la silla del doctor. Mi mente voló a mil por hora y no podía atinar a decir ni una sola palabra. Solo decía como loca una y otra vez «imposible, imposible, imposible». 

– Pero se han cuidado?
– Sí! O sea sí, pero recién este mes con pastillas.
– Mmmmm, si tienes 3 semanas por ejemplo aún no se ve el saquito. Por eso tal vez no lo hemos visto. Te voy a mandar una prueba de embarazo por si acaso ya?

Exploté con una fuerte risotada y el doctor me calmó diciéndome que no creía, pero de todas maneras quería estar seguro. Ese 0.1% de probabilidades era suficiente para ponerme nerviosa. Esperé toda la tarde los benditos resultados, entraba a la página una y otra vez para ver el numerito famoso. No podía creer que hacía un año o más estaba frente a una computadora esperando un resultado hermoso que cambió mi vida y en unos minutos vería otro resultado que podía también volver a cambiarla. Momentos diferentes, sentimientos diferentes. Increíble.

En fin, dieron las 6 de la tarde y nada. Los resultados no salían y yo empezaba a desesperarme. Un par de F5 para refrescar la pantalla y ya! Negativo. No sería mamá por segunda, o mejor dicho, tercera vez. Y empezaron los cuestionamientos. Qué era lo que tenía entonces? Al día siguiente me hicieron la prueba mágica y zaz! Cinco polipos se asomaban como si fueran bebitos. «Ahí están tus quintillizos ves?». Ese mismo día acordamos fecha y horario de intervención. Y no era eso lo que me ponía nerviosa, sino encontrarme de nuevo con ese «momento» y revivirlo.

Llegó el día y ya lista con bata y botitas de clínica me tocó ingresar a la sala. Esta vez, caminando y yo misma trepándome a la camilla al centro de la habitación llena de aparatos y monitores. Recorrí con la mirada cada rincón, cada espacio y cada momento. Esa esquina, la esquina más temida de todas estaba ahí como siempre, muda, callada, en total quietud y yo reviví una vez más el momento donde los vi, chiquititos e indefensos siendo secados por una mantita mientras yo pedía a gritos verlos y a la vez preguntaba desesperada por qué no lloraban. Mis ojos se llenaron de lágrimas y la enfermera me decía bajito «no te pongas nerviosa, esto no es difícil, ya has pasado por peores cosas no?».

Me sequé las lágrimas retirándome con dificultad la mascarilla y le dije tranquila «no estoy nerviosa. Me he acordado de la primera vez que vi a mis bebes, la primera vez que me negaron un cariño de ellos y me negaron el derecho de sentirlos sobre mí. Pero ahora comprendo que gracias a ese momento de privación, puedo disfrutar de ellos ahora». En ese momento entró el doctor, me saludó y agarró fuerte mi mano: «cómo estás?»… y no me acuerdo más. Es la parte que más me gustan de las operaciones, la anestesia! Todo había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Ahora solo queda esperar la cita del lunes para escuchar que todo perfecto.

Es así como tuve a mis quintillizos, increíblemente a solo seis meses de haberles dado la bienvenida a mis mellis.

Valiente una vez más por ustedes mis chinos…

2015-02-13 13.10.09

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3 comentarios en “Y fueron cinco!

  1. Me has hecho acordar esos momentos que uno cree la esposa está embarazada otra vez…. que sufrimiento, a veces es olo un susto y como bien dices la imaginación corre a mil por hora como «y ahroa», «en que´cuarto va a estar, ya no tengo dormitorios», «Si es mujer la acomodaré en el cuarto de mi hija la mayor» «y el colegio?» «tendré que buscar otro más cómodo»… y cosas así… hasta que uffffff solo era un susto.

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