0

3 tips para una buena actitud virtual en clases

Cada día busco la manera de hacer cosas diferentes para los chicos. Pues, el tener clases todas las mañanas, hasta la hora del almuerzo es todo un reto que estoy segura llegaremos a superar juntos.

Ya vamos un mes, y como bien lo dije desde el primer día este año es perfecto para celebrarlo todo: un primer día, un mes completo, días especiales, cumpleaños, y todo lo que sea motivo de estar alegres y demostrarlo de muchas maneras.

Confieso que el primer año virtual fue difícil, y lo sigue siendo hasta hoy por varios motivos, entre ellos mi trabajo. Pero como de todo en esta vida se aprende, he encontrado formas de hacer más motivadores los días de clases sobre todo al empezar el día.

Todos los niños son distintos, algunos funcionan de manera visual, otros entienden perfecto y captan mejor las cosas con una buena comunicación, pero aquí el asunto es probar con la manera adecuada de llegar a ellos, y mejorarla cada día.

Por eso, aquí les dejo 3 acciones que pueden poner en práctica para mejorar ese ánimo que tal vez a veces está un poco bajo o necesita ese empujón que solo los papás sabemos darles a nuestros hijos.

  • Tabla de recompensas: esta estrategia es buena para trabajar en modificación de conductas. Aquí hay que tener cuidado con las recompensas, no deben ser materiales en el mayor de los casos y cada acción viene acompañada de una consecuencia (estrella si es positiva y carita triste si es negativa, por ejemplo). Aquí puedes dejar volar tu imaginación para crear tablas divertidas, con stickers, o incluso en la misma computadora. Depende de lo que le guste a tu peque.
Este es un ejemplo de tabla de recompensas super bueno
(Instagram: You Can Do It)
  • Conteo regresivo: Nosotros estamos empleando un horario que forré con papel contact y puse una estrella con limpiatipo para que ellos mismos vayan contando cuántas clases ya van avanzando. El hecho de ver que quedan cada vez menos clases para cerrar el día, los motiva. También cerrar el día con una carita y una frase motivadora, ayuda mucho. Hay niños que buscan aprobación y eso se refuerza mediante comentarios positivos que los impulsen y actúen como un motor. Asimismo, mencionarles cuántos días faltan para el fin de semana es una buena idea también.
Cada estrellita va avanzando conforme avanzan los cursos del día.
  • Actividades post clases: Nos ha funcionado mucho listar algunas actividades para hacer durante la semana cuando acabemos las clases. Puede ser algo simple como salir a dar una vuelta como hacer un keke o galletas. Este tipo de iniciativa mantienen la mente del niño enfocada o motivada pensando en lo divertido que haremos al finalizar las clases, de esta manera se siente con más fuerza y energía para hacerlo.
Aquí haciendo galletas por ejemplo

El truco está en intentar diferentes cosas y finalmente quedarnos con la que nos resulta mejor. Si tienes un hijo al que no le motiva mucho empezar las clases o si tal vez está un poco frustrado por no saber cómo canalizar sus ganas de hablar y no poder, o intervenir y sentir que tienen una traba más que antes incluso porque ahora hay un micrófono que silenciar en el salón, es bueno intentar calmar esa ansiedad por otro lado: actividades al aire libre, manualidades, y muchas cosas más que solo nosotros sabemos que a nuestros hijos motivan.

Tenemos muchos días por delante y las ideas no se acabarán. Somos muchos en esta misma situación y todo lo que hagamos por ellos y darles tranquilidad, vale millones.

¡Vamos por este segundo año virtual.



0

Pausas activas para todos

En estos tiempos de virtualidad, tal vez el estar por muchos minutos seguidos sentados frente a una computadora, cansa más de lo normal. Si bien cuando los niños iban a sus clases, tenían recreos en donde gastaban energía, se distraían con sus amigos y volvían a clases con las pilas recargadas. Ahora, podemos tener minutos de descanso, pero no son TAN iguales a lo que era el recreo en el cole.

Pero felizmente, al estar en casa podemos hacer muchas cosas para relajar el ambiente, y además, volver a levantar el ánimo si en algún momento vemos que estamos perdiendo la atención de los peques a la clase.

En nuestro caso, son entre 40 y 45 minutos de clase, para luego tener 15 libres. Aquí las profesoras indican que el que desee puede tomar agua, o comer algo. Nosotros le sacamos el jugo a esos minutos para hacer muchas cosas alejados de la tecnología.

Primero, les cuento nuestras reglas básicas de los descansos:

  • Nada de tele
  • Nada de celular
  • Nada de juegos electrónicos
  • Nada de echarse a dormir

Entonces, con este tipo de indicaciones ya sabemos qué tipo de actividades elegir. He ido aumentando nuestra lista de ideas, algunas son más tranquilas y otras más divertidas, pero todo depende del día que estén pasando los peques.

Aquí les cuento un poco:

  • Gimnasia cerebral: Al estar mucho tiempo en la computadora, es normal que a veces nos sintamos agotados, por eso hacer ejercicios como «tócate la punta de la nariz con la mano derecha y con la izquierda la boca» y así hacerlo algunos minutos ayuda a traerlos de nuevo a la realidad. Lo mismo que «el rey pide» que es un tipo de «Simón dice» pero más enfocado a traer o encontrar lo que el rey pide. Así se activan y también se divierten.
  • Ejercicios: Poner una música alegre y divertida y bailar juntos es muy bonito. Yo los animo a hacerlo ni bien salimos al descanso, les pido que imiten mis movimientos y luego que ellos se inventen algunos pasos. Luego vamos a tomar agua los tres, al baño y regresamos recargados.
  • Dar una mini vuelta a la manzana: A veces cuando los veo cansados en extremo, y sin muchas ganas, le digo que me acompañen a dar una vueltita afuera de la casa. Salimos juntos a dar unos cuantos pasos y regresar. No los estreso con la hora, o al menos trato de no decirles «solo tenemos xx de minutos» sino que cuando estamos ya afuera les digo: «uy ya nos quedan 2 minutos qué rápido se pasó» y así ya están avisados.
  • Comer o tomar algo: No llevarles la lonchera al mismo sitio en donde estudian es bueno. Así aprovechan en estirar las piernas y cambiar de ambiente. Ir a la cocina puede resultar incluso una buena idea para jugar «veo veo» y así también mejorar la atención. Les pides por ejemplo que ubiquen algo rojo, algo redondo, algo blanco y así empiezan a jugar.
  • Meditar: Al inicio pensé que esto no ayudaría pero es muy lindo ver cómo ellos mismos cierran sus ojitos y respiran. Si es motivo para reírse y divertirse también es bueno, porque la idea es que se desconecten y hagan algo en esos minutos libres. Ponerles un audio bonito y ayudarlos a respirar profundo unas cuantas veces ayuda muchísimo.
  • Jugar: Es normal que a veces quieren jugar con sus muñecos y aquí me toca ser un poco dura porque es cierto que los 15 minutos se pasan al toque y cuando llega el momento de volver, se frustran y no quieren hacerlo o lo hacen de mala gana. Entonces les hablo y aplico la psicología inversa sabiamente… 🙂 les digo que es un muy buen momento para ordenar su cuarto. Entonces, ellos como están un poco cansado, no querrán ordenar sus juguetes, por lo tanto, no se acercarán a ellos y por eso no podrán jugar hasta el final de sus clases.

Finalmente, ideas hay miles pero lo principal es hacer que su foco de atención esté en otro lugar alejado de esa computadora que los tiene muchas veces un poco estresados y tratando de concentrarse en algo que puede resultar un poco aburrido, pero es necesario.

Aprovechemos al máximo este tiempo, nadie sabe cuándo volverán ellos al colegio, y nosotros a nuestra vida laboral habitual. Antes, mis pausas activas eran pararme e irme a servir un café y regresar a mi sitio a seguir metiéndole cerebro a mis pendientes. Ahora, son miles de millones de veces mejores, más divertidas y sobre todo, llenas de amor. Nunca imaginé poder compartir espacio tanto tiempo con mis hijos, y sí, es difícil, pero es sin duda lo que hace que nuestras mentes y corazones estén más tranquilos.

Anímate y haz recreos más divertidos con ellos, aprovéchalos tú y dales lo mejor de ti a ellos.

0

Día 365

Un 16 de marzo, empezamos una cuarentena que duraría solo 15 días. Estoy segura que más de uno pensó que pasaría rápido, pero el tiempo se encargó de enseñarles que esto sería largo. Como sigue siéndolo hasta hoy, 365 días después.

Nos agarró desprevenidos, aunque se rumoreaba que pronto vendría “el encierro” del que se hablaba por Europa (y antes aún por China), y nos tocó. Suspendieron clases en los colegios y universidades, y el trabajo se empezó a volver poco a poco remoto. La industria paró, negocios cerraron y empezó el pánico. No solo por la posible ausencia de trabajo por las que muchos empezaron a pasar, sino por el terror al contagio. Al inicio incluso todos dudaban de la existencia del terrible virus, pero estoy segura que hoy, 365 más tarde ya a todos nos ha tocado ver al maldito bicho desde cerca.

Mi conteo empezó como algo esperanzador, quería ver cuánto tardábamos en volver a nuestras vidas de antes. Pero llegaron los 50 días y todo parecía igual, solo que nosotros ya estábamos más acostumbrados. Llegó el día 100 y las cosas estaban un poco mejor, pero todo lo parecido a la vida antes del virus aún se veía lejano. Las clases virtuales y el teletrabajo a pesar de ser difícil ya era algo más llevadero. Tuvimos que aprender, y mucho. En el día 200 ya empecé a cuestionarme si seguir o no con el conteo, pero dije “tan lejos he llegado para dejarlo ahí?”. Tengo que reconocer que a mis miles de TOCs no les gustaba esta idea, y decidí seguir porque tantas cosas pasamos en este tiempo que debía recordar cada una en una especie de diario. Quería mirar atrás en algún momento y recordar dónde empezó todo y cómo estamos ahora. Quise hacerle caso a mi interior y seguir “controlando” cada uno de mis días en esta situación descontrolada por todos lados. Y si al año no llegamos a nada, esta pandemia no se va ni absolutamente nada cambia, pues habremos llegado a vivir un año sanos, un año feliz de estar con la familia, un año de aprender a ver más ojos y menos sonrisas, y entender que se puede sonreír solo con una mirada, un año de recordar a los que se fueron, a los que la sufrieron y están aun con nosotros gracias a Dios o al santo en el que más creamos. Pasó un año y aprendimos (algunos antes incluso) a valorar lo que realmente importa, a dejar a un lado el «yo me cuido por mí» y pensar en el «sino te cuidas tú, nos cagamos todos», a entender que estar lejos de los que más queremos es sinónimo de amor infinito y querer ESTAR BIEN, y a enseñar con el ejemplo 24 horas por estar delante de esos pequeñitos que nos enseñan más que nadie a adaptarnos, a aceptar y a seguir creciendo. Nuestros niños.

Un año de cambios y superaciones. Un año entero haciendo que cada día, sea especial. Y lo logramos.

Son 365 días registrando cada momento. Cada día que me ayudó a no perder el rumbo ni las ganas de demostrarle a mis hijos que todo es posible y no hay nada más lindo que estar juntos y con salud. 365 días después, me siento feliz de mirar el día 1 de esta nueva forma de vivir y ver lo mucho que hemos crecido, juntos.

Y así seguiremos, haciendo que cada día sea especial.

Hoy, 365 días después, somos otros. No somos los que éramos hace 365 días. Somos mejores, de lejos, somos mejores.

0

El hijo preferido

Muchas veces me preguntan cuál es mi hijo preferido. Es una pregunta un poco incómoda y hasta un poco desubicada. Es algo que cuesta responder porque suena algo duro el tener o no alguna preferencia. Aquí les detallo mi opinión al respecto, no hay una verdad absoluta, solo opiniones.

Una mamá quiere a sus hijos con todo su corazón, alma y cuerpo entero. A todos sus hijos por igual, pero es verdad que cuando alguno necesita mayor atención o dedicación en algunas cosas, está más con uno que con otro. Pueden tener momentos, cada uno puede necesitar más tiempo, cuidados, depende del día o las situaciones.

Creo que todos los que tenemos hermanos alguna vez hemos sentido esa «preferencia» y no hacia nosotros, sino hacia los otros hermanos. Pues, cuando la sentimos nosotros, no nos damos cuenta pero en realidad es que tu mamá o papá está más cerca porque en ese momento no es que te prefiera a ti, pero te da la atención que en ese momento necesitas.

Hace poco leí un artículo interesante, aquí se los comparto:

En alguna ocasión habrás escuchado decir que las mamás quiere más a su hijo hombre. Que las mamás prefieran a sus hijos varones puede ir más allá de un estereotipo, cuando las mamás hablan de sus hijos presumen lo increíblemente divertidos que son, hablan de sus travesuras, y comentan lo graciosos que son.

En cambio, cuando se trata de hablar de las hijas, las madres son más críticas con ellas. Les exigen con ser más serias y las regañan más que a los niños. Un estudio publicado por The British Journal of Psychology,  revela que 88% de las madres admitió tratar diferente a su hijo varón  que a su hija.

Incluso alguna confesaron sentirse mal por eso al darse cuenta. Muchas veces es una preferencia inconsciente. La psicóloga y consejera Chris Duff, comenta que la madre tiene un tipo de enamoramiento inconsciente con el hijo. Otra razón importante es que las mujeres tienden a ser más auto-críticas que los hombres, por eso son más exigentes que con los varones.

Prinsel, creciendo juntos

Es interesante eso del enamoramiento inconsciente, yo le digo a mi chino «mi novio chiquito». Y bueno, mi china es mi espejo, yo me veo tan reflejada en ella que a veces sí siento que soy más dura porque quiero que sea mejor que yo. Cuesta un poco ¿no? Pero lo que creo en realidad, es que las preferencias no existen como tal, pero sí existen los tipos de tratos a cada uno.

Además, como ya lo comenté líneas arriba, es importante estudiar ese momento que podemos catalogar como «preferencia», pues hay mucho en juego y aquí viene el segundo regalo para ustedes:

El hijo predilecto, aquel al que me dedico en cuerpo y alma, es el hijo enfermo, hasta que consigo que se cure.

Es el que está lejos de casa, hasta que vuelve.

Es el que está cansado, hasta que descansa.

El que tiene hambre, hasta que se alimenta.

El que tiene sed, hasta que puede beber.

El que está estudiando, hasta que logra aprender.

El que está desnudo, hasta que encuentra ropa que ponerse.

El que no trabaja, hasta que encuentra un empleo digno.

El que tiene novia, hasta que por fin se casa.

El que se casa, mientras se asienta en la convivencia.

El que ha hecho una promesa, hasta que la cumple.

El que es padre, mientras cría a sus hijos.

El que contrae una deuda, hasta que la salda.

El que llora, hasta que encuentra consuelo.

Y, con un semblante bien diferente a aquella sonrisa, finalizó:

El que ya no está con nosotros, hasta que vuelva a tenerlo ante mí.

Autor Anónimo

Lo leí hace mucho, y me llenó tanto el corazón que nunca lo olvidé y hoy lo comparto con ustedes.

Espero que llene tanto sus corazones como a mí.