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Al doctor!

Lo peor que le puede pasar a una mamá, o mejor dicho una de las peores cosas, es el no poder calmar a su bebé. Intentarlo todo, con todo el amor del mundo y no poder hacerlo dejar de llorar. Algo así me pasó ayer y yo simplemente llegué a llorar junto a él.

Ya me habían dicho que estaba un poco fastidiado en el día. Todos creían que estaba engreído y solo quería estar en brazos. Pues pedí que por estos días lo tengan en brazos si él lo pedía porque el resfrío los pone un poco más engreídos de lo normal. Pero no era suficiente, él quería algo más. Es así como llegué a la casa por la tarde y saludé a ambos por igual tratando de turnarme el cargarlos y jugar con ellos por igual. Él estaba diferente. Se le veía apagado, renegón pero no de la manera enérgica con la que siempre reniega como requintando y preguntándome por qué me fui tanto tiempo, dando manotazos en mi hombro mientras fruncía el ceño y repetía «ma ma ma ma» mirándome fijamente. Esta vez no estaba así. Algo más le pasaba y yo lo sabía.

Llegó la hora de la comida y ni eso lo pudo soportar. Empezó un berrinche como nunca antes lo había hecho y yo empezaba a desesperarme por no poder ayudarlo. Primero lo primero ¿necesidades básicas? Hambre no era porque no me recibió ni media cucharada sin llorar, pañal sucio tampoco, no era ni frío ni calor, sueño tampoco porque acababa de dormir un rato, tenía que ser incomodidad. Pero no estaba cómodo en ningún lugar ni postura ni absolutamente nada. Lo paseaba, lo hacía jugar, lo arrullaba, y no soporté más y me puse a llorar con él. ¿Qué era lo que le pasaba? sería tal vez su pecho! Naelle de seguro le había pasado su virus (del cual ella aún no está del todo libre) y le tocaría sufrir a él las consecuencias de unos bronquios inflamados. Llegó su papá y no lo pensé dos veces. Una casaca y maletín hecho en dos minutos y al carro. Vamos a la clínica!

¿Exageración? No señor. Mi bebé estaba sufriendo y no perdería más tiempo en averiguar lo que le estaba pasando para poder ayudarlo. Por fin se quedó dormido en el carro, en mis brazos. Lo miraba y le daba besos en la frente rogando por favor que no tuviera el pecho cerrado ni nada por el estilo. Quería que cuando vuelva a abrir los ojitos ya todo dolor haya pasado. Pero no fue así. Ya en la clínica esperando a que nos atiendan le vino un ataque de llanto peor que el de hacía un momento. No paraba de llorar mirándome con lágrimas en sus ojos como pidiendo que lo ayude. Yo lloraba con él y lo único que podía hacer era abrazarlo diciéndole que todo iba a pasar. Llegó el doctor y lo revisó en medio de todo su llanto y por fin me dijo lo que le pasaba: «su bebe está así porque tiene bastante dolor en su oído. Eso pasa a veces cuando el resfrío se complica y no pasa a pesar de las medicinas. Tiene otitis en el oído izquierdo». Lo único que quería era que lo ayudaran y me enseñaran a mí a poder aliviar su dolor hasta que pueda recuperarse y no complicar más la situación.

A las 2 horas ya estaba más tranquilo y tenía algo de hambre. En la casa durmió a mi lado toda la noche, y aunque despertando cada media hora para quejarse y moverse como gusano porque seguro le molestaba su oidito yo aguantaba al pie del cañón. Siempre lo haré por ellos aunque me cuesten ojeras y ratos de sueño IMPOSIBLE durante el día.

Solo le pido a Dios que por favor ya pase esto pronto. Primero ella la tuvo difícil y ahora él, creo que esto es solo el principio (lo tengo más que claro y no es necesario que me lo repitan una y otra vez las personas que ya tienen hijos), pero lo cierto es que una recién se acostumbra a sufrir por esos seres que son TODA TU VIDA y simplemente valen más que TU PROPIA VIDA. Es cuestión de aguantar y como ya lo dije, mantenerse de pie en la lucha. Porque por ahora, quién los cuida si no eres tú? Aprovechemos mientras nos dejen hacerlo.

Ahora sí, me quedan varias malas noches con ambos (ahora que recién empieza el tema con Marcel, es como volver a empezar). Será una larga semana… pero felizmente, el viernes podré cuidarlos como solo una mamá lo sabe hacer. Y qué bien día del trabajo será. Trabajando en lo mejor! Ser mamá!

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Una vez más cayeron los dos

Esta semana ha sido muy intensa en todo sentido. Llega el viernes y con él llega la descarga de todo lo que está pasando justo ahora. Días de «inicios» que requieren muchísima concentración, ganas, orden y mucha, pero muchísima cabeza para pensar en objetivos claros. Días que se mezclaron, como cuando todo parece suceder dentro de una película barata de terror, con momentos críticos en mi corazón que lucha a ciegas por ver más allá de lo evidente lo que pasa a exactamente 6.4 kilómetros de mí. Días en los que mis hijos estuvieron con un poco de moquitos que en lugar de ir desapareciendo, se convirtió en un gran resfriado con nariz, garganta y bronquios involucrados. Realmente una semana de terror.

Amazing idea, you can make a card for an ill friend using bandaids or any other health product like bandages, etc... Be creative!!

Una semana sin noches para dormir se va. Esas noches al lado de la cuna chequeando que la respiración esté bien, parada con la linterna en la mano para alcanzar las medicinas, el saca moco y todo lo que está en la mesita de apoyo que me ayuda a pasar las horas. Noches que parecen interminables y que la mayor alegría la da el sonido del aire limpio pasando por su naricita. Noches en que el termómetro en sus frentecitas son los protagonistas. Esos minutos de terror cuando un poco de leche hace que se atoren por no poder respirar ni comer aunque su pancita ruja de hambre. Noches en las que maldigo los virus que lamentablemente están en el mismo aire.

Se va una semana de tardes tratando de jugar como siempre, pero esta vez con un fastidio de por medio. Noches en las que me odié por completo porque grité y renegué con ella que no tiene la culpa. Renegué y le pedí que por favor se callara y que se calmara de una vez. Al segundo me arrepentí y las lágrimas empezaron a mojar sus ya mojados ojitos. ¿Tan bruta puedo ser? Me provocó meterme mil cachetadas de castigo pero nada se podría llevar ese momento, lo dije y ahí se quedó. Ella, sin entender nada me miraba y seguía llorando y yo sin poder calmarla. ¿Cómo es eso posible? Pero ya cuando todo estaba silencio pensé y miré hacia adentro como siempre lo quiero hacer y es que sí es posible porque soy un ser humano. Un ser humano que se cansa y pide un minuto. Solo un minuto para unir puntos y conectarse. Un ser humano que no para en el día y tampoco en la noche. Un ser humano que también merece ser entendido.

Agradezco a Dios infinitamente por todo lo que me da, y lo que no también porque eso me ayuda a darme cuenta de mi presente y lo grande que es mi vida. No me quejo, más bien me admiro por todo lo que estoy haciendo. Pero a veces me provoca poner pausa y respirar. No pensar más. No mirar alrededor y por fin respirar.

Se va esta semana pero aún no termina el calvario. Vendrá un fin de semana para ganar tiempo y cuidar al máximo cada segundo con ellos. Que hoy, fastidiados y llorones, necesitan una mamá tranquila que sepa calmarlos cuando ellos más la necesitan.

Si solo pudiera hacer lo que vengo pidiendo todas las noches mientras les doy su leche acariciando sus cabecitas… si solo me pudieran pasar todo lo malo que ellos sienten a mí. Yo soy más fuerte, yo puedo aguantar más que ellos una cochina tos y esos fastidiosos mocos. Si solo pudiera reemplazar esos amargos momentos en los que lloran porque tengo que darles su medicina y meterles el succionador de mocos porque ellos solos no saben expulsarlo. Si puediera borrar sus caritas mirándome con amargura como si me dijeran ¿por qué me haces esto mamá?

Suena drama… drama del bueno, pero así es. Es la cruda realidad de una mamá que sufre al lado de sus hijos aunque de durante el día esté a esos «escasos» 6.4 kilómetros que parecen millones.

Sana sana, colita de rana…

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Tu cuna, mi abrazo

Es un poco extraño sentir ese temor, pero lo siento, debo decirlo. Creo que el salir de la casa cuando ellos aún están dormidos me tiene un poco triste. Además de preocupada, me voy con el corazón en la mano viéndolos dormiditos sobre su cuna, me acerco con dificultad por las barandas que se meten en mi camino, a veces hasta me meto a su cuna y los apachurro dandoles besitos en la frente y en sus manitos diciéndoles lo mucho que los extrañaré durante el día, les digo que se porten bien, y que Dios los cuide y los proteja a cada segundo. Con quejas y cejas de cangrejo se soban la carita y vuelven a dormir. Ellos se quedan ahí, y yo salgo a empezar mi día, por ellos. Recuerdo cada minuto que todo esto es por ellos y que son la única razón por la que salgo con fuerza (y a veces con lágrimas en los ojos) a pensar en cómo seguir creciendo para ser mejor. Mejor mamá, mejor esposa, mejor profesional, mejor persona.

Al llegar en la tarde es otra la historia. Entro a la casa, me quito los zapatos y me convierto en lo que ellos quieran. Los saludo desde abajo y al subir las escaleras los llamo por sus nombres en tono mamá y cuando entro por la puerta los veo atentos mirando en esa dirección. Ver cómo cambia la expresión en sus caritas, ver esas sonrisas del alma y cómo se mueven zapateando y dando manotazos y hasta estrelladas contra la cama para hacer el paso de la culebra acompañado con grititos de emoción, me hace pensar que el día lejos de ellos valió la pena. Es la única manera de darles esa vida que ellos merecen! Llega el papá luego y hace su propio ritual y una vez más la alegría invade sus cuerpitos. Es simplemente maravilloso.

Sí, mi temor es que durante todo el tiempo que no estoy con ellos, ellos no piensen ni un minuto ¿dónde está mi mamá?, pero luego pienso que soy una loca porque obvio que piensan en mí, si soy yo quien los ha tenido en su panza por casi 8 meses! Es mi voz la que han escuchado como suya durante ese tiempo, son mis manos las que los tocan con el amor más inmenso que puede existir y soy yo (y su papá) quienes daríamos más que nuestra propia vida por ellos. Pero ese miedo es normal en toda mamá que tiene que dejar a sus bebés por primera vez.

Luego pienso, si cuando llego del trabajo el celular queda refundido en la cartera y el 100% de mi atención es para ellos. Jugamos un rato, bailamos, vemos tele y luego comemos (por más que sea trabajoso comemos y hacemos todo lo posible por terminar, sobre todo con mi china que es light), para después bañar a cada uno con el mismo cuidado y dedicación por igual. Confieso que al terminar con uno, después del pataleo respectivo por haberlo sacado de la tina y la lucha por ponerle el pañal y terminar bañada en crema por toda la mano por sus patadas y manazos, me cuesta comenzar con la otra. Pero nunca me gana el cansancio. Ellos son primero que mi sueño, primero que mis dolores de cabeza y primero que mi vida entera. Así, si vale la pena.

Todo esfuerzo es retribuido así que yo solo espero el fin de semana que aunque ya no sean días para descansar, son días para estar íntegramente con ellos. Y amo esos días.

Mi motor me espera en casa, a ver si las horas se pasan más rápido por aquí.

Nunca jamás sentí
una alegría así
qué bendición hallarte al instante en que se fue la luz
llegaste tu!
(ustedes)

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Dolores de mamá

Cuando nos volvemos mamás no tenemos idea de lo que se nos viene. Eso que pensamos como «maternidad» no se compara ni un poquito a la realidad. Y es que no todas las cosas son como nos las cuentas, en realidad, creo que no todo se cuenta cuando a «ser mamá» se refiere.

Nadie nos prepara para ese golpe fuertísimo que es el salir de la clínica para enfrentarnos «solas» a ese maravilloso ser que salió de nosotras. Y es increíble pensar todo el amor que una puede sentir por una persona tan pequeñita y a nuestros ojos lo más indefenso que existe. Es nuestra responsabilidad y lógicamente, todo nos abruma de golpe. En casa no hay enfermeras que nos ayuden a calmar los llantos, a darles de comer de la manera tan «simple» como se ve, a sacarles el chanchito perfecto y cambiarles el pañal como si fuera un baile divertido.

Igual que eso, nadie nos advierte que los bebes lloran. Y es que es su lenguaje desde que nacen. No saben hablar y por ello solo lloran por hambre, lloran por frío o calor, lloran por sueño, lloran por estar sucios o lloran por incomodidad. Además de todo eso, lloran cuando tienen ganas. Esas fotos de bebitos felices y «tranquilos» durmiendo en cama de sus papás, no es que sea «la familia perfecta» con el «bebé perfecto» que solo se ríe y come feliz, es que son esos momentos perfectos que MERECEN la pena ser plasmados en una foto. Nunca se ha visto una foto de una mamá desesperada tratando de calmar a su bebito que llora hasta ponerse rojo. No! Porque no son cosas que uno ama. Son momentos difíciles a los que tenemos que enfrentarnos alguna vez en la vida. A parte, no todos los bebes son iguales. Y yo puedo dar fe de eso, mientras mi bebito lloraba como si lo aniquilaran en cada cambio de pañal, mi bebita era la más feliz del mundo. Y lo peor que podemos hacer es comparar, porque no son iguales. Cada uno es un mundo y solo nos toca aceptar. Pero eso sí, para una mamá nunca habrá una última mecida para calmar a tu bebé. Siempre habrán ganas.

Tampoco nadie nos prepara para el difícil tema de «la lactancia». Todo es perfecto y una piensa en las miles de bolsas de leche congelada que tendrá en la refri porque sera una real vaca lechera. Y de pronto, al intentar darle teta y no es para nada suficiente. Y es que por más que visualicemos y seamos las más positivas del mundo, a veces a quienes nos toca escasez, nos toca. Solo nos queda aceptar y seguir adelante. Pero cómo duele.

Nadie nos prepara para los sufrimientos de mamá. Esos que nos hacen entender al derecho y al revés a nuestras propias madres. Las caritas tristes y decaídas con los resfríos y virus que mientras vayan creciendo serán más frecuentes. Una parece sufrir más que el mismo bebe, y creo que el deseo más grande que una pide en ese momento es «por favor que me de a mí todo lo malo pero no a mis bebés. Quítales su dolor y pásamelo a mí».

Y menos nos cuentan de los «golpes» típicos de mamá. Como siempre digo, venimos preparadas para ser mamás y tener un aguante enorme cuando de golpes se trata. Patadas desde la panza, jalones de teta para tomar leche, cabezazos contra labios, ojos incluso dientes que hacen temblar, cachetadas, clavadas de uñitas, bañadas de pilas y cacas, jalones de pelo, de lengua de ojo, de pestañas… dolores que luego de llorar a veces, nos hacen reír.

Menos nos cuentan lo difícil que es separarnos de nuestros hijos después de unos meses cuando hay que volver a trabajar. Creo que es la parte más difícil de todas porque cada hora que se pasa lejos de ellos, es una hora menos de verlos crecer. Porque sí, crecen cada hora definitivamente. Nadie nos prepara para tener el corazón arrugado cuando nos perdamos su primer «chau» con la manito, su primer «dale a la mozita», su primer solo paradito  muchas cosas más que debemos conformarnos viendo en foto.

En fin, nadie nos prepara para ese lado difícil de ser mamá. Nadie nos cuenta la realidad cruda y dura porque creo que es algo que nos toca vivir a cada una de nosotras para luego contar nuestra historia y decir «yo pude».

Cada mes de ellos, es un mes nuestro. Un mes nuestro como mamá que sigue y seguirá aprendiendo a ser cada vez mejor por ellos, aunque muchas veces duela.

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Botiquín en casa

Hace unos días estuve revisando todo lo que tenía en mi mesita de apoyo donde coloco los algodones para cambio de pañal, los pañales y una de mis botellas de antibacterial, entre otras cosas. Me encontré con mi maletita salvadora en la que guardo TODO lo que ha sido más que necesario para mí desde que los mellis nacieron y quiero compartirlo con ustedes.

– Para la fiebre: es básico tener PANADOL. Pero si es que toca una fiebre muy alta (más de 38) o que está muy difícil de bajar, es bueno tener REPRIMAN.

– Para los moquitos: muchos recomiendan tener siempre a la mano un goterito de RINOBEBE, que es muy bueno. Pero en una oportunidad probé el RINOKIT y me quedé con él. Es mucho más fácil de aplicar y de asegurarnos que entre por su naricita. El compuesto de este producto no es más que agua con sal, por ende no está mal aplicarlo cuantas veces creamos necesario. Puede ser antes de cada toma de leche por ejemplo, para ayudar a tu bebé a comer mejor.

– Para las escaldaduras: siempre tener HIPOGLOS además de TRIDERM en caso de llagas. Además, tener VIOLETA DE GENCIANA, CHUÑO y VASELINA está más que recomendado.

– Para cualquier alergia: yo conocí HISALER en gotas y nunca más lo dejé. Cualquier picadura de zancudo que empieza a crecer como pan caliente, desaparece con unas gotitas de este antihistamínico que es recomendado por pediatras. A veces también lo recetan cuando hay mucha congestión en la nariz o molestias por el resfrío. Y nunca está de más tener una cremita milagrosa que se llama ALERGIS, también ayuda para picaduras!

– Para el dolor de garganta: hace poco le dio un dolor fuerte de garganta a mi bebé y el doctor por teléfono me hizo algunas preguntas y al toque me recetó DOLO LIVIOLEX. Un éxito porque le pasó en dos días.

– Para los molestos gasecitos: confío a ciegas en el famoso GASEOVET. Es lo mismo que la Simeticona que no es más que el compuesto de la medicina que ayuda a reventar la burbuja del gas. Ojo, no previene sino ayuda a aliviar esas molestias que causan las burbujas de aire que se forman en las pancitas. Ahora, algunos también usan el AERO- OM, muy bueno también.

Otras cositas como gasas, algodones, alcohol, agua oxigenada, bicarbonato, el famoso glucomiel que se mezcla con una onza o dos de aguita para ayudar ese estomaguito cuando está duro, termómetros (plural porque los que son de mercurio se pueden romper fácilmente y hay que tener MUCHO cuidado con ello), y las famosas vitaminas Mucovit y Feranin por supuesto.

Así, estaremos más seguros que misma emergencia de clínica privada y qué mejor enfermera que la que tiene amor de mamá.

Todo lo anteriormente escrito siempre debe ser supervisado por un pediatra que indique la dosis exacta. Pero es mejor tener a la mano que salir corriendo en busca de una farmacia!

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Una receta de la abuelita

Ahora que mis hijos ya tienen ocho meses, el doctor me dio el visto bueno para mezclar de todo. Obvio todo dentro de los alimentos permitidos, que no sean cítricos, ni tengan preservantes y menos colorantes.

El tema clave aquí es preparar las papillas como si fueran para nosotros, es decir super deliciosas dentro de lo que se pueda. Yo prefiero no ponerles sal, es mejor que sientan los sabores de los alimentos tal y cual son. Además, no soy muy fanática de la sal que digamos. Lo mismo con el azúcar para sus compotas de fruta, es mejor así nomas, y en los jugos, le agrego una cucharadita de Glucomiel (amo la marca La Cabaña) que a parte de ser rico, ayuda a mover el estomaguito.

En fin, volviendo al tema de las papillas, les traigo una receta muy rica y nutritiva para sus bebes. Además de ser muy sencilla, alimenta y tiene proteínas y carbohidratos que son esenciales para el desarrollo de los bebes. Lo importante es variar el menú y por qué no, también de colores para que no se aburran. Además, me han dateado que si solo le damos comida de un color (por ejemplo amarillos) la piel se pigmenta un poquito y la idea es que siempre estén de un color normal, sano y vivo. Hagan la prueba y me cuentan cómo les fue!

Puré ZZPs

Hablamos de un rico puré que lleva zapallo, zanahoria, papa y pollo, para el cuál solo necesitas media papa, media zanahoria y 4 cubos de zapallo:
1. Lava, pela y corta todos los ingredientes en trozos.
2. Primero en una olla sancocha la pechuga de pollo (yo lo hago en filete) y cuando esté lista cortarla en trocitos.
3. Echa todos los vegetales en una olla y cúbrelos con agua (la idea es que no sea tanta para que quede como purecito listo para aplastar).
4. Deja cocinar a fuego suave por unos 15 minutos (siempre pendiente porque es mejor observar, en cualquier momento las verduras se ponen blanditas).
5. Con la ayuda de una licuadora, o si prefieres un picador de mano (yo uso el Thomas que es excelente y ayuda a que la papilla no quede tan tan aguada para que permita a los bebes sentir texturas) tritura todo el preparado empezando por el pollo. Sigue con los vegetales por unos minutos y ya está.
6. Coloca el puré en una olla y añade una cucharadita de aceite de oliva extra virgen (es buenísimo para la digestión y además los hace crecer. Yo se lo hecho a TODAS sus papillas), el sabor es diferente y le da el toque saladito que a todos nos gusta.
7. Para que estén bien alimentados yo les agrego una o dos onzas de su leche (ojo, no preparada en agua sino el mismo polvo de la formula entero).
8. Remueve bien, deja que se enfríe unos minutos, y sirve la deliciosa papilla.

Tal vez no es muy novedosa, pero al menos es bueno tener tips de mezclas ricas que nos ayudarán a alimentar bien a nuestros hijos y de una manera rica y nutritiva.

Para cerrar el menú del día podemos elegir de postre una rica papilla de perita asado con plátano. No hay pierde con este postre y además, es muy fácil!

Solo necesitas un plátano y una pera:
1. Precalienta el horno a 200 ºC
2. Lava y pela el plátano y la pera.
2. Colócalos en un papel platino y lo colocas en el horno.
3. Asar durante 25 minutos o hasta que lo puedas aplastar suave con una cuchara.
4. Aplastarlos y mezclarlos hasta que queden suaves.
5. Dejar enfriar y servir.

papilla de frutas de pera y plátano

Creo que no sería una mala idea venir con nuevas ideas para papillas aunque sea una vez al mes no?

Bon Appetit!