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Cosas que no nos dijeron antes de ser papás #1

Es momento que hacer una nueva sección en el blog: cosas que nadie nos dijo antes de ser papás. Hay tantas cosas que vivimos en el curso que es inevitable pensar por qué nadie nos avisó ni nos contó algo al respecto. Y creo que de eso se trata el aprender a ser padres. A vivir el día a día aprendiendo.

Hoy hablaremos un poco del famosos «horario». Esto es algo fundamental en la vida y relación bebé-papás. Si es que quieres tener algo de vida, y ocuparte de tu propio cuerpo (necesitas bañarte en algún momento no?) debes hacer un horario. Obviamente no estresarte como a muchas veces yo lo hice pensando que la hora era inamovible y tenía que respetarse ni un minuto más ni un minuto menos. Y sumando a eso mi estrés porque se terminaran TODAS las onzas de leche del biberón para que salieran rapidito de la prematuridad, mi poquísimo pelo me recuerda que no fue una buena estrategia.

Al inicio, cuando salimos de la clínica, la consigna era darles leche cada 2.5 horas, hasta 3 máximo. Eso sí lo cumplía al pie de la letra porque si pasan mucho tiempo sin tomar, pero hablamos de muchas horas, pueden deshidratarse. Muchos me preguntaban si entre leche y leche podía dormir. La respuesta es que no. Cuando dormían antes tampoco podía, por qué? Porque aprovechaba en hacer otras cosas como bañarme, a veces lavar biberones y hasta arreglar mis cajones locos. Y por qué no? salir a comprar pan para ver la calle. Eran esos días en que la noche y el día eran iguales, y los lunes y domingos también. La vida caóticamente hermosa de ser mamá había empezado.

Más adelante, cuando ya empezaron a comer alimentos sólidos, dormir menos, gatear más y jugar todo el día el horario cambió: menos tiempos para cosas «extras» y más energía para gastar.

6:00 am primera leche del día
7:30 am (aproximadamente) se despiertan y viene el cambio de pañal y ropa
8:00 am empieza el juego y gateo
9:30 am vitaminas (mucovit y feranin)
10:00 am jugo de frutas
10:30 am siesta (de apenas media hora para luego seguir jugando)
12:00 pm almuerzo y postre
1:00 pm juego y gateo
2:00 pm siesta (de máximo 1 hora)
3:00 pm segunda leche del día
4:00 pm juego, gateo, musica y videos
6:00 pm cena (sin postre)
7:00 pm juego ya tratando de bajar las revoluciones viendo dibujitos
7:30 pm baño e intentar hacerlos dormir por aproximadamente 1 hora (en el mejor de los casos)
9:30 pm última leche del día
(esperar hasta que alguno chille para que corra a ellos para volverlos a dormir y empezar de nuevo el día)

En esos huecos, no me queda espacio ni para dormir en las tardes porque no muchas veces coinciden en las siestas. Cuando estoy con ellos el fin de semana, duermo a uno y al acostarlo y correr a dormir a la otra se despierta cuando la logro acostar a ella. Es así una real vida mellisal. Por eso, si tienes un horario todo se ordena, y tal vez no puedas dormir, pero aunque sea puedes bañarte y hacer lo que tengas que hacer en esos huecos de respiro que nos son mucho al día pero son. Además, quién dice que una «siesta» de 5 minutos en el baño antes de la ducha no es reponedora? Créanme, lo es!!!

Y la verdad de todo, es que una se acostumbra. Es tan grande el amor por los hijos que siempre habrá lugar para una cargadita más, un arrastre por el suelo más, un berrinche más calmado con un paseito en brazos aunque duelan, todo eso y más por ver esa sonrisa hermosa en la carita perfecta de tu hijo. La creación más perfecta. de todas que salió de ti.

Así que, si no te lo dijeron antes, o si te lo dijeron pero no lo creíste, es bueno hacer de un horario una rutina habitual. Además, creamos en nuestro bebés un hábito y aunque parezca increíble, les enseñamos a que todo tiene un orden desde el inicio de sus días.

Una mamá feliz, es una mamá ordenada, con un horario bajo la manga.

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Mamitis

Aún no descubro si es que mis mellis, en especial el hombrecito, tienen mamitis o es solo un poquito de berrinche agudo. Pues hace un tiempo, he notado que cada vez que llego a la casa empiezan los llantos y engreimientos. Y qué dolor para mí no poder tener cuatro brazos para cargarlos y hacerlos jugar (siempre chequeandolo TODO) a los dos a la vez.

Cada día toco el timbre al llegar a casa a las 5:30 pm máximo, a pesar de tener llave. Toco porque es casi ya un ritual para nosotros. Pues me han contado que a esa hora aproximadamente, se ponen algo inquietos esperando «algo» hasta que suena el timbre. Dejan de hacer todo lo que estaban haciendo para esperar atentos. Saludo a Bruno para que luego no quiera meter su ociquito cuando esté con los bebes, jugamos unos segundos y le pido que me acompañe al baño a lavarme las manos. Subo las escaleras y de lejos digo: «hoooooolaaaa???», y casi de inmediato adivino dónde es que están jugando porque escucho sus ruiditos nerviosos y emocionados. Me asomo por la puerta y los veo mirando en dirección a mí y puedo ver el cambio en su carita. Es hermoso ver como se va transformando en una carita iluminada por una tierna y sincera sonrisa acompañada de saltitos, aleteos de bracitos, golpes de manitos en el piso o en donde sea que estén apoyados. Corro, me tiro al suelo y dejo que se trepen por donde sea. Me jalan los pelos, dedo al ojo, lengua en la nariz y hasta algunos lapos de mi china en el cachete me caen como agua fresquita. Sin duda, el mejor momento del día entero.

Pero luego viene lo complicado. Les digo que me iré a poner otra ropa para poder jugar tranquilos tirados en el suelo. Pues una mamá con taco 12 no está tan cómoda para gatear en el suelo y saltar cada cinco segundos a coger algo que se está por caer. Solo basta que diga ahorita vengo para que Marcel empiece su llanto sin lágrimas y su arqueo de espalda versión Linda Blair en El Exorcista. Corro y me cambio en dos segundo para no seguir escuchando sus gritos a lo lejos y vuelvo por él. Se ría de nuevo haciendo sus manitos hacia arriba y me pide UPA. Trato de jugar con su hermana un rato pero él se me trepa hasta a cabeza como llamando mi atención y una vez me separa de ella con quien también debo compartir. Le pido a mi mamá que se quede un rato con él y al dejarlo a su lado empieza el baile poseso una vez más. Imposible, vuelvo con él y lo calmo. Una sonrisa traviesa se asoma por su boca. ¿Sabrá lo que está haciendo? Perfectamente! Es hombre!!! Así son los hombres con sus mamás, según lo que me han dicho.

En la noche, es una historia similar con su papá. Mi china es la que tiene mejores noches porque solo chilla a eso de las 10 pm para que le demos su leche (a veces también me pide a las 2 am pero ya no está pasando eso) y de ahí duerme bien. Pero este chuki hombrecito si pudiera quejarse sin parar TODA la madrugada, lo haría, pero el sueño a veces lo vence. Se revuelca por su cuna, se queja y no para hasta que lleguen a su rescate. Cuando ve que alguien se acerca se va quedando callado, pero cuando ve que quien lo está rescatando es su papá, empieza el sandungueo del bueno. No importa si son las 11, 2 o 3 am él se tira hacia atrás con un fuerte Ñaaaaa, de queja bárbara y no para hasta que llego yo y me alza los brazos al segundo.

Y ahora, cuando a veces le digo que voy a comprar y que ya vengo, al decirle «chau», me mira riéndose y se avienta sobre mí con los brazos arriba. Creo que piensa que «chau» es igual a «vamos». A ver si le cambiamos un poco ese chip para irnos acostumbrando a que la mamá también tiene que estar con la hermana. Aunque me parta el alma tengo que hacerlo porque la mayoría del tiempo estoy con él porque no me deja estar con ella. Y bueno, felizmente que ella es feliz con quien la cargue y la haga reír porque sino, ya mi espalda estaría partida tratando de cargar a los dos a vez.

Pero siendo sincera, qué rico se siente que te quieran de esa manera. Ahora por fin ya me siento un poco más mamá. Pues antes, tenía mis dudas al respecto. Pensaban que tal vez ni ellos mismos sabían que yo era su mamá. Qué tonta, lo sé… pero creo que las mamás primerizas tenemos algo de eso. Miedo al rechazo de nuestros bebés, sea porque no les dimos mucha teta, o porque los tuvimos por cesárea, o porque estuvieron un tiempo en incubadoras. Pero bueno, como todas esas son grandes pelotudeces, ahora me siento más feliz.

A seguir viendo como pasa el tiempo hasta que sean las 5:30 pm nuevamente. Y volvamos a ser felices… como cada día a la misma hora.

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El esperado baby shower que marcó el inicio de todo…

Tengo ese momento grabado en la mente como si hubiera pasado hace algunos días. Pedí el día libre en el trabajo para poder ayudar en todo lo posible a dejar todo listo para la tarde. Era una bendición tener a Lalo a mi lado para ayudarme en todo lo que necesitaba, fueron días un poco complicados y pasarlos junto a él alivió mucho el mal rato.

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Todo estaba preparado para recibir a mis tías y amigas. El BabyShower mellicero sería en casa de mi mamá con un gran espacio (que quedó corto) destinado para depositar los regalitos que llegaban sin parar para los bebes. Yo me sentía tan bien que no necesité ni sentarme a tomar aire en toda la noche. Solo lo hice para abrir los paquetes que rebalsaban del Pack&Play que habíamos instalado en la sala de la casa.

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Esa noche recuerdo que nos fuimos a dormir con una gran sonrisa y agradecidos hasta más no poder por todas las muestras de cariño que recibimos, y más porque los mellis llegarían a un mundo en donde muchos los esperaban con los brazos abiertos llenos de amor. Sin embargo, ese día cerré los ojos sintiendo un poco de temor. Algo pasaría en los próximos días y yo lo presentía.

Al día siguiente, todo estaba muy bien. Emocionados abríamos los regalos y los acomodábamos en su futuro cuartito listo ya para su llegada, fuimos a una reunión familiar al día siguiente y empecé a sentirme un poco rara. El domingo fuimos a emergencia porque la parte alta de la panza, al lado derecho empezaba a molestarme. No podía permitir que esto sucediera, tenía que aguantar hasta que mi doctor llegara de viaje. Nadie más podía operarme más que él y era la promesa que ambos hicimos cuando nos enteramos la noticia. Bueno, yo lo hice prometer eso porque él sabía muy bien que los mellizos casi siempre llegan sin avisar y todo podía pasar.

Estuve con descanso por una semana trabajando desde casa, todo bien con los bebes pero el dolor en la parte alta del estomago era persistente. Podían ser gases, pero no, era más que eso y nadie sabía qué hasta que regresé a la clínica una vez de emergencia. El cuello del útero había empezado a dilatarse y aún no era momento. Tenía solo 32 semanas y como sea al menos debía llegara  la 36. Me quedé en la clínica atendida por otra doctora, igual de buena pero no era lo mismo, bajo sus cuidados. Y bajo los cuidados de mi esposo. Cada vez que recuerdo esos días previos internada, y me quiero empezar a poner un poco nostálgica, recuerdo todo lo que hizo por mí y de verdad esa nostalgia es reemplazada por un fuerte latido de corazón y una gran sonrisa en los labios. Sin duda, tengo al mejor compañero de vida (en las buenas y en las malas).

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Estuve muy bien atendida y el dolor casi había pasado. Lo único pesado fue que no debía pararme ni para bañarme, sí, me bañaban en la cama y cuando quería ir al baño lo hacía en silla de ruedas. Lo peor esta que yo me sentía bien y no entendía porque debía llegar a ese extremo. Luego entendí que la presión de los bebes, cuando yo estaba parada, sera hacia abajo y poco a poco iban empujando más y haciendo que el cuello se dilate de a poquitos. Y cuando el cuello se dilata por completo es cuando empieza la labor de parto y en ese caso era una amenaza de parto prematuro. La palabra que tanto me perseguía hasta en mis peores pesadillas se hacía presente una vez más.

Confieso que no fue fácil convivir con ello. Me molestaba mucho cuando algunas personas me decían: ah no, ni hablar llegas a tu fecha, se te van a adelantar. Yo quería pensar que sí, que llegaría incluso hasta la semana 38 y no estarían tan bajos de peso al nacer, me los llevaría rápido a casa y seríamos completamente normales desde el alumbramiento. En el fondo, creía que todo era posible, pero eso lo hacía más llevadero. Algunos pincha globos me miraban con cara de compasión cuando les decía eso, pero valía la pena luchar por ese pensamiento porque me daba tranquilidad.

Consejo número 1: no leer NADA acerca de la prematuridad. Creo que si yo lo hubiera echo no hubiese sido igual. Es tan traumante lo que internet puede contar sin especificar detalles que generan un estrés y pánico terribles. Además, en lugar de eso trataba de acordarme de casos exitosos de mellizos que nacían prematuros y tenían una vida normal. Era solo para darme más ánimos por si pasaba, solo por si pasaba porque en mi mente «eso no tenía lugar a acontecer». Recuerdo que primero fue el trauma del STFF (Síndrome de Transfusión Feto Fetal):

Una complicación grave que ocurre en el 10% a 15% de las gestaciones gemelares monocoriales (gemelos idénticos que comparten una placenta), por tanto en 1 de cada 2000 embarazos. Su evolución natural implica una alta mortalidad in utero o neonatal en la mayoría de los casos. El diagnóstico temprano y un tratamiento en el momento adecuado son esenciales para mejorar el pronóstico.

Y luego el tema de la prematuridad y el tiempo en incubadora, pero luego pensé que no hay mamá que no se estrese por este tipo de cosas, y supongo que, a más bebés, más susto no?

Me dieron de alta justo unos días antes del cumpleaños de mi mamá, pero no sin antes pasar una de las peores noches de esos 7 meses y medio al lado de mis bebés. Fue, sin duda, un momento que marcó el inicio de lo que sería el proceso de «parto» más doloroso y largo de mi historia.

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Se acerca el primer año

Sigo pensando en lo increíble que se me hace estar llegando ya al primer año de vida de mis bebitos. Cuántas cosas hemos pasado y aprendido en un año, cuántos sustos y llantos hemos superado, cuántas metas hemos logrado. Y pensar que tenemos toda la vida para seguir aprendiendo a ser padres. Espero que Dios me permita seguir demostrando que puedo ser tan buena mamá como la que él me mandó a mí.

Mientras tanto, ellos escuchaban música

Mientras tanto, ellos escuchaban música

Hace un año no pensaba que pronto llegarían mis hijos al mundo. Más bien, estaba preparando mi Baby Shower pensando en qué me pondría ese día y deseando que todas mis invitadas puedan estar presentes. Llegué con las justas a ese día, pues dos semanas después estuve en la clínica por un «control» y salí con mis dos bebés algunos días después.

Es un poco extraño lo que siento ahora, porque estoy feliz de cumplir un año de mamá, pero a la vez me pone un poco nostálgica. Cierro los ojos y revivo cada segundo antes de conocer a los bebes y se me remueve absolutamente todo. Pues no fue nada fácil ese día y aunque recién me de cuenta de eso, aún no lo supero del todo. Haber estado sola en esa sala esperando que mis bebés vengan al mundo, sin recibir muchas respuestas de los doctores, y encima pedir a gritos que me enseñen a mis bebés sin haberlos escuchado llorar al segundo que los sacaron (no, no era como en las películas) fue difícil. Tenía solo 34 semanas y el trauma más grande de todo mi embarazo estaba tocando mi puerta. Hola prematuridad.

Lo que vino luego tampoco fue fácil. Estar lejos de ellos las primeras horas fue frustrante, pero con mucha paciencia y fe, luego de dos días de estar separados por una caja transparente pude cargarlos. Fue un momento mágico que guardo por siempre en mi mente. Pude conocerlos por fin y estar piel con piel como tantas veces lo soñé. Lloré mucho, pero de felicidad, de agradecimiento a la vida por permitirme tener dos brazos para poder cogerlos a la vez, y un solo corazón con una capacidad extrema de amar a dos criaturas que salieron de mí.

La primera noche juntos fue recién al tercer día de nacidos. Todas las noches previas me costó mucho cerrar los ojos y poder «dormir», porque no estaba a su lado cuidando su sueño, pero debía confiar y pensar que al día siguiente otra sería la historia. Y pensar que ese día ya me habían dado de alta, pero rogué quedarme con ellos para poder salir juntos al día siguiente. Aunque no estuviera segura al 100% que ese día saldríamos todos completos. Fue extraño, pero lindo, cuando nos avisaron que primero bajarían al hombrecito, los dos papás primerizos e inexpertos nos lavamos las manos 10 veces, cerramos todas las ventanas y arreglamos el cuarto para recibir a nuestro príncipe. Caminábamos por todo el cuarto con las manos arriba (como doctores antes de operar)  para no ensuciarlas ni contaminarlas, escuchamos las llantas del carrito que venía hacia el cuarto y reíamos juntos de emoción. Tocaron la puerta y entró. Era perfecto, chiquito con nariz de botón y ojitos saltones. Mi bebé mayor estaba por fin «en casa». Solo faltaba la princesa para hacer real el cuento de hadas. Otras llantitas se escucharon a lo lejos e impaciente su papá abrió la puerta, para cerrarla luego con mirada decepcionada. No era nuestra bebita la que venía en ese carrito. Al poco tiempo tocaron la puerta de nuevo y el carrito con manta rosada hizo su ingreso. Mi guerrera perfecta que solo llegó al mundo con 2.020 kg había demostrado que todo era posible. Y juntos saldríamos adelante cueste lo que cueste.

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Primera foto de la familia completa

El primer mes fue el más complicado. Me dio una especie de «depresión post-parto» mezclada con miedos y traumas que poco a poco se fueron mudando de esta loca cabeza. Era una fiesta cada cambio de talla y cada onza de leche que subíamos. Salir de la prematuridad no fue fácil, luchas contra alergias a la proteína de leche de vaca, cólico de lactante, eruptivas repentinas, resfríos de locura y miles de noches en vela fueron algunos de los títulos de este primer año que se acerca.

No es fácil tener bebés, no es fácil tener dos bebés a la vez. Y el aprendizaje viene desde el embarazo, porque desde el día 1 que te dicen que tendrás mellizos y el famoso «a más bebés, más cuidado», es una especie de estigma que te marca y te tiene en vilo todo el tiempo. Con esas locas y a veces absurdas preguntas que rondan tu cerebro, el cuidado extremo, los miedos, sueños, libros y cosas que se te meten en la psiquis para hacer de tus días de «dulce» espera un poco amargos para hacerlos reales. Hasta que chocas con la realidad y tienes ya en tus brazos a tus dos creaciones de Dios, y te das cuenta que él por algo te eligió a ti como mamá de dos. Te mandó una tarea y labor que solo TU entiendes y a los ojos de todos puedes ser la más loca y neuro mamá del mundo. Pero no estás solas, aquí afuera hay otras como tú. Otras con complejo de pulpo que al final del día por más que pase uno o dos años se tiran a la cama antes de la próxima leche a decir «cómo llegué al final del día».

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Ahora, él un poco más grandecito de lo esperado, ella aún especial para la comida y haciéndonos batallar día a día con sus ganas de ser chica fitness. Lalo, con la panza más grande (mentirita), con más sueño acumulado. Yo, un poco más vieja y ojerosa, pero con un corazón más grande de lo que jamás pensé. Es así como nos vamos acercando a nuestro primer año juntos, ustedes en el mundo y nosotros como papás. Y juntos caminamos en esta aventura de convertirnos en expertos papás melliceros primerizos.

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La lista maestra

Cuando nos enteramos que seríamos papás vinieron los meses de felicidad pura y también los de planificación thriller: qué vamos a comprar, cómo haremos el cuarto, cuándo el baby shower, cuándo la pañalada, cotizaciones y miles de listas con «cosas que hacer» invadían mi agenda y mi cuadernito de pendientes.

Mis amigas me enviaban sus cuadros hermosos llenos de detalles por comprar. La mayoría elegía irse de viaje para comprar todo por allá, dicen que es más barato. En mi caso, no pude viajar pero algunas cosas las encargué a personas de confianza que iban de viaje o venían de visita. Digo de confianza porque no son cosas pequeñas, y eso debe ser encargado siempre a personas cercanas con un nivel de confianza mayor. Sino, podemos generarle incomodidades y respuestas positivas solo por compromiso. La idea es hacer de esta momento de «las compras» una de las más lindas experiencias.

Eso sí, siempre de una lista uno debe elegir solo lo que cree necesario, yo por ejemplo, compré algunas cosas y fui nutriendo y actualizando una de mis listas para que sirva luego a otra mamá. Hice mis comentarios melliceros y descarté algunas cositas que tal vez compré por las puras porque hasta hoy, casi un año después, nunca utilicé.

Y hace mucho quería compartir mi lista con ustedes. De hecho como siempre les digo, creen su propia historia y experiencia, pero si pueden usar algunos tips y aceptar consejos de esta humilde y alocada mamá primeriza, pues me parece genial. Solo tienes que abrir el link que adjunto a continuación y descargar el documento. Ojala que sea de mucha utilidad!

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¿Ya pasaron 11?

Quién diría que hace solo unos mesecitos aún estaba revoloteando en mi panza. Y yo, totalmente ilusa pensaba que los tendría aquí metidos por un par de meses más (se me adelantaron más de un mes señores) pero aquí están hace ya once meses y algunos días.

Juntos estamos aprendiendo. Nosotros a ser papás y ustedes a ser simplemente seres humanos mágicos y casi celestiales. Son mis chukis amados que mientras más crecen, más los amo. Y bueno, como corresponde, cada mes tiene su historia, sus características y sus avances. Por eso aquí algunas de las cosas que ya nos pasan y otras que nos tocarán en el transcurso de estos días.

El desplazamiento
Falta solo un mes para su cumpleaños y cada vez es más independiente, aunque todavía necesita mucho de tu cuidado y apoyo. Puede ponerse de pié sin tu ayuda y si le das la manito puede dar sus primeros pasos. Cuidado porque al principio pierde frecuentemente el equilibrio, por eso también vienen los primeros golpes.

Los movimientos
Algunos bebés ya puede tomar agua de un vaso o esas tacitas de plástico típicas con manijitas, así como también puede ser que ya coma toda su comida tomándola con sus manitos (embarrándolo todo aún). No te preocupes si todavía no hace esto ya que algunos bebés tardan algunos meses más en lograrlo (ten en cuenta que si nacieron antes de tiempo esto también demora un poco). Y cuidado con las lluvias repentinas o golpazos en tu cabeza, tu bebé puede tirar el vaso una vez que haya terminado de tomar lo que había dentro, o peor aún, tirarlo aún lleno.

Las historias bebés
Todo le llama atención: tu voz, las imágenes, los sonidos que imites. A esta edad tu bebé se interesa tanto con los cuentos que le lees, que intenta pasar las hojas para ver que sigue en la próxima página. En esta etapa son buenos los cuentos donde se enseñan los colores primarios con objetos cotidianos que él ya reconoce, como también los cuentos de aventuras simples ilustradas a todo color. Si tienen sonido aún mejor! Ellos aman todo eso y lo estimulas mucho más.

Tu bebé parlanchin
Todo empieza a tener sentido para los dos cuando se escuchan. Las expresiones vocales que emite para identificar objetos cada vez son mayores y éste es el comienzo del lenguaje propiamente dicho. El lóbulo frontal del cerebro se desarrolla rápidamente en esta etapa y debido a esto adquiere un desarrollo cognitivo que estimula el razonamiento y el habla. Por esta razón es importante que lo estimules hablándole mucho y sobre todas las cosas escuchando lo que diga con mucha atención. La interacción que tengas con tu bebé en esta etapa será muy importante para el aprendizaje del ida y vuelta del lenguaje y la comunicación.

La comprensión
Empieza a imitar todo lo que escucha. Ahora imita sonidos y acciones, también entiende órdenes sencillas. Si se le pide que traiga algo o que vaya hacia el lugar dónde se lo llama es muy probable que lo haga, aunque también es frecuente que se olvide la orden mientras la está cumpliendo, ya que puede haber algo en el camino que le interese mucho más. Lo que definitivamente ya sabe es cómo se llama. Prueba llamándolo a lo lejos, verás como gira buscando quién lo llama.

Los límites
Es bebé y no tiene tan buena como para recordarlo todo, pero es importante comenzar a ponerle límites en este período y enseñarle lo que está bien y lo que está mal. Tal vez te sientes con culpa si le dices que no agarre un objeto prohibido (como algo que corta o hinca) o lo retas cuando quiera golpear o molestar al perro, pero de esta forma le estarás enseñado los caminos correctos. Si aún después de que le llamas la atención lo continúa haciendo, no lo tomes como si te estuviera desafiando, es sólo su inmensa curiosidad por conocer el mundo que lo rodea y su poca memoria. No lo tomes como juego tampoco, porque es bien difícil evitar reír cuando te mira a los ojos después que le has dicho que no lo haga, siempre de buena manera, y lo vuelve a hacer para luego mirarte de nuevo. Todo un mundo.

A jugar
Ahora todo es más divertido porque entiende cómo jugar a otras cosas. Coloca objetos dentro de un frasco o los deja en la mano de alguien con absoluta certeza y voluntad. Le gusta mucho que jueguen con él y la relación en el juego se hace más fuerte. Le fascina que lo persigan mientras gatea porque lo encuentra muy divertido. Si lo sueltas y esperas que avance un poco y le dices «te chapo» y gateas un poco más rápido verás que sonríe y quiere él mismo agilizar la marcha para escapar. Siempre en un lugar seguro claro!

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Chinitos de 11 meses

Bueno, veamos cómo vamos esta semana. Y busquemos espacios para aprender nuevas cosas, juntos. Total, en solo unos días viene el primer año. Un año entero de amor y aprendizaje puro, y duro también.

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El pie de tu bebé

Muchas veces nos preguntamos qué tanto ayudan los masajes a nuestros bebés. En lo personal, pienso que ayudan mucho, sobre todo cuando se trata de masajear los piecitos. Es bueno que durante el baño y después de él, nos acostumbremos a que por lo menos unos 10 minutos de relajo debemos tener juntos. Y qué mejor manera que acariciando cada parte del cuerpito de ese ser perfecto que salió de nuestro propio cuerpo.

Es un momento lindo, que puedes hacer tan íntimo y especial que incluso sentirán que algo les falta si es que un día no hacen esta parte del ritual de baño. Lo único que debemos hacer es lo siguiente:
1) Elegir el horario perfecto. Creo que de noche ya para que luego entren a la cama y duerman rico, es el mejor. Pero depende de cada mami. Y bueno, tratar de que sea un momento que sea fácil de replicar los siguientes días para tratar de hacer un horario fijo.
2) Poner música linda de fondo. Es clave tener un ambiente tranquilo y sin mucho ruido. Esto te permite conectar con el bebé de manera especial. En mi caso este punto es difícil porque mientras uno está recibiendo el masaje la otra anda revoloteando por ahí a sus anchas.
3) Contar con una buena crema antialergica para bebés. Yo uso la crema de Aveeno de Lavanda. Dicen que las propiedades relajantes de la lavanda son increíbles y lo mejor de todo es que «dicen» que a algunos les funciona perfecto como relajante. Para mis chinos creo que necesitaría un campo entero de lavanda pero en fin.
4) Comunicación a mil. Mientras vas masajeando al bebé debes hablarle, conversarle sobre tu día y además contarle qué es lo que estás haciendo y qué parte de su cuerpo estás tocando. Es básica la comunicación entre los dos, y también el contacto visual. Clave!

Ahora, entrando a la mejor parte de todas, tocan los pies. Empiezo desde la misma tina con el jabón con el que los baño. Mansajeo un poquito cada pie y luego lo enjuago. Afuera de la tina ya con pañal bien puesto por si las moscas empezamos con la reflexología. Lo mejor de todo es que puedes hacerlo tú misma, con mucho cuidado y delicadeza como todo lo que hacemos para ellos.

Los bebés son especialmente sensibles a la reflexologíay muchas mamás instintivamente frotan los pies y las manos de sus pequeños en momentos de irratilibilidad, incomodidad y llanto. La reflexología ayuda y libera. Los resultados en bebés casi siempre se experimentan inmediatamente y puede calmar a un bebé irritable o ayudar a aliviar los dolores de estómago o estreñimiento. Puede comenzar a practicarse desde el nacimiento y puede ser utilizada como una herramienta valiosa para los padres para disipar las tensiones de sus hijos. Conforme el bebé crece y empieza a caminar, el uso de la reflexología también puede ser combinado con el control de la evolución de los pies. Los pies de los niños deben ser revisados ​​regularmente para evitar problemas causados ​​por llevar zapatos mal ajustados tales como: pies planos, callos, deformidades de los dedos, así como enfermedades infecciosas como el pie de atleta y las verrugas.

Es beneficiosa para los bebés que han experimentado un parto difícil, como con fórceps por ejemplo. Puede usarse como una terapia de curación natural para las enfermedades agudas, así como una herramienta de mantenimiento preventivo para una buena salud.

Para practicar estos masajes de manera correcta debes tener en cuenta lo siguiente:
– Usar una presión suave.
– Si el niño está enfermo, los puntos reflejos serán muy sensibles.
– Si el bebé empuja su pie para distanciarse de la presión es que no se está efectuando debidamente. No le está gustando y se debe parar y probar de modo distinto, quizá más suave, o en otro momento.
– No debe durar más de 5 a 10 minutos. O hasta lo que aguante el bebé. Él decide.

Finalmente les dejo una interesante imagen para que puedan visualizar dónde están los puntos de reflejo en los pies. Inténtenlo y verán que es muy bueno para ustedes y para ellos mismos.

Reflexología bebes