Ser mamá de un prematuro es aprender

Los veo durmiendo y aún no puedo creer cuánto han crecido. Ya no hacen esos ruiditos gatunos, incluso ya los baberos pasaron de moda. Cogen solos sus biberones y me piden agua cuando tienen sed. Avisan cuando necesitan un cambio de pañal, bueno no antes sino al momento con un tierno y relajado «cccacaaaaa», y me miran sonriendo cuando llego de trabajar.

Es increíble pensar que hace solo un año y algunos meses recién nos conocíamos en vivo y en directo, porque yo los conocía desde antes, en sueños tal vez, o en mi más profundas oraciones. Llegaron antes de tiempo, no se aguantaron las 40 semanas y decidieron tomar al mundo por sorpresa. La sorpresa más grande de mi vida. Y también la más estresante de todas debo reconocerlo, pues aún no estaban listos para arrancar la carrera. Pero con esfuerzo y dedicación, todo es posible.

Cuando cuento su historia, y cómo fue el 4 de agosto de 2014 (día exacto en el que nacieron) aún se me sigue poniendo la piel chinita porque recuerdo lo frágiles que eran. Lo preocupada que estaba al día siguiente y las ganas que tenía de estar bien para ustedes. Para salir adelante juntos. Y debo reconocer que admiro mi poder para reponerme al día siguiente de la cesárea. Caminando por la clínica y subiendo cada media hora a ver cómo estaban en la sala de bebés.

Hace poco pasamos por ahí, los 4 nuevamente mirando hacia adentro. Estoy segura que lo que pasó por mi cabeza, y la del papá, fue lo mismo «que bueno que esos días quedaron solo en recuerdos y todo salió como debía haber salido». Ya cuando estén más grandes les vamos a contar los super poderes de los mellizos Guillén!

Unos días atrás leí en un blog un texto que me encantó y quiero compartirlo con todas las mamis emblema que lucharon por sacar a sus bebitos de la prematuridad. Mamás guerreras y luchadoras que son símbolo de fuerza y perseverancia. Esas que aunque muriendo por dentro, mostraban la mejor de las vibras por sus hijos.

Ser mamá de un bebé prematuro es aprender:

A que los hijos llegan cuando quieren y no cuando uno lo planea.
A que armar el bolso o haber practicado la respiración para el parto no era tan importante.
A que la maternidad empieza con las lágrimas más amargas que jamás imaginaste que ibas a derramar.
A que las primeras 24 horas de su vida pasan a ser las más importantes de la tuya.
A que la primera vez que ves a tu hijo es a través de una cajita de cristal.
A que en vez de usar ese conjuntito que habías comprado para él, está vestido de cables, vías y otras cosas que lo ayudan a vivir.

Pero ser mamá de un bebé prematuro también es aprender:

A que el apretón de una manito de un centímetro tiene tanta fuerza como la de un oso.
A que las formas más pequeñas de expresar amor como una caricia en un bracito o en su pecho, en realidad son gigantes.
A que hacer de canguritos es la forma más hermosa de conectarte piel a piel con tu hijo.
Y por sobre todo, aprendes el verdadero significado del amor a la vida… porque es increíble ver la fuerza con la que estos pequeños se aferran a la vida y luchan cada día por salir adelante.
Son pequeños como tu mano pero luchan como leones para salir adelante, aunque no todos lo logran.
Ser mamá de un bebé prematuro es aprender a esperar para disfrutar de lo mejor que nos pudo dar la vida: Un hijo.

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4 comentarios en “Ser mamá de un prematuro es aprender

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