Muchas veces me preguntan cuál es mi hijo preferido. Es una pregunta un poco incómoda y hasta un poco desubicada. Es algo que cuesta responder porque suena algo duro el tener o no alguna preferencia. Aquí les detallo mi opinión al respecto, no hay una verdad absoluta, solo opiniones.
Una mamá quiere a sus hijos con todo su corazón, alma y cuerpo entero. A todos sus hijos por igual, pero es verdad que cuando alguno necesita mayor atención o dedicación en algunas cosas, está más con uno que con otro. Pueden tener momentos, cada uno puede necesitar más tiempo, cuidados, depende del día o las situaciones.
Creo que todos los que tenemos hermanos alguna vez hemos sentido esa «preferencia» y no hacia nosotros, sino hacia los otros hermanos. Pues, cuando la sentimos nosotros, no nos damos cuenta pero en realidad es que tu mamá o papá está más cerca porque en ese momento no es que te prefiera a ti, pero te da la atención que en ese momento necesitas.
Hace poco leí un artículo interesante, aquí se los comparto:
En alguna ocasión habrás escuchado decir que las mamás quiere más a su hijo hombre. Que las mamás prefieran a sus hijos varones puede ir más allá de un estereotipo, cuando las mamás hablan de sus hijos presumen lo increíblemente divertidos que son, hablan de sus travesuras, y comentan lo graciosos que son.
En cambio, cuando se trata de hablar de las hijas, las madres son más críticas con ellas. Les exigen con ser más serias y las regañan más que a los niños. Un estudio publicado por The British Journal of Psychology, revela que 88% de las madres admitió tratar diferente a su hijo varón que a su hija.
Incluso alguna confesaron sentirse mal por eso al darse cuenta. Muchas veces es una preferencia inconsciente. La psicóloga y consejera Chris Duff, comenta que la madre tiene un tipo de enamoramiento inconsciente con el hijo. Otra razón importante es que las mujeres tienden a ser más auto-críticas que los hombres, por eso son más exigentes que con los varones.
Prinsel, creciendo juntos
Es interesante eso del enamoramiento inconsciente, yo le digo a mi chino «mi novio chiquito». Y bueno, mi china es mi espejo, yo me veo tan reflejada en ella que a veces sí siento que soy más dura porque quiero que sea mejor que yo. Cuesta un poco ¿no? Pero lo que creo en realidad, es que las preferencias no existen como tal, pero sí existen los tipos de tratos a cada uno.
Además, como ya lo comenté líneas arriba, es importante estudiar ese momento que podemos catalogar como «preferencia», pues hay mucho en juego y aquí viene el segundo regalo para ustedes:
El hijo predilecto, aquel al que me dedico en cuerpo y alma, es el hijo enfermo, hasta que consigo que se cure.
Es el que está lejos de casa, hasta que vuelve.
Es el que está cansado, hasta que descansa.
El que tiene hambre, hasta que se alimenta.
El que tiene sed, hasta que puede beber.
El que está estudiando, hasta que logra aprender.
El que está desnudo, hasta que encuentra ropa que ponerse.
El que no trabaja, hasta que encuentra un empleo digno.
El que tiene novia, hasta que por fin se casa.
El que se casa, mientras se asienta en la convivencia.
El que ha hecho una promesa, hasta que la cumple.
El que es padre, mientras cría a sus hijos.
El que contrae una deuda, hasta que la salda.
El que llora, hasta que encuentra consuelo.
Y, con un semblante bien diferente a aquella sonrisa, finalizó:
El que ya no está con nosotros, hasta que vuelva a tenerlo ante mí.
Autor Anónimo
Lo leí hace mucho, y me llenó tanto el corazón que nunca lo olvidé y hoy lo comparto con ustedes.
Espero que llene tanto sus corazones como a mí.