A ustedes

Estuve pensando en qué les contaría cuando estén un poco más grandes. Y son tantas las cosas que tendría para decirles que las palabras quedarían cortas:

2015-01-21 18.02.21

Siempre juntitos

A ti Marcel, desde chiquitito te gustaba estar pegado a mí. Cada vez que te cargaba me cogías el cuello con tu manito y te prendías fuerte de mi ropa. Aplastabas tu naricita contra mí y parecías decir que no te soltara. Luchabas mucho para no dormirte a pesar de estar cayéndote de sueño. Cuando empecé a entender tus llantos ya sabía cuándo estabas pidiendo a gritos que te ayude a dormir. Saltando al ritmo de lo que sea en la cama del tío David y dándote palmaditas en las nachas poco a poco ibas cerrando los ojitos como borrachito. Dejaba las palmadas y empezabas a moverte fastidiado frunciendo el ceño para que volviera al mismo ritmo. Cuando te despertabas por la mañana eras un rayito de sol, escuchaba que empezabas a revoltearte en tu cuna y cuando me acercaba ahí estabas con los ojos bien abiertos y con las piernas levantadas tratando de cogerte los pies. Me mirabas y al escuchar mi saludo sonreías como siempre. Jugábamos un ratito y casi susurrando para no despertar a la dormilona de tu hermana y nos íbamos a mi cama a seguir jugando hasta la hora de la leche. Esa leche que por nada del mundo pude lograr que te encantara y me pidieras más. Si bien te la tomabas después de insistir un poco se notaba que no querías tomarla y si por ti fuera vivirías a punta de agua, cómo te encanta el agua! Recuerdo que no había día que rezara cada mañana y agradeciera por haber puesto dos vidas dentro de mi panza y a la vez, que tomaran toda su leche sin berrinches ni rechazos al biberón. Cada quien es como es y me costó mucho entenderlo. Es que no soportaba la idea de pensar que podrían bajar de peso y volverse huesito y pellejo. Amabas ver la Gallina Pintadita, La Granja y Las canciones de Plim Plim todos los días en el cuarto de la abuelita. Ver tu carita sonreír cada vez que empezaba una nueva canción me hacía amarte cada vez más y más. Cómo te gustaba pellizcarme el gordito del brazo! Tú sin entender que siempre odié eso de tu papá que a veces lo hacía para fastidiar me apretabas una y otra vez el brazo mofletudo con tu pequeña manita. Felizmente que eso no era peligroso como cuando te prendías de mis aretes y los jalabas para meterlos en tu boca. Algunas veces me hiciste entrar en desesperación por no saber cómo calmarte. Y es que cuando algo no te gustaba no había quién te parara. Por ejemplo al momento de sacarte de la tina, cambiarte el polo y pasar por la cabecita, darte las vitaminas en cucharita, y algunas cositas más. Al principio pensé que jamás podrías estar en tu cochecito, solo aguantabas unos minutos amarrado y estallabas en llanto. Cargado te encantaba, pero encerrado no. Siempre querías estar calato, ahora ya vamos entendiendo que el calor te ponía de muy mal humor y qué rico ese momento en el que nos preparábamos para el baño. Nos encantaba jugar a las cosquillas y a las mordiditas de manos y pies como dos tontuelos haciendo ruidos extraños. Luego cogiste la manía de no querer bañarte echadito sino sentado. Pobre del que quisiera echarte para enjuagar la cabeza, sentado tenía que ser. Tu chupón preferido podía tener hueco de tanto usarlo pero no lo cambiabas por nada. Teníamos como 4 del mismo estilo, color y hasta misma marca y modelo pero no. Tú querías ese que ya estaba aguadito de tanto usarlo. Era perfecto para que te acurruques mientras te quedabas dormido, mientras estabas de mal humor, y mientras tenías alguito de hambre al menos. Tu chupón azul aguadito siempre será especial. El mejor momento del día era cuando a las 5 de la mañana hacías ruidos dormidito, te cargaba despacito y te llevaba a mi cama y ahí, abrazados los dos nos volvíamos a dormir nariz con nariz.

2015-01-10 13.07.25

Mi chino lindo

A ti Naelle, te diría que recibiste más apodos que el mismo Melcochita pudo inventar. Desde chanchito rosado, hasta Chuky enfurecido. Nos costó muelas entender tus gritos de loquita, pero qué lindo cuando te ibas calmando al recibir tu mantita y cerrar los ojitos de a poquitos. Siempre la más chiquita, la más flaquita y difícil para comer. Tu día empezaba como si todo fuera maravilla, para empezar podía pasar un camión por tu cuarto y tú ni cuenta. Boca abajo o boca arriba cada mañana iba a buscarte y ponía mi mano en tu pancita para sentir como respirabas relajada y feliz. Cuando ya era hora de despertar te giraba mirando hacia arriba y abrías los ojos chinitos para mirarme y sonreír. Estirabas tus bracitos para desperezarte y volvías a sonreír aún más china. Qué sentirías al escuchar cada mañana «hola chinaaaaa»??? Siempre me lo preguntaré porque tu risa era tan hermosa y real que podía sentir tu misma almita. Luego venía el cambio de pañal, era una guerra de inicio a fin, ni bien tocabas el cambiador empezabas con tus movimientos de renacuajo y araña mezclada con patadas de bicicleta, terminaba con toda la mano llena de desitin y tú con crema hasta en los pies. Por más que trataba de hacerlo rápido y con cuidado de no mojar ni manchar nada, era inútil. Y tú, feliz. Cómo te gustaba mirarnos tú y yo al espejo y acercar la cara casi casi hasta chocar la nariz, sea el momento que sea te matabas de risa. Algunas veces cuando estabas renegona corría al espejo más cercano y listo! Desaparecía todo rastro de mal humor. Pero el momento thriller del día venía cada 3 ó 4 horas en donde tocaba la leche. Eras tan pero tan difícil para terminarte un biberón: cargada y paseando, echada en la cama apoyada en una almohada, en tu bouncer,sentada, parada, de cabeza, todas las formas del mundo y nada. Pero si te daba hambre y no te daban tu leche, sálvense quien pueda, pegabas unos gritos que estoy segura se escuchaban hasta el vecino y más allá! Te encantaba que te cuente secretos al oído, era como si esa sensación te relajara, podría pasarme días enteros hablándote y hablándote siempre. Recuerdo que al principio no me animaba a bañarte en la tina, te veía tan chiquita y frágil que ahora simplemente no lo creo. Con solo 5 meses te dabas vueltas como trompo, levantabas la mitad del cuerpo apoyada en tus manitos y te arrastrabas como gusanito cuando te ponía en tu alfombra. No había forma de dejarte sola ni al centro de la cama porque en un segundo rodabas hasta el filo. Cómo borrarme de la cara ese  puchero loco que ponías cuando de la nada cambiaba de voz a una más gruesa por ejemplo, mirabas con ojos atentos y el puchero salía de la nada para arrancar el llanto. En ese minuto te levantaba para abrazarte y dejaras el puchero atrás. Siempre fuiste la más tardona para dormir, querías estar despierta conversando y moviéndote como gusanito entre nosotros. A veces tu papá y yo nos hacíamos los locos echados a tu lado con la luz apagada y tú te dabas mil vueltas tratando de llamar nuestra atención hasta que te aburrías, cogías tu trapito y tú misma te ponías el chupón en la boca y te dormías. Nunca pudimos con los zapatos, salían volando al segundo de tanto sobarte los piecitos para que todo lo que había en ellos saliera disparado, hasta las medias. A pesar de ser más chiquita eras la que más agua sacaba de la tina en el baño, pataleando y dando manotazos en el agua te divertías mientras nosotros terminábamos más mojados que tú misma. Ya en ese momento te ponías un poco más engreidita queriendo meter tu carita por mi cuello porque seguro sabías que ya llegaba la hora de dormir o al menos tratar de hacerlo. Cada día era una aventura de risas contigo.

2015-01-10 13.38.01

Mi chinita bella

Sé que los bebes van cambiando cada semana y más mes a mes. Pero hoy que tienen 5 meses y medio esto es lo que puedo decirles sobre ustedes. Para mí siempre serán mis bebés que nacieron chiquititos y con muchas ganas y mucha fuerza juntos salimos adelante. Esa emoción que siento cada vez que dejan una ropita o cada vez que pasan de una talla de pañal a otra más grande, es increíble. Porque es una muestra de que lo estamos haciendo bien.

Sigamos creciendo hijitos que así como pasaron 5 meses, se vienen muchos años más juntos.

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6 comentarios en “A ustedes

  1. Que rápido han pasado estos cinco meses, Macel y Naelle ya se me hacen cargables, pero nada de bañarlos y cambiarlos que eso lo hace mejor que yo un elefante y con más delicadeza.

    Si no se han enfermado, es señal de que lo están haciendo bien.

    Espero que este blog dure por siempre y que sirva para que ellos sepan de todo el amor del que son depositarios.

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    • Elmito, pero sí se me han enfermado y lo peor es que yo los contagié! Se me resfrió primero Marcel y luego Naelle hace como 2 meses. Fue terrible y sufrí tanto con ellos! Lo más gracioso era que ellos estaban felices!
      Este blog, TIENE que durar para siempre. Siempre y cuando pueda mantener mi dominio! jajaja
      Un beso!

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  2. wao, tener dos y de un solo tirón… o sea me gustan los niños y aunque creo que no los tenga por mi cuenta… y dado que la sociedad no creo que permita las adopciones para personas «mundanas» como yo (hablo de la sociedad peruana)… eso no quita lo muy aventurero que sería estar en esa situación, tengo una sobrina que desde que llegó sólo ha traído cosas bonitas a la familia y que bonito que tú las tengas por partida doble…

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  3. Pingback: Ahora que van creciendo… | Mamá de doble yema

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