Un día duro

Ayer fue uno de los días que me hicieron entender que aunque crea que soy «super chica» no lo soy. Cada día lucho por cumplir metas y objetivos tanto personales como laborales, pero ayer fue el día que me enseñó que no siempre es posible lograr todo lo que está en la lista de pendientes.

Todos los días trato de salir aunque sea cinco minutos antes de la hora para que el tráfico infernal de lima no me juegue en contra. Trato de hacer lo «extra» a la hora de almuerzo o sino muy tarde pro la noche cuando ya estén dormidos los bebés. Pero ayer no lo logré.

Estuve aquí y allá haciendo y deshaciendo como siempre, volando sin ver el reloj, solo mi celular de cuando en cuando para ver las fotos y los mensajes que me mandan de sus platos vacíos luego de la papilla, de ellos felices en el coche paseando por el jardín, risas y demás cosas lindas que me recargan de energía para seguir. Pero ayer fue distinto.

MINUTO A MINUTO DESDE LA CASA DE LOS CHINOS

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Siempre salgo de la casa no sin antes apapachármelos bien fuerte, llenarlos de besos y hacerles la señal de la cruz en su frente para que me dure hasta la tarde cuando llegue de nuevo y abrazarlos y jugar con ellos hasta que se duerman. Pero ayer no fue suficiente.

Ayer, fue el primer día que hice todo lo humanamente posible y todo lo que estuvo a mi alcance para llegar a la hora. Para darles de comer, bañarlos y jugar un rato hasta dormir juntos. La hora pasaba y por primera vez miraba el reloj y sudaba frío. Las manos me temblaban y mi corazón latía a mil por hora. Tomé un taxi y luego otro pidiéndole al señor que volara. Revisaba mi celular cada dos segundos, salí cogí mi cartera me quité los tacos y entré corriendo a la casa. De nada sirvió porque cuando entré casi a escondidas como siempre para decir «HOLA BEBES», los vi durmiendo en su cunita. El día había terminado para ellos sin ver a su mamá y la noche recién empezaba para esta mamá que no vio a sus hijos despiertos ni le regalaron esa sonrisa del alma con la que día a día la reciben.

Como nunca, se habían dormido más temprano. No durmieron por la tarde por estar jugando y el sueño los venció antes de lo esperado. Pero como dentro de todo lo malo hay cosas lindas, hoy empezó un nuevo día más temprano de lo normal, pudimos jugar cuando aún estaba oscurito, abrazaditos en la cama los cuatro entre sueños y risas esperamos a que llegue la mañana en donde todo vuelve a empezar.

Hoy, será distinto porque así lo quiero y me lo propongo.

Hoy llego para jugar con ustedes así tenga que mover cielo, mar y tierra!

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3 comentarios en “Un día duro

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