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Yo tengo hijos ruidosos, y tú?

Desde que nacieron los mellis, no existen los días tranquilos. A pesar de que ellos vayan al colegio, y en verano a vacaciones útiles para poder estar entretenidos, desde que abren los ojos a las 6:30 am (en un buen día a las 7:00 am) ya se escuchan risas por aquí, ruidos de juguetes por allá, y 178 «mamás» por segundo. Escucharlos con ese tonito tan característico de los niños entre risas, conversaciones locas y llantos también, porque no todo es color arco iris en la vida real, es mi pan de cada día.

El abuelo siempre decía que «un niño sano es un niño feliz y un niño feliz corre, grita, salta, se ríe con fuerza y muchas cosas ruidosas más». Me acuerdo que cuando aún no era mamá, veía y escuchaba a los niños reír y gritar en el super mercado por ejemplo, la mamá detrás de ellos con el pelo alborotado y con cara cansada pero siempre con una sonrisa los veía a lo lejos sonriendo sin decirles nada. Y es que efectivamente no estaban haciendo nada malo como para llamarles la atención. Pero también veía las miradas inquisidoras de algunas personas que, sin duda, esperaban un estate quieto de esa mamá para sus «revoltosos» hijos. La verdad es que ahora entiendo mejor TODO, porque un niño feliz es el que expresa lo que siente, sea gritando a todo pulmón cuando juega, riéndose a carcajadas hasta que les duela la panza cuando algo les parece chistoso, llorando con sentimiento cuando algo no le gusta o le incomoda, preguntar 50 veces lo que le da curiosidad, etc, etc, etc.

Y es cierto que el resto del mundo puede tener sensibilidad auditiva, y escuchar el ruidoso juego de un niño pueda desesperar, pero ellos son eso, NIÑOS, y no entienden aún de límites cuando de sus emociones se trata. Todo debe ser controlado, obvio está, pero un niño es ruidoso desde que es un bebé, y es a partir de los 3 años que esto se intensifica porque descubren que son realmente seres independientes de su mamá y pueden ellos mismos probar y conocer sus límites. Lo que sí, es que nosotros como papás debemos estar siempre alertas, si esos ruidos son angustiantes, y ellos mismos se ponen nerviosos, puede que estemos frente a un clásico «grito para llamar la atención de mis papás»  y es ahí donde debemos intervenir para ayudar en el lado emocional y regular eso. O también, si son inquietos en extremo, podemos estar frente a un caso de hiperactividad, pero ya ese tema es otro mundo.

Cada niño es distinto, cada uno tiene sus límites y formas pero lo cierto es que un niño feliz es ruidoso e inquieto. Le gusta explorar su mundo imaginando y creando a cada minuto y eso solo significa que es un niño sano, que está creciendo bien.

Por mi lado, no siempre estoy con la sonrisa de oreja a oreja cuando los escucho gritar como tamaleritos (como les digo a veces), o cuando me llaman por mi nombre preferido «mamá» unas mil quinientas veces de la nada o cuando terminan una frase con «no es cierto mamá?… mamá?… responde mamá?» mientras que yo cierro los ojos y me hago la dormida. Todo eso y más es hermoso, porque significa que son niños felices.

Así que recordémoslo siempre: cuando hay niños, hay ruidos, y cuando hay ruidos solo significa que el niño es feliz!

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Cuando la heroína pierde su capa

Creo que esta semana se me perdió la capa de Mujer Maravilla. La he buscado en todas partes y simplemente parece haber desaparecido, o tal vez, alguna mano «traviesa» decidió esconderla para jugarme una mala pasada algunos días, pero ya estuvo bueno creo, suficiente por esta semana ¿no? A veces no basta con solo tener pensamientos positivos, porque pienso que es necesario algo de gris para ponerle giros «interesantes» al cuento. Pero tan seguidos a veces cansa, y hasta ya empieza a parecer extraño.

El año pasado pude sobrellevar muy bien el tema de ser mamá con horario de oficina y sentirme totalmente capaz (con o sin capa), ahora se me está haciendo más complicado, y creo que la razón es que la vida, los años, el nido, las tareas, las responsabilidades y todo, crece. Y no es muy difícil entender que todo lo que crece tiende a complicarse de algún modo. La rutina se acomoda y se puede sostener un tiempo y una se siente increíble, todopoderosa y super fuerte: que venga todo que aquí estoy al pie del cañón para soportarlo con fuerza. Pero cuando golpea la ola que viene escondida, caes, y duele.

Es así como ayer me di cuenta de mi primera falta, y fue entonces cuando miré mi espalda y me di cuenta que no me había puesto mi capa. Esa que mis hijos admiran todos los días, la que cada vez que buscan ayuda la tienen en la mente, esa que me caracteriza y hasta con sarcasmo me impulsa a MÁS. La que guardo en la cartera al llegar a la oficina y me pongo cuando llego a la casa; de vez en cuando la miro para que nadie me la haya robado, eso sí, es la más envidiada de todas. Pero esta semana la perdí en algún lugar, y me dolió. Debo reconocer que me dolió.

Pero una mamá-super héroe también se cansa, baja las alas, guarda la capa y solo quiere dormir. Y solo algunas veces las noches son las largas y el tiempo para HACER queda corto: firmar las agendas del nido, poner las mudas de ropa correctas en la mochila, armar la lonchera y dejar todo listo para la mañana, el regalo del cumpleaños del niño de la semana, dar la medicina en el horario completo. Todo eso pasa cuando una noche es más larga por culpa del sueño, y de una capa perdida.

Lo bueno de todo esto, es que que aunque cueste, y duela un poco haber sido «la peor», siempre hay oportunidad de hacerlo mejor, ordenar el horario y sacarle provecho a lo que no funcionó. Entonces, me sacudí un poco, solo un poco porque realmente todavía me queda algo de esa sensación de «cómo fue posible», y traté de hacerlo de nuevo. Y creo que esta vez salió mejor. Vamos a dejar la capa en un lugar visible, y tener algunas de repuesto en caso de emergencia.

Aunque no sería mala idea tener también un antifaz. Podría usarse en casos de MÁS emergencia.

🙂

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Con el corazón arrugadito

Hace unas semanas escribí sobre lo feliz que me hacía estar con mis hijos las 24 horas. Era un trabajo incluso más arduo y difícil que el de oficina, pero era gratificante al 100%. No había noche que agradeciera por ese día dedicado íntegramente a ellos. Estoy segura que estos meses hemos crecido los tres: ellos como seres humanos individuales, y yo como mamá.

Aún recuerdo el día que regresé a trabajar cuando solo tenían 7 meses. Una suerte también considerando que muchas mamás deben retomar sus labores a los 3 meses de post natal, o a veces antes. Pero sufrí mucho. Tal vez un poco más que ellos, pero recuerdo el dolor profundo en el corazón al cerrar la puerta sin poder volver sobre mis pasos porque, si regresaba nunca más volvía a salir y había un horario que cumplir. Los meses pasaron, y los tres nos fuimos adecuando a la rutina de «mamá de oficina», y esperábamos el final del día para gritar: holaaaaaaa! y abrazarnos, jugar, comer, bañarnos y dormir juntos. Una rutina que agota también, pero como siempre digo, las mamás tenemos ese SUPER PODER que nunca se gasta.

Luego me tocó el proceso de «cese laboral» en mi trabajo. Ellos con casi 3 años hacían fiesta cada vez que al despertar se daban cuenta que la mamá sería quien los cambiaría y dejaría en la puerta del nido. Y lo mejor venía a la hora de salida: mamá también en la puerta esperándolos arrodillada en el piso para recibir sus abrazos llenos de felicidad. En la tarde era una fiesta: en casa o en el parque hacíamos de cada día, uno especial. Aprendí a dejar las preocupaciones en la mesa de noche (para retomarlas antes de dormir), pues las cuentas no perdonan y los años tampoco. Se viene el colegio y entonces el sueldo a fin de mes, se extraña. A pesar de intentarlo, no podemos solo con un esfuerzo (papá), es necesario que mamá también lo haga. Por eso que en estos meses no paré de buscar, hasta que la semana pasada me dieron la noticia: empiezas en una semana, felicidades.

En principio solo quería llorar de emoción, por fin estaría tranquila con las cuentas y mis hijos tendrían todo lo que necesitaban. Pero el dolor vino después. Esos días ENTEROS al lado de mis mejores maestros se estaban acabando. El talonario de días felices tenía las hojas contadas y recién caía en cuenta. Lloré, y sigo llorando hasta ahora porque no entiendo los giros de la vida. Giros, porque son vueltas por las que siempre debemos pasar, es así porque simplemente es así.

De hecho, estoy mega agradecida por cada cosa que me pasa. Sea triste o feliz, le doy gracias y entiendo una vez más ese dicho de «Dios aprieta pero no ahorca» y si me apretaba al lado de mis hijos, qué mejor situación! Pude verlos reír, en actuaciones libres de permisos, cuidar un resfrío o un simple dolor de garganta, calmar varios llantos, aguantar berrinches «graciosos», correr felices, abrigarlos, secar sus lágrimas, hacer galletas, pasear horas, ir a lugares divertidos, dejarlos y recogerlos del nido (eso es un lujo de verdad), acompañarlos, hacerlos dormir, velar sus sueños de tarde, besarlos al despertar con ellos diciéndome «hola mamá», verlos jugar, ordenar sus cuartos, secarles el sudor, curarles una herida, ayudarlos a levantarse luego de sus caídas de scooter, ver televisión acurrucados y abrigaditos, prepararles su leche de la tarde, comprarles antojitos en la tienda, llevar a mi chino a sus clases, pude gozarlos sin parar. Pude conciliar peleas de hermanos, me volví loca y perdí algunos pelos de vez en cuando, pero siempre feliz de estar con ellos día a día.

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Volveremos a los mensajes por wapp con fotitos sinfin durante un largo día de trabajo fuera de casa, a las llamadas por teléfono para preguntar si ya comieron, si hicieron caca (color, consistencia, frecuencia y demás), si hicieron pataleta, si preguntaron por mí, si están felices, o si están de mal humor, si durmieron la siesta, si tomaron su leche… para simplemente escuchar que están bien y que el mundo sigue de pie conmigo lejos de ellos.

Cómo cuesta, cómo duele. Lo pienso y no me la creo aún, han sido los mejores meses de mi vida pero ahora me toca seguir adelante, por ellos y para ellos. Tal vez puedan sentirse un poquito tristes (nunca tanto como yo), pero estoy segura que algún día entenderán que todo es por ellos. Para darles todo lo que merecen y si puedo un poquito más.

Hoy, con mis hijos más grandes, sigo sintiendo ese vacío, mezclado con temor, tristeza y molestia que sentí cuando regresé a trabajar cuando solo tenían 7 meses.

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Los amo… y gracias a la vida por tremenda bendición. No me quejo, es solo un reniego chiquito en una cuesta hacia arriba.

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La semana especial de mi chino

Desde el año pasado celebramos las «Semanas Especiales» de los niños en el nido. Cada niño tiene una semana entera dedicada a ellos y me llena de emoción cuando llegan las semanas de mis chinos. Y como muchos me lo dicen, soy una mamá afanosa que vale por dos. Y de hecho es un poco complicado porque pensar en ideas para pancartas, y actividades diferentes para dos personitas en solo un año, cuesta! Pero lo hago con mucho amor, y con ganas de verlos felices y sintiéndose hiper espaciales. Como son!

Esta semana es la semana de mi chino, y todos los días han girado en torno a él y a su bella y maravillosa vida. Y yo, como su fan #1 no puedo evitar que se me caigan las babas hablando de él. Mi churro, mi niño inteligentísimo que se robó mi corazón y aliento desde que pisó el mundo con sus 2.480 Kg. Mi chino churro potón y cachetón que me saca canas verdes pero es mi maestro principal. El que me enseña lo que nunca creí que podía aprender. Esta es la semana especial de Marcel.

Empezamos el día lunes con el cartel de «Todo sobre….», es una idea linda que resume la vida de cada niño en fotos y algunas frases. En lo personal siempre quiero hacerlo de algún personaje que les guste y les llame mucho la atención. A Marcel le gustan muchos dibujos pero en especial le llaman la atención los colores y las formas geométricas. Fue así como buscando mil referencias muchas semanas antes, encontré una que adapté para que sea el cartel perfecto para él: un arco iris de fotos. Para hacerlo, solo necesité: cartulinas de colores, silicona líquida, goma en barra, tijera, regla, lápiz, fotos y plumones de colores. Lo demás, es paciencia y mucho buen humor para que cuadren las tiras de color en la cartulina base. A mi chino le encantó y yo fui feliz!

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El martes fue el día de compartir un juguete con sus amigos. Tiene que ser un juguete especial, que el niño estrella de la semana quiera mucho y le encante jugar con él. Aquí enseñan a los demás a compartir y que es bueno prestar a los amigos sus juguetes. Además, el niño se siente especial porque todos quieren jugar con algo que es especial para él. Nosotros llevamos dos: un perro que da vueltas en el suelo y se ríe (es demasiado gracioso, haré un video para se contagien de su risa) y un carrito con cabeza de tiburón que se mueve al apretar un botón y va adelante y atrás. Es lindo también y a él le encantan.

El miércoles fue el día de llevar sus libros preferidos, y ahora que justo estamos en nuestro momento de «más libros menos tele», nos cayó genial llevar los preferidos de Marcel. Estos son 4, una maletita de libros de Paw Patrol que Marcel ama que le cuente a la hora de almuerzo. Cada libro es sobre uno de los cachorros de la patrulla y alguna aventura, confieso que ya no los leo porque me los sé de memoria pero ahora variamos un poco las historias. A veces jugamos a que él mismo me diga qué sigue en el cuento, eso es bueno porque ayuda a desarrollar su «pensamiento mágico».

El día central fue hoy, pero para mí empezó hace días con la planificación. Fuimos al salón de mi chino para hacer una actividad especial con sus amiguitos. A él le encanta la música, el año pasado hicimos maracas y este año tocarían panderetas. Son muy fáciles de hacer pero es un poquito trabajoso para mamá por la parte de hacer los huequitos. Solo necesitas:

  • Platos descartables (un par por pandereta)
  • Perforador de un hueco
  • Hilo de colores
  • Cascabelitos
  • Payares o frejoles
  • Plumones, stickers, témperas para decorar la pandereta

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Hoy llevamos las panderetas casi listas, ellos colocaron los cascabeles y decoraron sus platos con stickers. Estaban felices, y lo mejor es que al final cantamos una canción y todos tocaban sus panderetas. Es una actividad linda, puedes hacerlo con cosas recicladas y además, pasas tiempo con los chicos. Además, hay muchos instrumentos para hacer con este tipo de materiales, podemos hacerlos todos y formar una banda. Lo único malo, es que luego no hay como callarlos con los benditos instrumentos (cosas locas y contradictorias de toda mamá).

Lo difícil vino después cuando tuve que despedirme de ellos y no querían que me vaya. Sufro cada vez que eso pasa, pero es la ley de la vida. Ya no nos pasa cuando los dejo en el nido, porque es la mecánica de siempre, pero ya cuando la mamá va y se queda una hora con ellos jugando, cantando y pasándola lindo, es un poco más difícil.

Felizmente al final la Miss me mandó fotos a mi celular con sus caritas sonrientes diciéndome «ya pasó». Yo, volví a sonreír y a ver el reloj para esperar la hora de la salida.

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Nos ponemos en ModoCumple

Estamos a solo un mes de los 3 años y ya nos empezamos a poner en #ModoCumple. De hecho he empezado tarde este año pero tiene justificación. Hemos pasado por algunos cambios radicales en nuestra vida mellicera y todo es perdonado. Sin embargo, el tiempo es más corto y debemos apurarnos para no morir de estrés en poco tiempo.

Cada año me ha gustado celebrarlo bonito. Algo sencillo pero con mucho amor para mis chukis y este tiene que ser más especial aún. Ellos a esta edad ya se dan cuenta que es su cumpleaños, e incluso esperan el momento del Happy Birthday desde muchos meses atrás. No por nada en cada cumpleaños al que vamos quieren ser ellos los que soplen las velas. Felizmente, en los de los tíos a veces cantamos dos veces, para el cumpleañero y otra para los chukis.

El año número uno lo hicimos de la Gallina Pintadita. Salió bello y todo fue decorado con cosas que yo misma imprimí de internet y cortamos entre todos. Es que en el 2015 no estaba TAN de moda como ahora que en todas las piñaterías encontramos cosas de la famosa gallina: vasos, platos, globos, y hasta sorpresas personalizadas.

El segundo año fue con Plim Plim, el payasito que al menos a mis hijos les encanta. Muy colorido y con canciones lindas (con algunas de ellas mis hijos han aprendido varias cosas como lavarse los dientes, a decir por favor y gracias, y a reírse de algunas travesuras inocentes). Es lindo cuando un dibujo tiene mensajes así.

Y este año, el número 3, el dibujo que se llevó los honores de acompañarnos en el cumpleaños es uno que a todos los niños alguna vez los ha hecho matar de risa. Recuerdo una vez que estábamos con los chinos viendo tele (papá, mamá y mellis) y pesqué a #PapáLalo viendo el dibujo con una sonrisa sin despegar la mirada. Estaba PE GA DA ZO!!! A mí me gusta pero personalmente me parece un poco malcriada la niña, pero tiene un lado tierno increíble. Y también, algunas veces enseña (enseña también travesuras pero luego con un mensaje positivo). Los ganadores son: Masha y el Oso.

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Naelle hace meses viene diciéndole a todos que su cumpleaños será de Masha y que Marcel será el oso. Es lindo que a los dos les guste tanto un personaje, sino estaríamos fritos. Porque siendo hombre y mujer es un poco complicado evaluar porque hay colores muy predominantes en algunos dibujos como Peppa que es casi todo rosado (y no son fan de Peppa porque esa sí que es una malcriada, pero igual mis hijos la aman); está La Doctora Juguetes (que es morado corazón); está Pocoyo (que es celeste por donde se mire salvo algunos amiguitos pero no son los principales); y muchos más. Pero también están los personajes para ambos como Mickey y Minnie; Backjardigans; Paw Patrol; La Granja; y así tenemos para todos los gustos. Pero ya eligieron mis jefes, y ellos son los que mandan.

Entonces, se viene un mes bien cargado de detalles por preparar a contra reloj pero estoy segura que la vamos a pasar lindo y el resultado será hermoso. Es un estrés rico, diferente y con ese sabor dulce que solo los hijos nos pueden dar.

Entonces, arrancamos los preparativos: quedan 30 días!

Felices 2 años y 11 meses mis chinos bellos! Los amo con TODO el corazón y más!

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San Valentin accidentado

Sin duda, esta no ha sido una buena semana. Empezamos el lunes bien, un poco cansados pero bien. Llegué a mi casa a jugar y a estar a full con mis chinos, felices, jugando de super buen humor. Llegó la hora de dormir y empezó lo bueno. Marcel estuvo medio inquieto en la noche, como hiperactivo, acelerado, sin querer dormir. Pero lo tomé como siempre, como si simplemente quisiera seguir jugando conmigo. Se durmió finalmente casi a las 10:30 pm cuando me pidió su leche. Hasta ahí, parecía una noche normal. Pero no.

A las 12 aproximadamente me llamó desde su cama, lo fui a ver y estaba sentadito esperándome. Me pidió ir a mi cama y como siempre accedí. Lo cargué y fuimos a dormir nuevamente. A la 1:30 am empezó a vomitar de la nada, lo cargué para ayudarlo y sacarlo de la cama, luego lloró y yo también, odio los vómitos porque asustan a cualquiera. Pasó una media hora y volvió a vomitar, le di gravol y lo botó de nuevo. No sabía si llevarlo a la clínica entonces llamé al doctor y me dijo que solo lo observe porque tampoco había sido abundante ni tan seguido (ya eran las 4:00 am) hasta que por fin a las 5 nos dormimos de nuevo. En la mañana veríamos cómo seguía y evaluaríamos si llevarlo a la clínica. Resulta que la «siesta» no duró mucho porque a las 6:00 am empezó mi china. Vomitó todo lo que tenía en su pancita. Yo casi me muero porque los dos lloraban, ella por el susto y él porque yo me había ido a ayudarla además de estar preocupado por su hermana porque preguntaba por ella. Iba a ser un martes muy complicado. Y recién empezaba. La suerte de «Cupido» le digo. Creo que ha sido el 14 de febrero más difícil que me ha tocado.

Lo normal es que luego se suelte el estómago y eso fue lo que pasó con Marcel, yo me adelanté y llevé sus muestras al laboratorio, felizmente en la tarde cuando salieron los resultados, todo estaba bien, no había infección que es lo que más de asustaba, por ende, debía ser viral. Empezamos con la fiebre por la tarde así que esa tampoco sería una buena noche. Y así fue, lo tuve que meter a la tina a las 4:00 am para que le baje. Felizmente ella no hizo más fiebre que en la mañana pero ya ayer miércoles por la tarde empezó con el estómago suelto (solo una vez). Es así como aquí estamos, de pie en la lucha por salir de este virus.

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He escuchado a muchas mamás hablar del «virus de verano» y creo que eso es lo que nos está pasando. Me puse a leer un poco y encontré las enfermedades clásicas que nos acechan en estas fechas. Hablemos un poco de eso:

Infecciones de vía aérea respiratoria alta
Son muy comunes durante todo el año. Los síntomas más frecuentes son congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta, pudiendo asociar fiebre generalmente (entre 38-39 39ºC). El tratamiento suele ser sintomático, con antipireticos como el paracetamol e ibuprofeno y mucha agua. Ahora, si la fiebre se ya tiene más de tres-cuatro días o haya dolor torácico, dificultad para tragar o al respirar, etc., se recomienda un chequeo más completo con su pediatra.

Faringoamigdalitis aguda
La mayoría de casos son también virales. Los síntomas más frecuentes son tos, rinorrea, dolor de garganta y, en ocasiones, aparecen pequeñas aftas en la cavidad oral (llagas en la boca). El tratamiento en los casos producidos por virus es sintomático, pero en el caso de que se asocie fiebre elevada o dificultad para tragar, debe ser consultado al pediatra. Además, si los niños se exponen a temperaturas muy frías de aire acondicionado o bien a aire acondicionado directo, aparece dolor e irritación de garganta, pero no suele cursar con fiebre, sólo con molestias debido a la irritación e inflamación que provoca en la vía aérea la sequedad por el aire acondicionado.

Gastroenteritis aguda
Generalmente es también un viral cuyos síntomas son principalmente diarrea y vómitos, que se transmiten entre persona y persona; además mucho más frecuentes durante los meses de verano, son las producidas por intoxicación alimentaria. Lo principal para tratar estos cuadros de intoxicación es una hidratación abundante con suero oral (como el electroral pediátrico) ya que ayuda a reponer lo que pierde el niño por las deposiciones. No se recomiendan las bebidas azucaradas y sí se aconseja tomar una dieta adecuada para su edad, sin dejar periodo de ayuno, evitando grasas y azúcares. Es importante saber que se debe acudir al doctor cuando el niño se toma un vaso de suero oral y no lo tolera y sigue vomitando, o tiene deposiciones muy frecuentes.

 

Están también virus y enfermedades como la laringitis aguda que se caracteriza por una persistente tos conocida como tos perruna, fiebre variable y, en ocasiones, puede acompañarse de una especie de ruido seco que se presenta al coger el aire. También está la otitis externa causada por la humedad, por el agua de las piscinas, playas, etc. y el síntoma más común es fundamentalmente el dolor que, además, suele acentuarse cuando se presiona en la oreja o incluso al tragar.

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Espero que poco a poco vayamos mejorando y saliendo de este virus que nos tocó feo. Es horrible cuando ellos se enferman y somos nosotros los que más sufrimos. Siento que cada hora que paso lejos de ellos es como una eternidad, por eso llamo a ver cómo están, si han hecho caca, si han tenido fiebre.

Como dije al principio… Sin duda, no ha sido una buena semana.

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¿Elegir un buen colegio, sin morir en el intento?

Este es un tema que realmente me vuelve loca. Esta vez no voy a hablar de los exorbitantes precios que ahora cobran los colegios particulares del país, tampoco del estrés de buscar un buen colegio que se adapte en TODO sentido a nosotros. Esta vez, trataré de darme ánimos a mí misma para no perder la cabeza en esta carrera que se llama: búsqueda de colegio para mis hijos.

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Hoy en día la oferta educativa es muy amplia. Existen colegios públicos y privados; bilingues y multilingues; públicos y privados; cerca a la casa o con un método especial para los chicos; etc. En fin, hay muchas opciones pero debemos responder algunas preguntas para estar seguros y tranquilos con el colegio que elegiremos para ellos. Recordemos que es ahí donde pasarán la mayor parte del día, y si tu hij@ tiene ya 2 años, es hora de ponerse las pilas.

Preguntas que debes hacerte para elegir colegio:

  1. ¿El colegio tiene un proyecto educativo?: Aquí básicamente se trata de conocer el método de aprendizaje que utilizan. Si usa un método pedagógico alternativo se puede consultar su está certificado por el Ministerio de Educación.
  2. ¿Cuántos alumnos son por clase?: Siempre me han gustado los colegios que reciben a pocos niños por clase porque así la atención será más personalizada. Pero hay colegios que admiten hasta más de 30 alumnos por salón. Es bueno tenerlo en cuenta.
  3. ¿El colegio es cerca o lejos de casa?: Aquí evaluemos que si es necesario un transporte es un costo que suma a la bolsa, además de los horarios. Si es que nosotros debemos llevar o recoger, y trabajamos, será muy estresante y poco sostenible.
  4. ¿Enseñan otros idiomas?: Hoy, hablar inglés es muy importante y es algo que no solo se enseña en colegios privados, es algo ya casi obligatorio en todos los centros. Pero algunos los enseñan con mayor intensidad.
  5. ¿Qué religión enseñan?: Es importante que el colegio que elijamos esté de acuerdo a nuestras creencias. Así se evitan contradicciones y confusiones.
  6. ¿Cómo es el colegio en su día a día?: Solicitar visitas guiadas cuando los niños están en clase es lo mejor. Así ves a los propios niños desenvolverse, a los maestros y también conoces mejor las instalaciones.
  7. ¿Qué actividades extracurriculares ofrecen?: Estas actividades son importantes porque así el niño desarrolla otras competencias y habilidades. Hay actividades deportivas, artísticas, etc. Es importante balancear también las preferencias del niño.
  8. ¿Cuenta con comedor?: Es importante saber si hay servicio de comedor y qué tipo de alimentación ofrecen. Es bueno acostumbrarlos a una dieta sana y equilibrada desde niños. Más aún si en casa es así.
  9. ¿Ofrecen buenas instalaciones?: Aquí hay que tener en cuenta que las herramientas que brinda el colegio son importantes, pues de esto depende el futuro de nuestros niños. Averiguar si cuentan con nuevas tecnologías, pizarras electrónicas, computadoras, etc, es algo vital para entender cómo se desarrolla el centro.
  10. ¿Es un colegio al que podemos acceder económicamente?: Aquí el punto álgido del asunto. Hoy el día parecen no existir los colegios accesibles para el común denominador de las personas. Pero sí los hay, no serán de la socialité pero lo que importa es la buena educación que les puedan dar. Así que a buscar señores!

Y listo, esta es mi contribución para el mundo que está en plena búsqueda. Ahora, existen grupos, páginas, foros y todo para hablar de este tema. Hace unos días conocí «Busco colegio» en Facebook y la verdad es que está bueno.

Es así que estamos en esa etapa agridulce de buscar el mejor colegio para los chukis. Digo agridulce porque a pesar que se estresante, enternece el ver cómo crecen y como van formando su camino ellos solos.

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Una mamá con sueño, es un peligro!

Debo reconocer que nunca he sido de dormir mucho. Mis papás siempre me decían que era «noctámbula» porque me encantaba hacer cosas de noche solo por no irme a dormir temprano. Así fui hasta grande, leía, veía mis series, escribía, a veces hasta escuchaba música y podían dar las 2:00 am y yo seguía sin dormir y al día siguiente había que ir a la universidad, o posteriormente, al trabajo.

Las cosas empezaron a cambiar cuando salí embarazada, no me dio ese sueño EXTREMO que todos comentan cuando están en la espera, pero sí andaba un poco más cansada y con ganas de dormir. El cine duraba menos porque me dormía a los 10 minutos de empezada la película, la terminaba viendo siempre Lalo solo; los caminos al trabajo eran especiales para hacer una siestita, y las noches eran fugaces.

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Juro que no era intencional, pero habían veces que estando en reuniones en mi casa, con amigos de confianza felizmente, decía que me esperaban un ratito, que iba al baño. Subía para dirigirme al baño pero de pronto mi cuerpo cambiaba de dirección casi en automático, directo a la cama para tirarme en ella y nunca más volver a la reunión. Me costó algunas malas cara con mis amigas a veces, pero no lo hacía consciente, eso lo puedo garantizar.

Ya luego cuando nacieron empezaron las malas noches (hace ya 2 años y 5 meses de ello) y con ellas llegaron los bostezos sin fin, las cabeceadas frente a la computadora, los ojos virolos en reuniones tratando de mantenerlos abiertos y derechos, las frases típicas que me acompañan día a día como «ya no soporto», «se me caen los ojos», «por favor mi cama», e incluso «ayúdame que me duermo». Y fue aquí donde empezaron las «voladas máximas» por culpa del sueño.

Por ejemplo: le he puesto los zapatos al revés a los bebes y me he dado cuenta cuando la gente en la calle los miraba raro cuando ellos caminaban riéndose y mirándose los pies; le he puesto ropa, sin pañal, cuando estaban re chiquitos y aún ni sabían lo que era «hacer pis en el basín»; un día le di rino bebe (solución salina para la nariz) pensando que era gaseovet a Marcel cuando era bebé y me di cuenta por la cara de asco que puso al probarlo; otra vez me desperté demasiado asustada y buscaba entre las sábanas a Naelle porque según yo estaba ahí a mi lado y en realidad estaba en su cuna; a veces que me llaman por celular y lo tengo al oído me pongo a buscar mi celular en mi cartera, en el piso, debajo de la cama, y de pronto me doy cuenta que estoy hablando por él; algunas veces he tenido que pedir disculpas en el delivery de la farmacia porque al llamar primero me olvido de a quién llamé y luego me olvido qué es lo que quería pedir; en los supermercados también, luego de pagar en la caja, después de decir gracias y coger mis llaves, me han perseguido hasta la salida con mis bolsas porque las había dejado olvidadas; una vez salí de la casa en pantuflas y sin haberme puesto sostén; también me he puesto un zapato diferente a otro y me he dado cuenta camino al trabajo; algunas veces he llegado a mi oficina y al entrar me di con la sorpresa que dejé la laptop en casa; y ya si sigo nunca termino porque me han pasado miles de cosas por culpa del sueño, cosas rochosas a mil y otras no tanto. Pero primero quiero escuchar más historias parecidas a ver si vamos bien.

Por eso, cuando estoy en el trabajo, no puedo permitirme tener un a pizca de sueño. Es así que aprendí muchas maneras de sobrevivir a un largo día lleno de sueño.

  • Pararme de mi sitio y estirar piernas y brazos.
  • Mojarme la cara con agua helada.
  • Tomar bastante agua.
  • Tener siempre caramelos de limón en el cajón y chicles de menta.
  • Poner música que active.
  • Granola (muy buena para dar energías).
  • Jalarme las orejas de un tirón y hacia abajo.
  • Llamar a mi casa y escuchar a mis chukis (eso me despierta en one).
  • Las manzanas, la fructuosa puede reemplazar la cafeína.
  • El clásico café a la vena.

Y el bonus del post: un tip de abuelita que es muy preciso y recontra efectivo es que al despertarte debes estirarte lo más que puedas. Trata de coger el techo con la punta de tus dedos, empínate y respira profundo. Eso ayuda a estar activa desde las primeras horas del día.

Creo que escribir este post me ha despertado un poco y eso me ayudará a continuar con mi día. Falta poco para llegar y apachurrar a mis mellis, así que este es el impulso que necesitaba.

Ya más tarde será el momento de irnos a soñar. Buenas noches!

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Estuvimos de «vacaciones»

La semana pasada pedí vacaciones en el trabajo pero no para descansar, sino para estar con mis chukis las 24 horas del día porque la nana también se fue de vacaciones. Días lindos que pasé a su lado haciendo mil cosas juntos, días llenos de alegrías y de risas, días que me hicieron terminar con dolor de pelo, incluso, por la mega chamba maratónica de cada día.

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Si bien me dedico a ellos el 100% de mi tiempo en mente, yo soy una mamá que trabaja fuera de casa de lunes a viernes, por 8 horas cada día. Es algo que no me gusta mucho porque, a qué mamá no le gustaría ver cada minuto la evolución de sus hijos en la vida? En fin, llego a mi casa cada día y soy TODA para ellos: para jugar, para comer, para la hora del baño, para ver tele, para contar cuentos, tomar la leche y finalmente, para irnos a dormir hasta el día siguiente. Si pudiera ponerle más horas al día para estar más con ellos, lo haría. Me cansaría más, pero sería la más feliz del planeta.

Desde el fin de semana anterior a la semana de vacaciones tenía muchas actividades planificadas para pasarla bien: llenar la piscina inflable (que les encantó) y meterlos ahí el tiempo que quieran (esto para Marcel fue la maravilla, porque nunca he conocido un niño que ame tanto estar en el agua como él); llevarlos al parque, a diferentes parques que no conozcamos y puedan correr a sus anchas y sentirse libres; ir a comer rico a lugares abiertos, y no importa si están un poco más lejos; ir al zoológico; y finalmente pasar el fin de semana en un lugar especial. Esa sería la prueba de fuego para mí y para el papá de doble yema: un fin de semana entero TOTALMENTE SOLOS LOS 4.

Lo digo así porque, si bien todos los fines de semana nos quedamos los 4 solos, es distinto salir de la casa, dormir afuera y tener menos comodidades que en tu propio lugar. Es una aventura por así decirlo. Y nos aventuramos con todo y nos fuimos a «El Pueblo», casi llegando a Chosica.

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Y aquí van los infaltables en la lista cuando sales de casa un fin de semana:

  • Bloqueadores para el sol.
  • Repelente para mosquitos.
  • Gorritos de sol.
  • Varias mudas de ropa (mejor es que sobre a que falte).
  • Una casaquita ligera.
  • Un paquete de pañales (por más que no uses todos).
  • Dos mudas de pijamas por si una se moja.
  • Dos pares de zapatos.
  • Toallas.
  • Biberones.
  • Vasitos / Tomatodo.
  • Agua.
  • Leche.
  • Algún bocadito fácil de comer que sepas que le encanta.
  • Juguetes (los más cómodos son los de una pieza y los libros de pintar).
  • Coche (sobre todo si vas a un lugar grande con distancias largas).
  • Chupón (si es que aún usa).
  • Cargador de celulares.
  • Dinero en efectivo.
  • Pequeño botiquín con lo elemental: termómetro, panadol, algún antihistamínico, crema para golpes y gaseovet.

Con esto en el maletín tendrás un fin de semana tranquilo fuera de casa. Tal vez algunos le aumenten cositas, que no está nada mal, pero creo que esto es lo básico que no puede faltar.

En resumen, nos fue bien. Una que otra rabieta de Marcel porque querer meterse a TODAS las piscinas del lugar, y alguna protesta de Naelle por no querer comer o algo parecido, pero nada que no pudiéramos controlar. Dormimos bien, sin siestas en la tarde así que cayeron temprano y nosotros pudimos descansar también. Y gracias a Dios, el día que regresamos lo hicimos temprano. Minutos más tarde nos enteramos que cerraron la carretera por deslizamientos. Sí, llovió mucho ese fin de semana.

Y esa fue la historia de una semana completamente dedicada a mis chukis, sin interrupciones y con miles de litros de amor y diversión entre nosotros.

Que se repita! Prometo recargar las pilas que hoy siguen cargando desde ayer que empecé nuevamente a trabajar.

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Cámaras, luces y acción!

Este es el primer post del año. Un año que promete mucho y sin duda le pondremos fuerzas para ser mejor que el anterior. Esta vez, empezamos el primer día del año (domingo) con un rico marmoteo en pijama hasta las 3:00 pm TODO en la casa, y luego a pasear. Es así como puedo decir ahora, que casi todas las tiendas y lugares comerciales están cerrados el 1 de enero. Fue así como terminamos en el cine.

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Es la segunda vez que los llevo, y la verdad es que es todo un reto llevar a los peques al cine. Primero, tienes que ir dispuesta a todo: si pagas las entradas puede que hayas pagado solo por unos minutos de película, puede terminar en llantos, en correteaderas por toda la sala y hasta en avalancha de cnachitas y todo lo que tengan a la mano. Es toda una aventura cuando van tan pequeños.

Si bien hay niños que desde muy chicos pueden aguantar toda una película de principio a fin, hay otros que no. En mi caso, los míos se contagian y cuando uno empieza con sus travesuras, el otro lo sigue, y viceversa. Nos tocó tratar de ver «Sing», una película divertida de animales y canciones (parecía ser perfecta). Entramos a la sala minutos antes para que puedan ingresar con luz y no a un ambiente totalmente oscuro, nos sentamos y empezó la comilona de cosas que les gustan: a él sus papitas y a ella su canchita; saqué sus toma-todos de agua y se los puse a cada lado. Ellos estaban al centro y nosotros a los lados bien pegados al pasillo para cualquier emergencia de cualquier tipo. Empezamos bien, veían atentos los dibujos y cuando empezó la película Marcel incluso a veces repetía lo que decían en la pantalla. Pasaron a lo mucho 40 minutos cuando Naelle de la nada me dijo «quiero ir a la casa», y se paró de su silla. Marcel, dijo «a casa a casa» y también se paró. Fue ahí donde empezó todo. Se perseguían entre ellos hacia arriba y abajo del pasillo del cine, con risas y grititos de emoción. Estaban felices y nosotros parados viendo que no pasara nada, mientras veíamos la película así, parados. Pero como nunca falta una loca histérica en todas partes, una señora dijo «Diossssssssss» cuando los bebes correteaban y se reían. Yo me pregunto, a caso no es una película de niños, en horario de niños y en una sala repleta de niños??? De verdad que me sentí indignada. Por eso y por algunas miradas que daban más que cólera, les dije a los peques que ya nos íbamos. Al final la plata que perdimos no importó porque al menos esta vez duraron un poco más que cuando fuimos a ver Dory. Por eso pienso que poco a poco les irá gustando más y podrán ver películas más largas.

Tengo algunas recomendaciones para ti, si has pensado llevar al peque al cine por primera vez:

  1. Determina si está listo para ir al cine: Creo que no existe una edad adecuada para ver una primera película. Eso depende, pero en general suele fijarse entre 3 o 4 años de edad. Si son sensibles a ruidos fuertes o a la oscuridad, quizás convenga retrasarlo hasta el momento en que el niño o niña pueda comprender de un modo más o menos racional el funcionamiento de una sala de cine; no obstante, sí podríamos empezar a reproducir películas infantiles breves en casa.
  2. Elegir la película perfecta: Si le gustan los animales, ya sabes qué tipo de películas elegir; si es ansioso puedes tratar de que sea una película más tranquila, sin ruidos tan fuertes o algo similar. Aquí tenemos una lista que nos recomendaron de películas perfectas para los peques. Lista de pelis para peques. 
  3. Ingresa a la sala aún con la luz encendida: Para evitar cualquier tipo de susto o sobre salto, es mejor entrar a la sala cuando aún no están proyectando anuncios ni nada en la pantalla. De hecho sería mejor que empezara directamente la película, pero no es posible. Entonces te toca distraerlos un poco hasta que empiece la misma película.
  4. Planifica el mejor momento del día: Si sabes que a las 3:30 pm es su hora tranquila porque antes de eso toma su leche y se queda en paz un momento, esa es la hora perfecta. Además en ese horario suelen ir más niños y niñas que hablarán en voz alta y hasta incluso se pararán a jugar y no tendría porqué molestar a los asistentes porque es una sala y horario justamente para niños. Asegúrate también de haber ido al baño, o de haberle cambiado el pañal a tiempo, de tener agua, y los piqueos que más les gusten.
  5. Déjalo fluir: Tienes que estar con la mente abierta. No vas a ser la primera familia que ha dejado una sala de cine entre lloros, gritos y melodrama. Puede que sientas que has tirado el dinero en unas carísimas entradas de cine, pero son cosas que suceden y es necesario aceptarlas: lo contrario sería obligar a una niña o niño pequeño a enfrentarse a algo para lo que está preparado. Ahí sí que estaríamos mal.

Así que ahora ya lo sabemos, no hay edad perfecta para llevarlos al cine, ellos mismo deciden cuándo estar listos para disfrutar una película completa o al menos parte de ella.

Bienvenido 2017!

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