El secreto de las hortalizas

De chiquita me acuerdo que detestaba las arvejas, habas, lentejas y todo lo que se parezca. Bueno, hasta el día de hoy confieso que separo con la punta de mi tenedor esas bolitas verdes que arruinan todo mi rico arroz con pollo. Pero desde que nacieron los bebes decidí decir «NO MÁS», mis hijos comerían todo lo que yo siempre detesté porque es un buen alimento que los ayudará mucho a crecer más sanitos y con mucha fuerza. Yo seguiré separando todo pero sin que ellos me vean, tengo permiso.

Hace algunas semanas hemos ido innovando en las papillas de los bebes. Ya no comen tan licuado todo, bueno nunca les licué del todo sus verduras hasta hacerlo puré. Lo pasaba por el triturador que dejaba siempre algunos pedacitos para que puedan sentir las texturas y así «masticar» con sus encías chimuelas (bueno bimuelas por los dos dientes que ya tienen cada uno). Antes se las hacía con 3 ó 4 verduritas, más pollo o carne, pero ahora ya no le pongo solo esas cantidades sino que las hago más variadas: le agregué trigo, quinoa, arvejas, habas, lentejitas, y un poquito de poro para darle gusto. Así un día le puedo hacer quinoa, con papa, pollo, un poco de poro, espárrago, zanahoria, unas cuantas vainitas y un poquito de acelga por ejemplo. Aceite de oliva, una cucharadita de su leche y ya está. Hasta yo me la quiero comer, porque aunque aún no les ponga nadita de sal sabe buenazo con el aceite de oliva. No es broma, sale muy rico.

O como la de ayer, que fue con habas, espinaca, yuca, un poco de quinoa, zapallito italiano, algo de poro para darle el gusto y vainitas. Salió muy rica y eso que las habas no me encantan. Eso sí, cuando les doy habar, las sancocho super bien y no le pongo mucha cantidad, pues algo fuertecitas y luego les pueden dar gasecitos, igual que las lentejitas, que con cáscara y todo ya empezaron a comer felices. Qué bien!

Después de ver las propiedades de las arvejitas y las habas por ejemplo, me provocó darles eso todos los días, pues son riquísimas en vitaminas y minerales que no todas las otras verduras tienen.

Sin título

Cuento los meses y ya vamos dejando atrás esos días en los que solo la leche era la pesadilla. Varias veces deseé volver a esos tiempos, pues la papilla es otro mundo, pero ahora, que ya entendí que hay días buenos y días malos no lucho contra ellos si no quieren comer. Si no quieren, ya veré la forma de darles leche más tarde pero nunca obligarlos a comer. Eso es peor y trae consecuencias más adelante. Y están también esos días buenos en que me abren la boca como esperando con ansias recibir la siguiente cucharada. Qué rico es comer así! Y luego pienso en que no podemos generalizar y decir: mis hijos comen pésimo, solo porque tuvimos un mal día en que no quisieron, o estaban pesados para sentarse en la silla, o no hicieron más que renegar y retorcerse cada vez que veían aproximarse ese avión imaginario cargado de comida. Todo cambia un buen día que vemos que hay días llenos de color.

Recuerdo cuando en mi afán porque mis chiquitos ganaran más peso y salieran pronto de la prematuridad (de la que están saliendo victoriosamente sin recordar que nacieron a las 34 semana siquiera) lloraba cuando me dejaban una o dos onzas de sus biberones de apenas cuatro. Era muy doloroso, y lloraba cuando nadie me veía pensando que mis hijos jamás comerían con ganas. Odiaban la leche y era lo único que comían, lo único que los alimentaba, sufría por dentro. Pero luego poco a poco, y sin escuchar consejos yo sola entendí que no es malo. Ellos comen lo que quieren y lo que necesitan. Suena fácil, pero en la cabeza de una mamá primeriza nada es fácil, ni siquiera entender que ellos solitos se regulan.

¿Tuve que llegar a darles arvejas y habas para entenderlo? No, pero creo que ya con casi 10 meses de mamá mellicera voy aprendiendo un poquito de ese maravilloso mundo que se llama maternidad. Seguiré haciendo muecas, cantando, bailando, escondiéndome detrás de la silla y demás para hacerlos felices mientras comen. Creo que nadie le gustaría estar encerrado en una silla de esas (a veces pienso que es una tortura sentarlos ahí, pero no hay de otra) que por más que parezcan un avión de cómodas que son, no les gusta sentirse prisioneros más ahora que quieren gatear y agarrarse de cuanta «columna» aparezca en su camino para pararse e intentar dar sus primeros pasos.

…y pensar que los primeros meses fueron tan complicados por el llanto incrontrolable de Marcel…

Todo llega a su tiempo, y todo se calma un buen día. Solo hay que soltar un poco, soltar y respirar.

Ese es mi consejo (sabes que te hablo a ti), te quiero.

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2 comentarios en “El secreto de las hortalizas

  1. A qué niño no le gustan las verduras. Pero uno poco a poco va aprendiendo a comer. Lo que yo si no como hasta ahora es el tomate. Al menos no así entero, de ahí creo como todo. A mi hijo le damos su comida y ahí le vamos entreverando las verduras. Creo también que con el brócoli no hay pierde. A los niños les gusta con limón o con mayonesa si ya lo quieres chatarrear un poquito.

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    • A qué niño no le gustan las verduras??? Conozco miles!!! jajaja pero nada, yo les doy de todo para alimentarlos y espero sigan así hasta grandes. Sino, ya me inventaré la manera!
      Beso Edu!

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