Recuerdo que antes de tener a los mellis escuchaba que algunas mamás hablaban del «efecto Mozart» especial para bebés. La verdad es que no le daba mucha importancia al tema, pero ahora, puedo decir que Mozart es mi best friend for ever and ever.
Este efecto se refiere a los beneficios que puede producir este tipo de melodías en los bebés. Se conoce que durante los 90’s en USA se publicaron varios libros basados en este tema. Pero ¿qué tiene Mozart que no tengan los demás compositores? Pues existen muchas pruebas con música de otros compositores que no tuvieron los mismos resultados.
Los beneficios, en especial de algunas piezas de Mozart, pueden ser gracias a las pulsaciones por minuto que tiene, las frecuencias altas de los instrumentos y las repeticiones de tonalidades. Éstas, cambian el estado del cerebro (especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde están las funciones espacio-temporales) y lo hacen más receptivo.
Con respecto a la de otros compositores, la música de Mozart posee propiedades distintivas: los sonidos de sus melodías son puros, precisos, son sonidos altamente armónicos y los ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que estimulan el cerebro humano, activando todas las neuronas.
Sin embargo, no toda la música de Mozart produce estos efectos. Las que poseen frecuencias alta, son las que consiguen mayor incidencia a nivel cognitivo como la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (también conocida como K448) o los Conciertos para Violín 3 y 4.
Todos estos componentes presentes en la música de Mozart influyen en la concentración, la atención y la memoria, y en el proceso del aprendizaje.
Pero, es un mito o una verdad eso de que los hace más inteligentes? El neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los «padres» del efecto Mozart, quien decía que la actividad musical reforzaba las vías neuronales implicadas en las habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. El hecho de escuchar esta música parece activar, no una, sino varias áreas cerebrales.
En los años 90 este neurobiólogo descubrió que Hallaron que en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart. En resumen, los chicos lograban un mejor razonamiento espacio-temporal, pero los propios autores señalaron que ello no se traducía en un incremento del coeficiente intelectual. Además, este efecto positivo duraba solo unos 10 minutos.
El famosos estudio fue publicado en 1993, en la revista «Nature». Luego esta teoría se popularizó, y no sería muy raro encontrar gente que no se prestaría a algún tipo de música que asegura que con ese simple y agradable gesto vamos a ser más inteligentes (o lo serán nuestros hijos).
En mi caso, empecé a interesarme por este tema cuando estaba embarazada. Compré unos audífonos cómodos y grandes para que vayan creciendo junto con mi panza, bajé música clásica especial para bebés y todos los días en la mañana y en la noche les ponía esa música. Luego leí lo siguiente:
“Investigaciones recientes también demuestran que a partir de la semana 24 el niño intrauterino en todo momento oye. Los retumbos estomacales de su madre son los sonidos más potentes que oye. La voz de ella, la de su padre y otros sonidos ocasionales son más amortiguados, pero igualmente le resultan audibles.”
Por otro lado, también señala justamente que uno de los compositores preferidos por los bebés aún en el vientre es Mozart ya que sus composiciones hacen que los ritmos cardiacos de los fetos se estabilizen y disminuya el pataleo; mientras que la música de Brahms y Beethoven aturdían a la mayoría de los bebés, pues pataleaban violentamente cuando sus madres ponían música de esos compositores.
Lo que se logra cuando se le pone este tipo de música a un bebé antes de nacer es lo siguiente:
- Para una mejor concentración en el aula se debe seleccionar música cuyas melodías sean ejecutadas con instrumentos de cuerdas, como los violines.
- Para desarrollar habilidades motrices gruesas, la percusión es mejor porque se reparte en el resto del cuerpo del niño.
- Para potenciar habilidades de lenguaje o cálculo entonces la música clásica es la mejor aliada, ya que es “un lenguaje sonoro altamente organizado”.
- Además, se dice que cuando el niño entrena su oído para escuchar la música clásica atentamente, puede llegar a comprender su estructura y organización interna y esto lo entrena para percibir los estímulos del entorno de manera también más organizada.
Pero cabe señalar que a pesar que exista todo un mundo de canciones que nos acercan más al efecto Mozart, creo que la mejor música en el planeta entero para un bebé, es el corazón de su mamá. Porque si bien hay muchos beneficios para el bebé en la panza, y para los niños ya más grandes con la música clásica, qué mejor manera de relajarse y aprender que escuchando esos latidos del corazón que le dieron la vida. Su primer lenguaje es el amor, y todo gracias a la mamá.

Un infografía muy interesante
¡PRIMEROOOOOOOOOOOOOOO!
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No creo en el «efecto Mozart» pero si en los efectos de la música.
Mi esposa descubrió que Elmito se dormía más rápido con la canción «Please, don`’t go» y se lo hacía escuchar en su celular cada vez que debía acostarse temprano.
Pero Elmito que no tiene nada de tonto, pronto lo descubrió y cuando le ponía la canción, y no deseaba dormirse, apagaba el celular y se le entregaba a su mamá diciéndole «ahora no please don’t go mamá, más tarde».
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jajajaja ese Elmito es bravo!
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