Desde la oficina

Hoy me desperté pensando en el remordimiento que siento cada vez que dejo a los bebes dormidos antes de irme a trabajar. Camino de puntitas y me acerco a cada uno para darles un beso en la frente y pidiéndole a Dios que los proteja durante este día. Hago mi mayor esfuerzo como toda una ninja frustrada para no despertarlos. Pues si lo hacen, todo se vuelve mucho más complicado. Empiezan los juegos y las ganas de hacer cosas juntos y el reloj no perdona. La hora de entrar a trabajar se acerca y mi corazón se encoje un poco más.

Luego pienso en los días que llego tarde y los encuentro dormidos. Confieso que una parte de mí quiere despertarlos para verlos y jugar juntos, pero la otra parte de mí ruega que sea una buena noche para poder dormir al menos unas horas de corrido. Entra el remordimiento una vez más por los sentimientos encontrados.

A veces me pregunto cómo sería todo si dedicara cada hora, minuto y segundo de mi vida a ellos, y en realidad sí que lo hago. No necesariamente dedicarte a ellos es estar a su lado las 24 horas, sino hacer lo que haces por ellos. Eso es dedicarte por entero a tus hijos. Estando en la casa o afuera en una oficina. Una mamá es mamá aunque esté un poco lejos de sus hijos unas horas al día. Porque sino lo hace, cómo les da todo lo que ellos merecen para tener una buena vida?

Es complicado, sí. Porque estoy segura que más adelante vendrá el remordimiento recargado cuando ellos ya grandes me reclamen más tiempo a su lado. Las tareas en el colegio y los paseos durante sus vacaciones que tal vez no coincidan con las mías. Es difícil, pero siempre trato de pensar que todo es por y para ellos.

Es imposible sentirme un poco mal cuando «ruego» que se duerman temprano un fin de semana. Pero es que a caso no tengo también derecho a distraerme? Por supuesto que sí. No me voy a de fiesta en el día, me voy a hacer lo mejor que puedo tratando de dejar mi corazón a un lado para que no interfiera pero eso también es muy difícil. Y al final, creo que de eso se trata la vida, de ir contra la corriente para hacernos más fuertes. Extrañar, y volver a ser felices al final del día.

Recuerdo la primera vez que regresé al trabajo luego de haberlos traído al mundo, creo que el sentimiento sigue siendo el mismo: el corazón en la boca desde que cruzamos la puerta dejando en casa a nuestros corazones latiendo solitos. Pensé que duraría un tiempo, pero lo que sucedió es que aprendí a caminar así. Dejando un poco de mí todos los días en casa.

La verdad es que hace tiempo dejé de ser una sola para dividirme en tres. Nadie dijo que fuera fácil, pero qué bien se siente tener esa capacidad de amor infinito sin límites ni barreras.

Los veo más tarde chiquititos…

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4 comentarios en “Desde la oficina

  1. Es verdad, son sentimientos encontrados, también quisiera quedarme con ellos las 24 horas al día pero luego pienso en ellos y les dedico mi trabajo para que ellos se sientan orgullosos de tener una madre multifacética: profesional y madre y en mi caso maestra las 24 horas al día. Si Dios nos envió dos regalos a la vez es porque somos lo suficientemente fuertes y luchadoras para continuar y luchar.

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  2. El tiempo vale más que el dinero (lo dice un banco usuario como todos) en los hijos, si no se les dedica el tiempo suficiente se convierten en cholospayets o locosdavid y aquì no importa si los padres tienen dinero o no.

    P.D. Acabo de imprimir el cupón para una big mac para la salida con Elmito de esta semana. Los hombres necesitamos comer.

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