«Ella», estaba en el colegio cuando lo conoció. Con uniforme y casi con dos colitas llegaba a mi casa después del colegio para hacer sus tareas y después conversábamos por muchas horas cuando yo terminaba mis trabajos de la universidad. Vivía en mi casa porque su colegio quedaba cerca y si se iba hasta la suya nunca llegaría a tiempo o tendría que madrugar incluso a las 4:00 am para estar en punto. Era la engreída de mi papá, pues era la persona ideal para hacer competencias del tipo «quién come más dulce en una hora» y quedar empates, y encima con ganas de más dulce. Luego se mudó con mi abuela, pues se quedó solita y qué mejor que una nieta que le haga compañía. Ya no vivíamos en la misma casa pero siempre estábamos juntas. Incluso estudió lo mismo que yo y cuando nacieron mis hijos ella se convirtió en madrina del hombre. Ella es mi prima, pero realmente es como mi hermana menor.
«Él», un amigo de años que conocí en clase de inglés en la universidad. Tenía el pelo «largo» pero en forma de libro por su raya al centro, era gracioso las primeras veces que lo veía llegar a las 7:00 am con cara de sueño y un poco más despeinado de lo habitual. Nos reíamos mucho y casi casi hacíamos todos los trabajos en grupo juntos. Gracias a él fue que me pusieron la chapa de «Maria Estres», todo porque era una chica responsable en la universidad. Pero como toda amistad tiene sus altos y bajos también existieron peleas que nos distanciaron un poco, bastante diría yo. Tanto así que dejamos de hablar un tiempo. Pero siempre quedó ese recuerdo bonito de las risas por horas, trabajos estresantes en los que él siempre ponía el toque chistoso y yo el estrés, las discusiones en grupo por los hueveros que no hacían nada, las noches de tacos y tragadera, y los chismes huevones de universidad. El era mi pata, fue mi enemigo y luego mi amigo del alma.
«Ella y él», se conocieron en circunstancias que nadie esperaba. Ella llegaba en uniforme a mi casa y él la miraba desde la mesa en donde hacíamos los trabajos de universidad. Yo los miraba y pensaba que sería lindo que estuvieran juntos, pero no era el momento. Hasta que se encontraron luego de unos años, ella ya no llevaba uniforme y él ya no llevaba la mochila pesada llena de piedras que cargó por unos años. Y entonces pasó. Ya no era «ella» y «él», se habían convertido en «ellos» y ahora lo reconfirman. Se casan en solo unas horas y simplemente no puedo más con la emoción.
Quién diría que ese chico cabeza de libro con el que me peleé por mucho tiempo, por cosas «locas» de la vida, ahora vaya a ser mi familia.
La madrina de Marcel se casa, y este fin de semana hay juerga!
Que lindos caracho!! La Rochitouille!! Que sean muy felices. No conozco mucho a Mauricio pero conozco a Rochy y se merece toda la felicidad del mundo!!
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Sí!!! Fue lindo el matri! No sabes Debbie, ya tenemos que juntarnos para conversar!
Beso!
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¡PRIMEROOOOOOOOOOOOOOOOO!
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¿Cómo le vas a a hacer eso (el corralito) a quien dices «tu mejor amigo»?
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jajajaja nada de corralito Elmo. Ellos solos se acorralaron! jajaja
Beso!
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