Cartas de 4 niños

Mañana es cumpleaños del abuelito que vive en el cielo, y como todo cumpleaños, los mellis están emocionados por soplar las velitas aún así no esté presente, «físicamente», el cumpleañero agasajado.

Hace unos días me acordé del famoso sobre que mi papá siempre guardaba en el último cajón de su mesa de noche. «Son mis tesoros», me decía cada vez que le preguntaba. En realidad, fueron bastantes años después que me enteré lo que contenía ese sobre: todas las cartas y tarjetas que mis hermanos y yo le hicimos a lo largo de la vida. Digo vida, porque uno creería que solo tenía cartitas de cuando estábamos en el nido o primaria y celebrábamos actuaciones por el día del padre y siempre hacíamos alguna manualidad para ellos. Pero no, ese sobre contenía las tarjetas, dibujos y cartas, que recibió incluso cuando todos ya no teníamos ese tipo de celebraciones en el colegio.

Es recién ahora que entiendo ese deseo por guardarlo TODO. A veces me desespero porque no sé dónde guardar todas las cositas bellas que hacen mis chinos en su nido, y es que hasta cuando Naelle recoge una flor del suelo para dármela a mí, yo solo quiero guardarla. Por eso tengo las pulseritas que les pusieron cuando nacieron, sus ombligos aunque muchos digan EWWWW, sus mechones de pelo, su primera talla de pañal (eso merece un post completo), y muchas otras cosas que finalmente digo que algún día nos sentaremos a ver todo eso para contarles cómo fue tenerlos tan chiquititos en este mundo que parece perfecto, pero no lo es.

Creo que es posible ver el amor a través de una sola palabra, un dibujo, o una extensa carta. Todo apunta a lo mismo, desnudar el corazón con palabras para que uno sepa el enorme sentimiento que lleva dentro. Y más, si es un niño quien las escribe. En ese lenguaje raro, pero único. Ese lenguaje que parece ser un idioma distinto que solo papá y mamá conocen. Ese lenguaje que se entiende con el corazón más con el cerebro.

Por eso, a solo un día del cumpleaños del abuelito, quiero regalarle estos recuerdos que, de todas maneras, él bien sabe que los tenía guardaditos en ese sobre, pero también en su corazón.

Carta de Karina (La hermana mayor)

Carta de Lissy
(La hermana sanguchito hasta que llegué yo)

Dibujo raro de David
(El engreído, hasta que llegué yo)

Carta de la pioja (yo) sincera antes todo. La edad era un punto importante a divulgar.

Y es así como los niños hacemos cosas por nuestros padres, que por más que sean dibujos sin forma, sin mucho color y con trazos toscos e inconclusos, son os mayores tesoros que les darán paz y alegría por todos los años que vengan en adelante.

Una más mía…. como siempre mostrando los sentimientos más puros a través de las palabras.

Feliz día papi! Y que se escuche hasta el cielo!

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