Esta semana tuvimos un feriado y por ende, un día más para disfrutar con los mellis. Lamentablemente no fue el día de mi china. A pesar de los miles de cuidados que siempre tenemos con ellos, son niños, y a los niños les pasan cosas aunque tengan 10 pares de ojos encima, son niños, y los míos, son traviesos. En fin, como siempre una vez más el susto pasó y quedó una lección aprendida. Aquí les cuento para ver si en algún momento es de ayuda.
En la mañana fuimos a visitar a la bisabuelita y jugamos un poco en la casa de la tía «pata» (tía Martha para los demás), ella tiene gatitos, y Naelle los ama. Ella ama a todos los animales del mundo, hasta a las palomas a las que muchos le tienen fobia. Estas gatitas ya están mayorcitas y por eso siempre le decimos que no se acerque mucho a ellas, con reniegos y un poco de protestas lo entiende y se aleja. Pero bastó un segundo que me di la vuelta para recoger algo que Marcel había botado para escuchar un escalofriante grito de mi china. La gata la había lapeado. Literalmente le metió un par de lapos en la cabeza, sin uñas, gracias a Dios. Luego de revisarla unas 4 veces al milímetro nos dimos cuenta que más que nada había sido un susto. Una vez más le explicamos que eso pasa cuando no nos hace caso, espero haya entendido. Ahora lo cuenta muy gracioso, pero el susto fue grande. Pero esto no es lo peor que le pasó en el día.
Llegamos a la casa para comer y luego de dormir jugamos un rato. Yo saldría con Marcel porque era su tarde, me he propuesto pasar al menos unas horas a la semana con cada uno por separado. Es tiempo de calidad que necesito pasar y dedicárselas especialmente a él y luego a ella. Eso es muy importante para reforzar nuestros vínculos. Como no estaría con mi china por algunas horitas, estuve jugando un rato con ella. Quería saltar, y como lo hace muy bien con los dos pies, estaba probando y retando sus habilidades para sentarse en cuclillas y saltar un poco más largo (de distancia). Una y otra vez le dijimos que no lo haga, y obviamente, lo seguía haciendo. Hasta que juacate…. fue a parar de cara al piso… un grito y lágrimas empezaron a caer. Era un llanto distinto, en verdad le dolía, pero aparentemente no tenía nada, hasta que vi la sangre. En principio casi me muero, descubrí que la sangre venía de su labio, ahora quería ver qué tan profunda era la herida, pero la sangre no me dejaba, la llevé al caño y pedí que alguien se llevara a Marcel que nos había seguido y miraba muy atento todo lo que pasaba, sin llorar (parece que será doctor), mientras mi china se deshacía en gritos y lágrimas. Le mojaba la boca y hacía presión (siguiendo mi instinto) pero la sangre no paraba. Sumando los gritos, los movimientos de Naelle y lo difícil que era que no me quitara la mano de la boca cuando hacía presión, quería explotar. Pero respiré y grité por favor que me pasaran agua con sal. Mojé un algodón en la mezcla y seguí haciendo presión por pocos segundos. Los pocos que ella me dejaba. Luego de unos minutos, empezó a disminuir. Confieso en esos minutos pensaba a qué clínica llevarla, cómo manejar y estar tranquila, el maletín, los pañales… pero todo empezó a ordenarse y para distraerla le preparé su leche y empezó a tomarla tranquila. Prendí la tele y todo pasó. Dejó de llorar, y la sangre dejó de brotar. Luego con la boquita hinchada y roja me decía «duele boca mamá», y yo quería morir una vez más.
A todo esto, luego busqué cómo actuar en caso de este tipo de accidentes, y creo que actué de manera correcta así que palmas para mí. El nerviosismo es otro tema, creo que poco a poco aprenderé a controlarme, pero las mamás somos así, que me perdone Dios por ser neuromamá.
Debemos tener en cuenta lo siguiente:
– Las caídas son muy frecuentes entre los niños. Al correr, trepar y jugar es normal que se golpeen y hagan daño en la boca, generalmente un corte o un rasguño en la piel del labio. Parecen muy aparatosas porque suelen sangrar e inflamarse mucho, pero se recuperan muy pronto.
– Es una zona que suele sangrar mucho e inflamarse enseguida, se pone bastante feo y puede asustar ver tanta sangre, a ti y al niño, por supuesto. Así que lo primero es mantener la calma e intentar tranquilizar al niño para poder valorar el tamaño de la herida y darle los primeros auxilios.
– Lo primero que debes hacer es cortar la hemorragia. Para ello necesitarás un paño limpio o una gasa esterilizada con la que deberás hacer presión durante algunos minutos.
– El segundo paso es limpiar la herida con agua, debes asegurarte que no quede suciedad (puede haberse caído en la pista). Recuerda lavarte tú las manos si vas a tocar la zona pero nunca refriegues ni intentes quitar restos de piel.
– Una vez limpia, dale unos cubitos de hielo envueltos en un paño o dentro de una bolsa, o si puede chuparlo con los labios, mejor. El frío ayudará a bajar la hinchazón y a terminar de cortar la hemorragia.
– Los cortes en los labios cierran rápidamente y no suelen necesitar sutura, pero hay casos en los que sí. Cuando esté la herida limpia y puedes ver realmente la magnitud del corte deberás valorar si basta con la cura que has hecho o necesita atención médica.
Y aquí viene el otro punto importante: cómo saber si debes llevarlo al médico?
– Si después de 10 minutos haciendo presión sobre la herida, la hemorragia no cesa.
– Si hay un corte profundo de más de centímetro y medio.
– Si el corte se ha producido con un objeto punzante, oxidado o sucio. Es posible que necesite la vacuna contra el tétanos si no la ha recibido últimamente.
– Si el corte tiene bordes irregulares.
– Si tiene suciedad incrustada que no has podido limpiar.
– Si a las horas o al día siguiente notas signos de infección o temperatura.
Felizmente, no necesitamos ir pero es bueno estar enterados de lo que debemos hacer en casos extremos. Y para mí, lección aprendida después del susto. A seguir practicando la tranquilidad para actuar rápido y de la mejor manera en estos casos.
Finalmente el día terminó y comentamos que no había sido el día de mi china. Y para cerrar con broche de oro, en la noche antes de dormir, mientras ella estaba en su coche viendo tele, el coche se cerró con ella adentro. No le pasó nada, gracias a Dios pero casi muero del susto una vez más. Listo, punto final, el día se fue y cuando dormía la bañé en ruda creo. En fin, días malos hay, pero felizmente que los buenos borran cualquier rastro de los malos que pasaron y se fueron.