«Dame paciencia señor»

Levante la mamá que NUNCA ha perdido la paciencia alguna vez en su vida con sus hijos. Estos segura que alguna vez, aunque sea una chiquita, hemos cerrado los ojos fuertemente para pedirle al cielo un gramo más de paciencia, hemos hablado un poco más fuerte, o incluso, no nos han faltado ganas de dar un palmazo en el popo. Y es completamente natural. Somos humanas, mamás, pero humanas de carne y hueso.

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Recuerdo una vez que Marcel no se dormía, ya eran casi las 11:00 pm y yo simplemente me moría de sueño. Él se trepaba encima mío, pedía bajar de la cama, se paraba en la cama, cantaba, se reía. Y yo, era un bulto a su lado esperando que por fin se durmiera. No me hacía caso cuando le pedía que por favor se echara tranquilo, y a la cuarta o quinta vez que se lo pedí, lo hice con la voz fuerte y un poco molesta, ya con la paciencia al límite. Él me miró, hizo puchero y se puso a llorar. Me sentí la peor mamá del planeta. Estaba haciendo llorar a mi bebé y no era posible. Lo abracé y le dije que por favor se durmiera, y al poco tiempo, se durmió. Y yo, lloraba por haberle gritado a mi pedazo de cielo.

El punto es que todas pasamos por eso alguna vez en la vida. Y los niños son niños, y cuando empiezan a decidir por ellos mismos (a los 2 años más o menos cuando entienden que son personas autónomas) puede que la cosa se complique un poco: hacen menos caso, se ponen más rebeldes, las pataletas son más difíciles de controlar, la lucha por el «yo quiero» empieza a mostrarse, y muchos otros detalles más. Nos toca entender que ellos están creciendo, y nosotros mismos alguna vez pasamos por esa etapa.

Dentro de todo, es muy bueno que exprese su molestia o frustación, y que sienta que puede hacerlo (tenga permiso para llorar, patalear, quejarse), sin dañar a nadie ni a él mismo (sin pegar, sin morder) y sin que ello suponga que va a conseguir lo que quiere. Ahí está el reto.

Y ahora aquí viene lo importante: cómo hacer cuando no te hace caso y tú estás con el tanque de la paciencia casi vacío:

  • Dale indicaciones claras: dile lo que sí puede hacer, o lo que no. Hazlo con un mensaje corto, lo más claro posible y mejor en positivo. Trata de no usar discursos, largas explicaciones o justificaciones de tu decisión. Harán que tu mensaje pierda eficacia para tu hijo y que no lo entienda.
  • Asegúrate que te escucha: una buena manera es hablarle mientras te está mirando a los ojos, o incluso ponerte a su altura. Eso ayuda mucho para que te preste más atención.
  • Motivalo con cosas pequeñas: por ejemplo, es mejor combinar momentos de ir de la mano y momentos de ir solo. Así se sentirá motivado y le ayudará para superar el siguiente momento de frustración cuando te tenga que darte la mano de nuevo.
  • Siempre trata de darle una alternativa extra: dile por ejemplo que puede ir caminando cogido de de tu mano, o puede ir en el carrito; déjalo que él decida.
  • Déjalo expresar sus sentimientos: enfado, frustración, rabia. Sin acceder a lo que él pide, y sin dañarlo con mensajes del tipo “¡y encima lloras!, ¿por qué lloras!???, ¡ya esta bien, siempre te portas mal….”. Simplemente deja que haga su pataleta. Ahora son muy intensas porque su tolerancia a la frustración es cero. Pero estas pataletas se irán autorregulando en la medida que vaya aprendiendo a canalizar su frustración. Respira y recuerda siempre que es solo una etapa.
  • Comprende sus sentimientos: hazle saber que comprendes su enfado. Por ejemplo cuando lo pongas en la sillita del carro le dices “vamos a ir en el carro y debes ir en tu sillita”. Y ante su negativa y enfado  le dices «ya veo que no te gusta y te molesta ¿verdad? te entiendo, pero es necesario» Y  se lo dices mientras lo vas colocando, diciéndole que no hay otra opción posible. Puede que patalee pero luego se le pasará. Ya le explicaste, ahora puedes distraerlo con otra cosa.
  • Sé constante: si le has dado la alternativa que o te da la mano o va en el carro, debes actuar tal y como estás diciendo. De lo contrario tu hijo estará aprendiendo a que tus referencias no son claras, tus normas se pueden trasgredir y que él tiene margen para salirse con la suya.
  • Repite el mensaje las veces que sea necesario: no esperes que lo aprenda a la primera ni tampoco a la quinta. A esta edad su cerebro se está formando y necesita que le vayas trasmitiendo este mensaje durante una temporada larga. Lo irá aprendiendo pero necesita un proceso de aprendizaje. Necesita que se lo vayas repitiendo cada vez que sube al carro o van al parque. Siempre con seguridad y con amor.
  • Ellos aprenden de ti: si reaccionas con amenazas, con castigos, con chantajes se establecerá entre ustedes una lucha de poder.  Si reaccionas con serenidad y firmeza amorosa tu hijo irá integrando las normas, las pautas de conductas entiendo que son buenas para él.

Tenemos un largo camino por delante con nuestros peques, y este es el inicio. Depende de nosotros armarnos de paciencia, valor y mucho amor para poder hacer de ellos personas de bien. Aunque nos cuesten todos los pelos que tenemos en la cabeza, y que nos arrancaremos uno a uno por tener más paciencia, todo lo vale por ellos.

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