Hoy fue un día especial. Un día para que yo entienda una vez más, con un nuevo ejemplo, que después de un día nublado, lleno de lluvia y nubes negras, siempre sale el sol.
Hoy fue la celebración del día de la madre en el nido. Mis mellis estuvieron hermosos desde que salimos juntos de la casa, bailaron y me dedicaron un poema hermoso, que aunque ellos no lo entiendan del todo, significa mucho para mí, sobretodo la última frase que decía algo como «nadie es tan buena como MI MAMÁ». Escucharlo de su boca, con sus manitos arriba y con la sonrisa en la carita, fue el mejor regalo del mundo porque a pesar de que lo intento, siempre me equivoco en algún momento, y no soy la mamá perfecta que ellos merecen, pero siempre estoy ahí, de pie para seguir aprendiendo y caminar junto a ellos.
Hoy sonreí y también lloré. Lloré porque ver a mis hijos haciéndose grandes y valiéndose por ellos mismos me llena de orgullo. Obviamente da pena que esos cuerpitos estén un poco más pesados y mi columna no aguante mucho tiempo, pero es lindo ver cómo se hacen seres humanos independientes, con valores, con sueños, con gustos diferentes y caracteres únicos. Personitas que a veces se frustran pero poco a poco entienden que la vida no es tan fácil como parecía cuando eran solo unos bebés, es fuerte de digerirlo pero este mundo no es tan color de rosas como los papás lo pintamos en un inicio, y son ellos quienes van dándose cuenta de eso solos. Por eso hoy, cuando bailaban levantando las manos, dando pequeños saltitos y vueltitas buscando la cara de su mamá entre las muchas caras que los veían, me emocionó mucho. Porque aunque crezcan, ellos siempre buscarán a su mamá, para lo que sea, hasta simplemente para verlos bailar.
Hoy recuerdo que hace unos días me despedí de mi abuela y una vez más, recuerdo que la vida es tan corta y tan frágil que no vale la pena detenerse a pensar en las cosas que pueden pasar mañana. Eso solo nos hace perder el tiempo y nos hace pasar por alto momentos lindos que podemos tener frente a nosotros sin darnos cuenta. Puede que una vida se acabe, pero otras recién empiezan y qué mejor noticia que esa, aún quedan muchos años por recorrer y más vale tener la mochila llena de energías.
Hoy tengo la sonrisa grabada en la cara y el corazón llenito de emoción. Pues mis hijos me dijeron que soy la mamá más buena del mundo, y eso me basta. Porque realmente necesitamos esas palabras de vez en cuando y qué mejor que en la semana de la mamá.
Hoy, empezamos a celebrar. Porque el día de la madre, no es solo un día, es toda una vida.
Feliz día mamá!