Siempre quise tener actualizado mi blog. Cuando empecé a escribir, hace ya casi 10 años en mi primer lugar especial llamado «hasta en el último rincón», escribía todo dedicado a mi papá. Todo en relación a él, a su vida y a todo lo que me enseñó en este mundo en el que coincidimos por 24 felices años. Ahora que lo leo, siento cada palabra, y qué rico se sentía liberar escribiendo… pero un día, después de algunos años de escribir, me dijeron que si quería ser mamá, tenía que dejar de ser hija, y dejar volar a mi papá prometiendo siempre que el recuerdo permanecería vivo en mi corazón, como lo tengo y lo tendré para siempre. Y así fue, dejé de escribir tan seguido, hasta que mi vida cambió por completo con ese par de chinitos que empezaron a crecer en mi panza.
Los que me conocen podrán decir que cuando quise ser mamá, tan grande era ese sueño que todo lo demás pasó a segundo plano, incluso mi mente me jugó un poco en contra porque a pesar de no tener ningún problema hormonal ni físico, no podía quedar embarazada. Confieso que mi mundo se venía abajo con cada calendario marcado en rojo, empecé a pensar que terminaría adoptando a un niño pero me dolía el alma de solo pensar que no podía cumplir mi sueño. Luego conocí a un doctor, que me ayudó mucho a entender que nada malo me pasaba y que como sea podría ser mamá, entonces le pedí que lo hiciera realidad YA! Si era posible, salía embarazada ese mismo día de su consultorio, pero todo tenía un proceso. Me advirtió que no me podía decir si saldría 1, 2 o 3 bebés pero yo tomé el riesgo. «Eres loca», me decía… estaba en lo cierto… pero por fin estaba cerquita de ser mamá. Esta historia la he contado con puntos y comas en mis primeros post’s. Los he vuelto a leer y la emoción que siento al leerlos, no ha cambiado nada.
Desde el día 1 que me enteré que sería mamá, aun no de mellizos, prometí contarle a todos lo que sentía, compartir mis experiencias y ayudar a más personas que pasan por lo mismo pero por miedo, vergüenza o mil cosas más, no levantan la mano y piden ayuda para poder cumplir su sueño de ser mamá. Por eso, cuando ya los bebes llegaron al mundo, con un poco más de «ubicación en el espacio y tiempo» de mi nueva versión como madre de dos, empecé un nuevo blog dejando atrás el de mi papá. Escribía mucho, me gustaba conocer a más mujeres guerreras que lucharon con sus hijos para salir de la prematuridad, contar de manera graciosa algunas «desgracias» que le pasan a cualquier primeriza, era lindo, inspirador y divertido. Pero luego vino la falta de tiempo por el trabajo, el día a día y el estrés de la vida. Y empecé a escribir más espaciado. Ya no eran 3 post’s a la semana, sino 2 al mes, hasta que llegué a 1 al mes y luego nada… ahora que quiero regresar, tengo tantas ganas de escribir y contar todo lo que hemos pasado, que no sé cómo ordenar mi cabeza.
Lo bueno es que nunca es tarde para volver a hacer lo que nos hace felices. A pesar de no tener tiempo, de que las horas del día nunca alcancen para hacer todo lo de la lista y que el trabajo y el ritmo de hoy no nos dejen hacer muchísimas cosas que nos llenan el alma y el corazón, todavía es posible encontrar espacios para respirar y regresar. De a poquitos, así se pueden dar pasos más grandes.
Ahora que ya tenemos 5 años melliceros, tenemos mucho más por contar, cosas que compartir y cosas que aprender también. Y lo mejor de todo, es que ya lo decidí y aquí estoy. Regresando con el corazón en los dedos para escribir lo que quiere contar mi alma de mamá de doble yema.