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Venta garaje por Emma!

El mes de mayo es un mes especial. Y justo hoy me enteré de una campaña por una bebita recién nacida: Emma. Ella tiene una enfermedad genética que no le permitirá vivir mucho tiempo y sus papás están luchando por ella. No la dejarán sola en esta batalla y es por eso que organizaron la campaña #yoapoyoaemma.

Un garaje o venta de garaje virtual que arrancó hace unos días: ¿Cómo ayudar? Hay dos maneras de hacerlo:

1) Donando un objeto nuevo o en buen estado: Envía una foto del producto a arturolapa@gmail.com con el precio. Una vez vendido se coordinará la entrega del producto por correo.

2) Comprando un producto: Una vez escogido, envía un correo electrónico a la misma dirección. El pago y el lugar de entrega se coordinará por esa misma vía.

Siguelos en Facebook: Venta de Garaje por Emma 

Estoy sumarísima que todos podemos poner un granito de arena para ayudar a Emma y a sus papis que tanto la aman y la esperaron con toda la emoción del mundo.

Vamos por Emma!

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Los horarios ajustados

Todas las mamis tenemos métodos y formas de hacer las cosas diferentes. No todas las mamás somos iguales, sino cómo haríamos. Algunas son más relajadas y prácticas (cosa que amo y envidio un poco ) y otras somos un poco parametradas y con horarios bien estructurados.

En mi caso, es más el segundo tipo sin ser el extremo de lo cuadriculado. Entiendo que muchas personas no se hacen bolas en lo más mínimo pero yo si tengo un cierto estrés cuando de horarios se trata. Sí, tengo horarios al menos para la comida. Mis bebitos fueron prematuros, y eso de darles de comer en principio para dos horas se me quedó hasta hoy. No comen cada dos horas pero sí debo respetar su hora de almuerzo y de la cena también.

Hacemos algo así: me despierto a las 5.30 am para darle a Marcel sus 7 onzas de leche, luego las 6 para Naelle y me meto a la ducha. Ya luego, yo afuera, a las 9:30 am aproximadamente toman su jugo (a veces ni ganas tienen y no quieren ni una onza); ya a las 12:00 m les toca almorzar. Ahí si que respetamos el horario para poder luego tener un poco de vida y poder almorzar nosotros. A las 3:00 pm les toca su segundo biberón de leche del día, a veces duermen y a veces no (para eso si no soy tan loca), a las 6:00 pm nuevamente a la silla para comer. Luego del baño rico viene la última leche del día a eso de las 9:30 pm. Obvio todos los horarios son con quince o veinte minutos de prorroga para poder armar y calentar todo. Sin mencionar el ritual de Naelle que más parece una lombriz poseída porque ODIA su sillita.

Claro que entre todo ese horario de comida están muchas horas de juego, de paseos y de caminatas juntos. El fin de semana que a veces salimos, han habido oportunidades que no hemos llegado a las 6:00 pm a la casa entonces ahí si por si acaso tengo en mi maletín mi reserva de biberones de leche. Y eso es lo que no me hace ser una loca enferma de los horarios. Prefiero mil veces darles leche en lugar de su comida (es solo un día no todos) porque llevarles su papilla sería el caos más grande jamás antes visto en la historia humana. He tenido casos en los que les he llevado su comida y todos terminamos con dolor de cabeza. Descartada esa idea.

Por eso a veces, al menos por un tiempo, prefiero salir de paseo y a visitar a las tías y primas en horarios donde solo les toque tomar leche (porque es más manejable). Creo que tener dos hijos es distinto porque requiere otro tipo de logística. Desde un maletín más grande (si no son dos), hasta dos car seats instalados por siempre en la parte de atrás del carro, un coche doble en la maletera, muchos juguetes por si acaso, pañales (el doble de lo que siempre se lleva) y muchas pero muchas babitas.

No digo que sea más difícil, porque mami es mami de uno, dos o tres, pero las mamis que tienen hijos a la vez, sí tienen un gradito más de estrés incluido. Y es que las malas noches que se escuchan en películas y las preguntas típicas como «si uno llora, el otros se contagia?», no es cuento. Todo es verdad y cualquier cosa que se compare, pues no tiene comparación. El tema es así, cuando uno llora el otro está callado, pero cuando el uno se calma y lo devolvemos a su cama, la otra empieza. Y es así y así por el resto de la noche hasta las 5:30 am que todo vuelve a empezar.

Y este es el lema «si no la entiendes, no se lo digas. Si lo dices, corre por tu vida». No es broma. Una mamá múltiple tiene múltiples personalidades cuando de «criticarla» se trata. No seas mal@ y no lo hagas. Únete a ella y acompáñala en su estrés.

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Cuidado: no todas las urgencias son emergencias

Realmente, la semana empezó de la manera más cruel. Durante el fin de semana fuimos felices paseando juntos y disfrutando cada momento en familia. Aunque termino más cansada que de lunes a viernes esos días son mágicos y especiales, pero el domingo en la noche, todo se puso color oscuro.

Un lindo fin de semana que terminó mal…

Pasamos una noche difícil. Naelle empezó a llorar como si algo le fastidiara desde antes de las 12 de la noche. No era hambre, no era sueño, era dolor. Yo estaba segura que era dolor. Se calmaba por unos minutos y dormía para luego empezar a llorar nuevamente. Parecía una pesadilla porque nada la calmaba y yo empezaba a asustarme de verdad.

En paralelo, Marcel escuchaba los gritos y se revolcaba en su cuna renegando porque no lo dejaban dormir, además seguro estaba asustado como nosotros por su hermana. Teníamos que dividirnos para atenderlos a los dos. Felizmente, no molestó mucho mi chino. Se quedaba tranquilito con su chupón y su trapito para sobarse la cara mientras duerme.

 

Ya avanzada la noche, como a la 1:30 am aproximadamente, se despertó llorando más fuerte aún. Decidí distraerla a pesar de la regla número uno de la casa «no hablar ni jugar con los bebes durante la noche/madrugada que quieran despertarse», ese es el truco para que vuelvan a dormir, pero esta vez era diferente. Empezamos a jugar a las escondidas, a mirarnos en el espejo, a esconderme detrás de la espalda de su papá y que ella me descubra. Logré que se riera por ratitos pero no servía de mucho, al segundo volvía a llorar.

Creímos que eran gases, pues estaba un poco fastidiada y de cuando en cuando soltaba peditos y chanchitos. Pero no era eso, tenía que ser algo más y yo me frustraba conforme avanzaban las horas. Así dieron las 3 de la mañana, hora en que teníamos que volver a intentar dormir. La abracé, paseamos juntas con la luz apagada y por fin se durmió. Nos echamos abrazadas y logramos dormir no más de media hora para volver a llorar. Esa noche, realmente fue interminable. En mi mente pasaban horas y en realidad solo habían pasado minutos. Solo quería que amaneciera para pensar bien qué haríamos.

Ya a las 6 de la mañana la llevé de emergencia a una clínica que no mencionaré porque en este blog no tratamos de chancar, pero sí de advertir. Mis bebés tienen su pediatra que es un sol y lo amamos, él mismo fue quien los sacó de mi panza y es él mismo el que me ayudó a sacarlos de la prematuridad muy rápido. Es el mismo que quiso ir a mi cuarto personalmente a darme la noticia que por fin podría llevarme a mis bebes a casa. No lo cambiaría por nada, solo por una emergencia como ese día. Pues en la clínica que los atiendo no hay emergencias pediátricas y solo atienden a partir de las 9. Era mucho tiempo esperar 3 horas para ver qué podía tener mi china. Por eso salimos y la llevamos a una reconocida clínica por mi casa (Surco).

De inicio la atención en emergencia no fue como me lo esperaba. En emergencia todo es rápido y con mucho detalle, aquí se tomaron su tiempo para llamar al pediatra de turno para que baje a evaluar a mi bebé. Entró el doctor, quien parecía muy buen profesional y la examinó para luego decir que no tenía nada. Que su pancita no estaba dura así que no estaba con cólicos. Cómo era posible??? Algo debía tener! Le pedimos que por favor le revisara la garganta pero no lo hizo, nos preguntó cuando fue la última vez que hizo caquita y al decirle que había sido hacía un día y no mucha cantidad nos dijo que seguro era eso: estaba estreñida. Bueno, al menos un diagnóstico que podía tener sentido, así que la llevamos con panadol, gaseovet y algunas recomendaciones como darle más fibra en sus comiditas.

Con una cuenta un poco elevada nos fuimos a la casa pensando en lo que nos dijeron «esa no es una emergencia, es una urgencia y por eso se cobra como consulta». Digo yo, no es emergencia cuando tu bebé llora por más de 12 horas sin poder dormir??? En fin, nos fuimos a la casa creyendo que todo mejoraría pero no! Lo único que pasó fue que empeoró ahora sumándole a los llantos un poco de fiebre.

Para ese entonces ya eran las 9:00 am y nuestro pediatra ya estaba en su consultorio. Lo llamamos y fuimos a verlo de inmediato. Ese día él atendía en la tarde pero hizo un espacio para poder vernos, pues vio que el caso merecía atención como cualquier paciente. Después de revisar cada milímetro de su cuerpito escuchando sus llantitos desesperados nos miró diciendo: tiene otitis y faringitis.

¿A caso no le habían revisado los oídos? Sí! Y yo vi cómo ella se retorció cuando le vio la orejita derecha pero no nos dijo nada al respecto. ¿A caso no le revisó la garganta? Pues no lo hizo, a pesar que le dijimos que lo haga. Ahora sí podíamos ayudar a mi china, un antibiótico (que odio por cierto) y Doloral para ayudarla con ese intenso dolor. He escuchado las peores comparaciones con el dolor de oídos, pobres bebés. Empezamos ayer y ayer mismo empezamos a mejorar. Al menos ya se reía conmigo, jugamos juntas hasta casi las 10 de la noche, mi mamá ya me quería matar por la mala noche anterior. Además, el hermano renegón que tiene una roncha de zancudo vampiro en la frente como unicornio, no estaba de muy buen humor.

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Ayer en la noche ya más feliz

Parece que las semanas de mala pata nos persiguen, pero como siempre, juntos salimos adelante a pesar de los llantos compartidos y jalones de pelos desesperados por no saber qué hacer. Pero, esa, lamentablemente es la única forma de crecer. Qué tal forma de empezar a celebrar los 31 que llegan el jueves no?

Consejo: piensa bien a dónde llevas a tu bebé por una emergencia. Y recuerda que una mamá por más noica y neuromamá que sea, SIEMPRE sabe cuando a su bebé le pasa algo más que NADA.

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El lenguaje del bebé en 5 palabras

Lo prometido es deuda. Tal vez la mayoría no lo recuerde, pero hace mucho tiempo les comenté sobre un video que me aclaró todo el panorama cuando los bebes tenían a penas un mes de nacidos. A veces, como mamás, nos desesperamos por no entender qué quiere decirnos nuestro bebé cuando llora y se fastidia. Algunas de las frases típicas son «cómo quisiera que hable para entenderlo», «quiero ayudarlo y no se cómo!», «no entiendo qué le pasa», «no sé cómo calmarlo», «y si le duele algo???». Y la verdad es que sí, es frustrante ver que tu bebé se deshace llorando y tu sin poder hacer nada.

Aquí, te presento un video en 4 partes que te ayudarán a entenderlo. Al menos a tratar de saber qué puede estar pasando en ese momento: hambre? sueño? incomodidad? pañal sucio? gas? son muchas cosas que descartar antes de pensar que algo les duele.

Este video se divide en cuatro partes. Son cinco las palabras básicas que forman parte del lenguaje que presenta Priscilla Dunstan. Una maestra que supo decodificar el llanto de su bebé y así pudo a ayudar a muchas mamás al borde del colapso.

Estoy segura que será de mucha utilidad para ustedes!

https://youtu.be/dxrY-1-zcbQ

https://youtu.be/80JAntQikzk

https://youtu.be/2Rnxc9Chado

https://youtu.be/RGovr6rquZg

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A ti mamá!

Feliz día…

A ti, que luchas cada día por sacar adelante a tus hijos. A ti, que sales de la casa dejándolos aún dormidos y esperas con ansias llegar temprano para sacarle el jugo a las horas que les quedan despiertos durante ese día. A ti, que divides tu cabeza en dos partes para llevar el control en una oficina y en tu casa a la distancia. A ti, que te escondes de rato a rato para revisar las fotos de tu celular y poder mirarles la carita a acariciarlos a través de una pantalla. A ti, que sueñas con los fines de semana para salir al parque y pasear con ellos mirando los pajaritos. A ti, que piden más fotos durante el día para ver cómo están. A ti, que estudias mil formas de pasar más tiempo con ellos mientras sigues cumpliendo objetivos. A ti, que reniegas en el tráfico porque es tiempo perdido que puedes aprovechar con tus hijos. A ti, que piensas una y otra vez si lo que estás haciendo es lo correcto. A ti, mamá trabajadora que toma decisiones pensando solo en el futuro de sus hijos.

Feliz día…

A ti, que cambiaste una laptop y un ambiente de oficina por pañales, biberones y tu casa. A ti, que te levantas muy temprano para avanzar las cosas antes que te gane el horario y el bebe te sorprenda pidiendo leche trepado de las rejas de la cuna. A ti, que cambiaste los tacos por zapato chato para poder perseguirlos cuando se quieren escapar correteando con la energía más que recargada. A ti, que aprovechas cada segundo para mojarte la cara y peinarte frente al espejo. A ti, que dejaste de crear planes estratégicos para preparar papillas y leches en biberón. A ti, que tienes un horario fijo de 24 horas por 7 días a la semana. A ti, que te olvidaste del vestido ejecutivo y ahora más piensas en ropa cómoda para poder moverte como pulpo durante el día. A ti, mamá a tiempo completo que tienes la dicha y oportunidad de darle todo de ti durante todo el día a esa persona que es la dueña de tu vida.

A ustedes. A nosotras. A ellas….

A las que dejamos de ser una misma para darle nuestra vida entera a ese (o esos) ser que salió de nuestro cuerpo para empezar una vida. Una o dos maravillosas vidas.

FELIZ DÍA DE LA MADRE!

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Los 9 meses!

Llegaron los 9 meses, el último trimestre antes del año. Y yo, sigo sin creer cuánto hemos crecido juntos. Risas, llantos, miedos, alegrías y emociones se juntaron en este último mes que pasó. Y con este nuevo que llega, llegan también más experiencias y cosas por aprender.

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Para los 9 meses ya muchas cosas cambian. Aquí detallo algunas:

El desplazamiento
Ya están cerca los primeros pasos. A esta edad probablemente suba las escaleras gateando y también puede llegar a pasear sosteniéndose de los muebles o con la ayuda de las manos de mamá o papá, ya que, de esta manera, algunos bebés dan sus primeros pasos en forma independiente. Siempre que esté bajo supervisión puede probar y experimentar por toda la casa incluso.

La postura
En este tiempo, también aprenden a sentarse luego de estar parados, lo que le resulta difícil porque es un movimiento que requiere mucha fuerza y destreza. Con respecto a los andadores, en lo personal no los recomiendo por el riesgo de: caídas, adopción de malas posturas para caminar y falta de noción de su espacio, lo que no le brinda ninguna ventaja en su aprendizaje. Igualmente si deseas que use el andador te aconsejamos que lo haga solo por un rato en el día. Además, si son chukys como los míos ya empezarán a querer treparse por la pared a través de las rejillas de la cuna. De terror!

La seguridad
La casa segura a prueba de balas es el lema en este mes. En esta etapa es sumamente necesario que aprendas cómo preparar tu casa a prueba de bebés. Comienza a cubrir enchufes, a asegurar las puertas y ventanas y tomar todos los métodos posibles y necesarios en todos los ambientes para evitar cualquier accidente. Los cajones y sus perillas son un atractivo para ellos. Quieren jalarlo todo!

Los zapatos
Yo amo los zapatos, pero eso no significa que torturaré a mis bebes todo el día con zapatos si lo más rico es tenerlos con la pata calata (cuando es verano) y con medias cuando hace friecito. No hay nada mejor que el contacto puro! Muchos padres se preguntan si su bebé necesita zapatos en esta etapa en donde se para y tal vez de sus primeros pasos. Según los especialistas no hay que apresurarse. Cuando el bebé está descalzo tiene mayor seguridad y equilibrio, ya que siente las diferentes texturas del piso con la planta de sus pies y en consecuencia se aferra mejor a él. En cambio si lleva zapatos es muy probable que pierda el equilibrio, se caiga y se frustre. Además estar descalzo lo ayuda a fortalecer los arcos de sus pies y los músculos de sus piernas. Tiempo al tiempo!

El desarrollo intelectual
Todo vuela en esta etapa! No hay nada que les guste más que tirar cosas al suelo, ahora no sólo le interesa la forma en que caen sino el ruido que hacen y la disponibilidad que tienen para tirarlos una y otra vez. También imita gestos como el decir adiós moviendo la mano (incluso puede seguir haciendo adiós cuando la persona dejó el cuarto horas antes) o el aplauso (cada bebe tiene su forma de aplaudir). Se enoja cuando le sacas su juguete preferido y te lo hace notar con todo su carácter, ya van apareciendo las primeras rabietas. Poner objetos dentro de un frasco es una de sus mayores distracciones. Puedes darle un frasco de plástico y piezas de colores más chicas (del tamaño suficiente para que no las pueda tragar) para que las pueda poner dentro y sacarlas cuando quiera. Le encantan los juguetes con ruedas, como aquellos con partes movibles y los de abrir y cerrar. Sus deditos empiezan a ejercitarse mucho agarrando piezas chicas dentro de un gran juguete (los míos aman los seguros de su cuna. Los examinan por horas con sus pequeños deditos).

El juego
En esta edad todo lo visual y sonoro es espectacular. Empieza a mostrarle cuentos con texturas y sonidos de animales. Repitele nombres mientras mira fotografías (puede incluso sorprenderte mirando tu foto y sonriendo como lo hace mi china). Ir de compras sentados en el carrito es lo mejor que les puede pasar! Acompañarte a hacer las compras de la semana es un paseo perfecto para ellos, pues los estímulos visuales que reciben son muy ricos. Los juguetes para empujar y trepar son buenos en esta edad, pues gatean con más fuerza y se ejercitan parándose solitos desde el suelo y hasta pueden empujar un juguete rodante para dar sus primeros pasos. Mucho cuidado con las caídas nada más. Tampoco te digo que forres tus paredes con almohadas porque sino el bebe cuando sea un niño andará como si nada pasara por la calle cuando en realidad debe tener cuidado en todo sentido y lo debe aprender desde chiquito. Duelen las caídas, pero como mamá debemos entender que habrán muchas… es la cruda verdad.

El lenguaje
Ahora tienen un idioma propio! Tu bebé puede establecer una especie de diálogo, ya que si uno le repite alguna sílaba que el pequeño suele pronunciar, la repetirá posteriormente. En esta etapa comienza a entender las palabras ya que las estuvo escuchando desde el momento que nació. Seguramente no sabe expresarlas pero en su balbuceo lo intenta hacer. Baba, mama, papa, titi, teta, papa, tita, y hasta abué o baubau! A esta edad tu bebé comprende más por tu tono de voz que por el significado de las palabras, por eso mientras más palabras escuche más aprenderá y su inteligencia se desarrolla más. No sirve la radio ni la televisión, sólo sirve cuando existe una interacción con él. A conversar con ellos se ha dicho!

La comprensión
Ahora todo tiene sentido. Empieza a comprender el significado de la palabra «NO» aunque suela desobedecerla. También reconoce cuando los llaman por su nombre mirando a quien lo llama o dejando de hacer lo que estaba haciendo para prestar atención. Es importante que lo llames por su nombre varias veces en el día, ya que de esta forma refuerzas lo que está aprendiendo. El tema es cuando son dos… uno cree que lo llaman cuando en realidad llamas al otro. Un poco loco realmente.

Los viajes
Es un poco difícil hacer un viaje con un bebé a esta edad. Los viajes los perturban mucho porque cambian su rutina diaria de forma brusca. Si debes viajar con tu bebé hazte la idea que no se portará bien (para que si te sorprende portándose de maravilla, sea un viaje perfecto). Para un viaje más tranquilo lleva juguetes, libros de cuentos con dibujos divertidos y sobre todas las cosas su juguete preferido. Y si usa chupón, no olvides llevarlo! Si decides viajar, eres una valiente y te admiro! SI SE PUEDE!

Sin duda, una aventura que recién empieza… se viene el primer año y con él otros miles de cambios y cosas por aprender. Un año de mamá, un año de mellizos, un año de vida maravillosa para ellos.

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Al doctor!

Lo peor que le puede pasar a una mamá, o mejor dicho una de las peores cosas, es el no poder calmar a su bebé. Intentarlo todo, con todo el amor del mundo y no poder hacerlo dejar de llorar. Algo así me pasó ayer y yo simplemente llegué a llorar junto a él.

Ya me habían dicho que estaba un poco fastidiado en el día. Todos creían que estaba engreído y solo quería estar en brazos. Pues pedí que por estos días lo tengan en brazos si él lo pedía porque el resfrío los pone un poco más engreídos de lo normal. Pero no era suficiente, él quería algo más. Es así como llegué a la casa por la tarde y saludé a ambos por igual tratando de turnarme el cargarlos y jugar con ellos por igual. Él estaba diferente. Se le veía apagado, renegón pero no de la manera enérgica con la que siempre reniega como requintando y preguntándome por qué me fui tanto tiempo, dando manotazos en mi hombro mientras fruncía el ceño y repetía «ma ma ma ma» mirándome fijamente. Esta vez no estaba así. Algo más le pasaba y yo lo sabía.

Llegó la hora de la comida y ni eso lo pudo soportar. Empezó un berrinche como nunca antes lo había hecho y yo empezaba a desesperarme por no poder ayudarlo. Primero lo primero ¿necesidades básicas? Hambre no era porque no me recibió ni media cucharada sin llorar, pañal sucio tampoco, no era ni frío ni calor, sueño tampoco porque acababa de dormir un rato, tenía que ser incomodidad. Pero no estaba cómodo en ningún lugar ni postura ni absolutamente nada. Lo paseaba, lo hacía jugar, lo arrullaba, y no soporté más y me puse a llorar con él. ¿Qué era lo que le pasaba? sería tal vez su pecho! Naelle de seguro le había pasado su virus (del cual ella aún no está del todo libre) y le tocaría sufrir a él las consecuencias de unos bronquios inflamados. Llegó su papá y no lo pensé dos veces. Una casaca y maletín hecho en dos minutos y al carro. Vamos a la clínica!

¿Exageración? No señor. Mi bebé estaba sufriendo y no perdería más tiempo en averiguar lo que le estaba pasando para poder ayudarlo. Por fin se quedó dormido en el carro, en mis brazos. Lo miraba y le daba besos en la frente rogando por favor que no tuviera el pecho cerrado ni nada por el estilo. Quería que cuando vuelva a abrir los ojitos ya todo dolor haya pasado. Pero no fue así. Ya en la clínica esperando a que nos atiendan le vino un ataque de llanto peor que el de hacía un momento. No paraba de llorar mirándome con lágrimas en sus ojos como pidiendo que lo ayude. Yo lloraba con él y lo único que podía hacer era abrazarlo diciéndole que todo iba a pasar. Llegó el doctor y lo revisó en medio de todo su llanto y por fin me dijo lo que le pasaba: «su bebe está así porque tiene bastante dolor en su oído. Eso pasa a veces cuando el resfrío se complica y no pasa a pesar de las medicinas. Tiene otitis en el oído izquierdo». Lo único que quería era que lo ayudaran y me enseñaran a mí a poder aliviar su dolor hasta que pueda recuperarse y no complicar más la situación.

A las 2 horas ya estaba más tranquilo y tenía algo de hambre. En la casa durmió a mi lado toda la noche, y aunque despertando cada media hora para quejarse y moverse como gusano porque seguro le molestaba su oidito yo aguantaba al pie del cañón. Siempre lo haré por ellos aunque me cuesten ojeras y ratos de sueño IMPOSIBLE durante el día.

Solo le pido a Dios que por favor ya pase esto pronto. Primero ella la tuvo difícil y ahora él, creo que esto es solo el principio (lo tengo más que claro y no es necesario que me lo repitan una y otra vez las personas que ya tienen hijos), pero lo cierto es que una recién se acostumbra a sufrir por esos seres que son TODA TU VIDA y simplemente valen más que TU PROPIA VIDA. Es cuestión de aguantar y como ya lo dije, mantenerse de pie en la lucha. Porque por ahora, quién los cuida si no eres tú? Aprovechemos mientras nos dejen hacerlo.

Ahora sí, me quedan varias malas noches con ambos (ahora que recién empieza el tema con Marcel, es como volver a empezar). Será una larga semana… pero felizmente, el viernes podré cuidarlos como solo una mamá lo sabe hacer. Y qué bien día del trabajo será. Trabajando en lo mejor! Ser mamá!

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Una vez más cayeron los dos

Esta semana ha sido muy intensa en todo sentido. Llega el viernes y con él llega la descarga de todo lo que está pasando justo ahora. Días de «inicios» que requieren muchísima concentración, ganas, orden y mucha, pero muchísima cabeza para pensar en objetivos claros. Días que se mezclaron, como cuando todo parece suceder dentro de una película barata de terror, con momentos críticos en mi corazón que lucha a ciegas por ver más allá de lo evidente lo que pasa a exactamente 6.4 kilómetros de mí. Días en los que mis hijos estuvieron con un poco de moquitos que en lugar de ir desapareciendo, se convirtió en un gran resfriado con nariz, garganta y bronquios involucrados. Realmente una semana de terror.

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Una semana sin noches para dormir se va. Esas noches al lado de la cuna chequeando que la respiración esté bien, parada con la linterna en la mano para alcanzar las medicinas, el saca moco y todo lo que está en la mesita de apoyo que me ayuda a pasar las horas. Noches que parecen interminables y que la mayor alegría la da el sonido del aire limpio pasando por su naricita. Noches en que el termómetro en sus frentecitas son los protagonistas. Esos minutos de terror cuando un poco de leche hace que se atoren por no poder respirar ni comer aunque su pancita ruja de hambre. Noches en las que maldigo los virus que lamentablemente están en el mismo aire.

Se va una semana de tardes tratando de jugar como siempre, pero esta vez con un fastidio de por medio. Noches en las que me odié por completo porque grité y renegué con ella que no tiene la culpa. Renegué y le pedí que por favor se callara y que se calmara de una vez. Al segundo me arrepentí y las lágrimas empezaron a mojar sus ya mojados ojitos. ¿Tan bruta puedo ser? Me provocó meterme mil cachetadas de castigo pero nada se podría llevar ese momento, lo dije y ahí se quedó. Ella, sin entender nada me miraba y seguía llorando y yo sin poder calmarla. ¿Cómo es eso posible? Pero ya cuando todo estaba silencio pensé y miré hacia adentro como siempre lo quiero hacer y es que sí es posible porque soy un ser humano. Un ser humano que se cansa y pide un minuto. Solo un minuto para unir puntos y conectarse. Un ser humano que no para en el día y tampoco en la noche. Un ser humano que también merece ser entendido.

Agradezco a Dios infinitamente por todo lo que me da, y lo que no también porque eso me ayuda a darme cuenta de mi presente y lo grande que es mi vida. No me quejo, más bien me admiro por todo lo que estoy haciendo. Pero a veces me provoca poner pausa y respirar. No pensar más. No mirar alrededor y por fin respirar.

Se va esta semana pero aún no termina el calvario. Vendrá un fin de semana para ganar tiempo y cuidar al máximo cada segundo con ellos. Que hoy, fastidiados y llorones, necesitan una mamá tranquila que sepa calmarlos cuando ellos más la necesitan.

Si solo pudiera hacer lo que vengo pidiendo todas las noches mientras les doy su leche acariciando sus cabecitas… si solo me pudieran pasar todo lo malo que ellos sienten a mí. Yo soy más fuerte, yo puedo aguantar más que ellos una cochina tos y esos fastidiosos mocos. Si solo pudiera reemplazar esos amargos momentos en los que lloran porque tengo que darles su medicina y meterles el succionador de mocos porque ellos solos no saben expulsarlo. Si puediera borrar sus caritas mirándome con amargura como si me dijeran ¿por qué me haces esto mamá?

Suena drama… drama del bueno, pero así es. Es la cruda realidad de una mamá que sufre al lado de sus hijos aunque de durante el día esté a esos «escasos» 6.4 kilómetros que parecen millones.

Sana sana, colita de rana…

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Tu cuna, mi abrazo

Es un poco extraño sentir ese temor, pero lo siento, debo decirlo. Creo que el salir de la casa cuando ellos aún están dormidos me tiene un poco triste. Además de preocupada, me voy con el corazón en la mano viéndolos dormiditos sobre su cuna, me acerco con dificultad por las barandas que se meten en mi camino, a veces hasta me meto a su cuna y los apachurro dandoles besitos en la frente y en sus manitos diciéndoles lo mucho que los extrañaré durante el día, les digo que se porten bien, y que Dios los cuide y los proteja a cada segundo. Con quejas y cejas de cangrejo se soban la carita y vuelven a dormir. Ellos se quedan ahí, y yo salgo a empezar mi día, por ellos. Recuerdo cada minuto que todo esto es por ellos y que son la única razón por la que salgo con fuerza (y a veces con lágrimas en los ojos) a pensar en cómo seguir creciendo para ser mejor. Mejor mamá, mejor esposa, mejor profesional, mejor persona.

Al llegar en la tarde es otra la historia. Entro a la casa, me quito los zapatos y me convierto en lo que ellos quieran. Los saludo desde abajo y al subir las escaleras los llamo por sus nombres en tono mamá y cuando entro por la puerta los veo atentos mirando en esa dirección. Ver cómo cambia la expresión en sus caritas, ver esas sonrisas del alma y cómo se mueven zapateando y dando manotazos y hasta estrelladas contra la cama para hacer el paso de la culebra acompañado con grititos de emoción, me hace pensar que el día lejos de ellos valió la pena. Es la única manera de darles esa vida que ellos merecen! Llega el papá luego y hace su propio ritual y una vez más la alegría invade sus cuerpitos. Es simplemente maravilloso.

Sí, mi temor es que durante todo el tiempo que no estoy con ellos, ellos no piensen ni un minuto ¿dónde está mi mamá?, pero luego pienso que soy una loca porque obvio que piensan en mí, si soy yo quien los ha tenido en su panza por casi 8 meses! Es mi voz la que han escuchado como suya durante ese tiempo, son mis manos las que los tocan con el amor más inmenso que puede existir y soy yo (y su papá) quienes daríamos más que nuestra propia vida por ellos. Pero ese miedo es normal en toda mamá que tiene que dejar a sus bebés por primera vez.

Luego pienso, si cuando llego del trabajo el celular queda refundido en la cartera y el 100% de mi atención es para ellos. Jugamos un rato, bailamos, vemos tele y luego comemos (por más que sea trabajoso comemos y hacemos todo lo posible por terminar, sobre todo con mi china que es light), para después bañar a cada uno con el mismo cuidado y dedicación por igual. Confieso que al terminar con uno, después del pataleo respectivo por haberlo sacado de la tina y la lucha por ponerle el pañal y terminar bañada en crema por toda la mano por sus patadas y manazos, me cuesta comenzar con la otra. Pero nunca me gana el cansancio. Ellos son primero que mi sueño, primero que mis dolores de cabeza y primero que mi vida entera. Así, si vale la pena.

Todo esfuerzo es retribuido así que yo solo espero el fin de semana que aunque ya no sean días para descansar, son días para estar íntegramente con ellos. Y amo esos días.

Mi motor me espera en casa, a ver si las horas se pasan más rápido por aquí.

Nunca jamás sentí
una alegría así
qué bendición hallarte al instante en que se fue la luz
llegaste tu!
(ustedes)

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Dolores de mamá

Cuando nos volvemos mamás no tenemos idea de lo que se nos viene. Eso que pensamos como «maternidad» no se compara ni un poquito a la realidad. Y es que no todas las cosas son como nos las cuentas, en realidad, creo que no todo se cuenta cuando a «ser mamá» se refiere.

Nadie nos prepara para ese golpe fuertísimo que es el salir de la clínica para enfrentarnos «solas» a ese maravilloso ser que salió de nosotras. Y es increíble pensar todo el amor que una puede sentir por una persona tan pequeñita y a nuestros ojos lo más indefenso que existe. Es nuestra responsabilidad y lógicamente, todo nos abruma de golpe. En casa no hay enfermeras que nos ayuden a calmar los llantos, a darles de comer de la manera tan «simple» como se ve, a sacarles el chanchito perfecto y cambiarles el pañal como si fuera un baile divertido.

Igual que eso, nadie nos advierte que los bebes lloran. Y es que es su lenguaje desde que nacen. No saben hablar y por ello solo lloran por hambre, lloran por frío o calor, lloran por sueño, lloran por estar sucios o lloran por incomodidad. Además de todo eso, lloran cuando tienen ganas. Esas fotos de bebitos felices y «tranquilos» durmiendo en cama de sus papás, no es que sea «la familia perfecta» con el «bebé perfecto» que solo se ríe y come feliz, es que son esos momentos perfectos que MERECEN la pena ser plasmados en una foto. Nunca se ha visto una foto de una mamá desesperada tratando de calmar a su bebito que llora hasta ponerse rojo. No! Porque no son cosas que uno ama. Son momentos difíciles a los que tenemos que enfrentarnos alguna vez en la vida. A parte, no todos los bebes son iguales. Y yo puedo dar fe de eso, mientras mi bebito lloraba como si lo aniquilaran en cada cambio de pañal, mi bebita era la más feliz del mundo. Y lo peor que podemos hacer es comparar, porque no son iguales. Cada uno es un mundo y solo nos toca aceptar. Pero eso sí, para una mamá nunca habrá una última mecida para calmar a tu bebé. Siempre habrán ganas.

Tampoco nadie nos prepara para el difícil tema de «la lactancia». Todo es perfecto y una piensa en las miles de bolsas de leche congelada que tendrá en la refri porque sera una real vaca lechera. Y de pronto, al intentar darle teta y no es para nada suficiente. Y es que por más que visualicemos y seamos las más positivas del mundo, a veces a quienes nos toca escasez, nos toca. Solo nos queda aceptar y seguir adelante. Pero cómo duele.

Nadie nos prepara para los sufrimientos de mamá. Esos que nos hacen entender al derecho y al revés a nuestras propias madres. Las caritas tristes y decaídas con los resfríos y virus que mientras vayan creciendo serán más frecuentes. Una parece sufrir más que el mismo bebe, y creo que el deseo más grande que una pide en ese momento es «por favor que me de a mí todo lo malo pero no a mis bebés. Quítales su dolor y pásamelo a mí».

Y menos nos cuentan de los «golpes» típicos de mamá. Como siempre digo, venimos preparadas para ser mamás y tener un aguante enorme cuando de golpes se trata. Patadas desde la panza, jalones de teta para tomar leche, cabezazos contra labios, ojos incluso dientes que hacen temblar, cachetadas, clavadas de uñitas, bañadas de pilas y cacas, jalones de pelo, de lengua de ojo, de pestañas… dolores que luego de llorar a veces, nos hacen reír.

Menos nos cuentan lo difícil que es separarnos de nuestros hijos después de unos meses cuando hay que volver a trabajar. Creo que es la parte más difícil de todas porque cada hora que se pasa lejos de ellos, es una hora menos de verlos crecer. Porque sí, crecen cada hora definitivamente. Nadie nos prepara para tener el corazón arrugado cuando nos perdamos su primer «chau» con la manito, su primer «dale a la mozita», su primer solo paradito  muchas cosas más que debemos conformarnos viendo en foto.

En fin, nadie nos prepara para ese lado difícil de ser mamá. Nadie nos cuenta la realidad cruda y dura porque creo que es algo que nos toca vivir a cada una de nosotras para luego contar nuestra historia y decir «yo pude».

Cada mes de ellos, es un mes nuestro. Un mes nuestro como mamá que sigue y seguirá aprendiendo a ser cada vez mejor por ellos, aunque muchas veces duela.