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Carta a esa empresa

Aunque al principio me costó muchísimo reconocer que lo que me estaba pasando era bueno, hoy lo puedo ver claramente.

Quedarme sin trabajo justo en ese preciso momento en el que más necesitábamos contar con un ingreso fijo, era una de esas situaciones perfectas como para mirar al cielo y preguntar el clásico «por qué a mí?». No pude hacer mucho, escuché y entendí. Las razones eran claras y concretas: el perfil de la empresa había tomado otro rumbo y yo ya no encajaba en él. Después de haber estado casi 3 años ahí, confieso que me dolió un poco recibir esa noticia que al final de todo, ya me esperaba.

El miedo me paralizó los primeros minutos. Preguntas como y ahora qué? Y si nadie me llama? Cómo haremos? y muchas más invadieron cada uno de mis pensamientos. De todas maneras estaba claro que aprovecharía esos meses para estar con los bebes (que más quisiera yo!) pero era justamente por ellos que estaba preocupada. Ellos necesitan de mucho más que amor, no sólo de eso se vive aunque suene crudo. Es real. Y me tocó vivirlo de golpe.

Al día siguiente otra tenía que ser la historia. Debía preparar mi CV de la mejor manera y con la cara más positiva de la vida debía emprender un nuevo camino: la búsqueda dura y pareja. Y no valía rendirse! Cosa que respeté unas semanas porque, seamos sinceros, a todos nos gana de vez en cuando el pesimismo y la frustración.

Durante casi siete meses pude estar al lado de mis hijitos. Estuve en sus primeros resfríos, sus primeras papillas, sus primeros balbuceos, miles de llantos que pude calmar a tiempo, muchas risas y carcajadas, primeras caricias, primeros juegos de a dos, pude estar en muchos momentos que serán siempre especiales para mí como mamá. Aprendí y crecí un poco más. Eso no se pone en ningún curriculum pero que bello trabajo el de ser mamá.

Por eso, gracias «empresa que no me renovó contrato después de dar a luz» porque me abriste muchas puertas que  creí cerradas con cinco llaves. Gracias por darme la oportunidad de ser mamá a tiempo completo por casi siete meses. Gracias por hacerme crecer un poco más en este mundo que a veces puede parecer injusto pero no lo es al fin y al cabo. Gracias por hacerme entender una vez más que esa famosa frase de «todo sucede por una razón» es la más verdadera de la historia. Gracias por permitirme creer en mí y emprender nuevos retos que estoy segura, me llevarán a mi y a mi familia donde verdaderamente debemos y merecemos estar.

Gracias.

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Cuando ellos se enferman

Es muy complicado ser mamá primeriza, doble. Muchos nervios y tensiones nos atacan de buenas a primeras con cada resfrío, cada pancita mala y cualquier tipo de virus que acecha a nuestros hijos alguna vez en la vida. Y más aún si en mi neurótica cabeza ellos aún siguen siendo bebitos indefensos que nacieron prematuritos. Bueno, serán prematuros para mí hasta que cumplan 20 años y años 20 seguiré diciendo que lo son hasta los 40 y así hasta el fin de mis días.

Esta vez le tocó a mi china pasarla mal. Todo empezó la semana pasada con una pequeña fiebre que nos avisó su visita porque el ánimo de mi Naelle estaba un poco extraño. Ya no se reía como siempre, no gritaba a pierna suelta para que le hagamos caso y tampoco le daba mucha bola a sus juguetes. Solo quería renegar y estar cargadita. Empecé a sentir su cabecita caliente y le puse el termómetro (*) y tenía fiebre. Llamé al doctor de inmediato y me indicó Panadol y si no bajaba Repriman (una antalgina más fuerte que baja al toque la fiebre). Pues nunca es bueno dejar que la fiebre siga subiendo. Gracias a Dios no fue necesario porque pudimos controlarla y bajarla cada 6 horas con Panadol. No había rastros de resfrío aún, por eso no podíamos darle aún nada más. Luego de dos días empezó a incomodarle la garganta, la llevé al doctor y solo le recetó Respibron en jarabe y también Hisaler en gotas (un antihistamínico que me ha sacado de muchas! Incluso de picaduras de mosquitos y zancudos, de verdad muy buen aliado para tener en el botiquín). Ya para el domingo nos pudimos despertar contentos. Ella estaba bien y Marcel no había caído gracias a Dios. A pesar que muchos me decían que por gusto los ponía a dormir separados porque de todas maneras se iba contagiar, lo logré y al menos en esa semana no cayó mi chino y pude concentrarme en Naelle para su pronta recuperación.

Hoy martes, empezando una nueva semana de retos que ya contaré en unos días porque me está costando sudor y lágrimas literalmente, otra vez Naelle me sorprendió poniéndome nerviosa en extremo y con ganas de ser todo poderosa para evitarle cualquier dolor o sufrimiento sea del tipo que sea. «La bebe está con unas ronchitas en todo el cuerpo. Dame el teléfono del doctor para preguntarle». Solo bastó esa frase para colgar el teléfono y regresar a mi casa justo el primer día fuera de ella, solo estuve media hora fuera y volví como pude. La llevé sin pensarlo al doctor por más que me dijo que no era nada y lo controle observando, yo necesitaba que él vea sus ronchitas con sus propios ojos. Ahora, que descartamos alergia y todo apunta a que es un virus del mal que no quiere soltar a mi china ya me siento mejor. Control triple con Marcel para que no caiga: juguetes separados, dormir separados, no juntarlos mucho, chupones en envases separados y muchísima higiene. Si es posible lavar las manos y desinfectar cada media hora y siempre que sea necesario. Una loca completa pero siempre sabiendo que es muy posible que él también presente los mismos episodios que su hermana. Pero seamos positivos, no nos cuesta nada.

Es así como en estos momentos viajo al pasado y me acuerdo de cada una de las mil veces que estuve enferma (de chica y no tan chica también). Mi papá me agarraba de los hombros y me traía contra su pecho y al pegas su cabeza a la mía me decía con la voz más sincera del mundo «pásame todo tu dolor a mí hijita. Que todo lo malo me de a mí y te deje en paz a ti. Yo soy más fuerte que tú. Pásame todito a mí». Y es exactamente lo mismo que hago yo cada vez que uno de los dos está pasando por un momento delicado. Los abrazo fuerte y contemplándolos con todo el amor del mundo cierro los ojos y lo deseo con todas mis fuerzas «que todo lo malo me pase a mí y no a ellos». Lo hago y lo seguiré haciendo siempre.

Que todo tu dolor ya no sea tuyo y sea solo mío!

Que todo tu dolor ya no sea tuyo y sea solo mío!

Es normal que pasen momentos así. Son personitas, y desde pequeños sus cuerpos están expuestos a virus y demás cosas que les pueden hacer daño. Y lo que es yo, me hace sentir tranquila el saber que mi doctor me contesta el teléfono aún así sean las 11:00 pm (como ya me ha pasado) y que mi mamá y mis hermanas son las referencias más cercanas que tengo para poder tener todo bajo control. Lo único que debo aprender es a ser un poco más calmada y no dejar que los nervios se apoderen de mi cerebro. No debo viajar a mil por hora sino pensar con la cabeza fría cuáles son los pasos que seguiremos. Tanto para marcar un camino como para dar direcciones si es que estoy lejos. Estos bebitos, tienen una neuro mamá sí, pero una mamá que gracias a Dios se preocupa de cada detalle para que todo esté bien para los dos.

(*) Un datazo, los termómetros que se ponen en la frente marca Braun son un éxito porque no les incomoda en nada y puedes medir la temperatura de los bebés hasta dormidos. Lo único malo es que marca en Fahrenheit (F°) pero es fácil convertir y ver si es normal en centígrados como marca un termómetro bucal que también se usa en axila cuando son muy bebes (C°). Además, cuando da el resultado luego de 5 segundos aproximadamente la pantalla se vuelve verde, ambar o roja para indicar si es temperatura normal, media o alta. Lo máximo!.

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Y fueron cinco!

Esta semana tuve que volver a ese lugar que a veces imagino y se me llenan los ojos de lágrimas. Un lugar que parece tan frío a simple vista pero que en realidad es el sitio más cálido y lleno de amor que puede existir. Esta semana volví a la sala de operaciones donde tuve a mis bebés, pero esta vez no para tener mellizos sino quintillizos.

Si hay algo que más extraño de estar con panza, a parte de las pataditas y miles de sentimientos bellos mezclados ahí adentro, extraño  vivir mis días tranquila SIN REGLA. Y eso que luego de dar a luz me dieron unos meses más de tregua para no encontrarme con la condenada, pero a los 5 meses de dar a luz la pesada volvió con fuerza y se quedó por más de 20 días. Al principio, cuando había pasado una semana dije «ya se irá», pasaron dos semanas «esto ya esta un poco raro», y al cabo de los 20 días ya llamé al doctor quien me dijo que vaya a visitarlo. Pensé que podían ser los anticonceptivos que recién empecé ese mes, pero no, algo más estaba pasando ahí.

– Doctor, qué tengo.
– Mira, tu endometrio está más grueso de lo que debería estar en tu ciclo menstrual.
– Ya, pero qué es lo que tengo ahí, por qué está tan grueso?
– Generalmente es por presencia de «algo». Pero aún así no debería estar tan grande.
(silencio)
– Parece un endometrio de una embarazada.

Confieso que la presión me bajó a cero, empezaron los calores, risas nerviosas y las ganas de tirarme por la misma ventana abierta detrás de la silla del doctor. Mi mente voló a mil por hora y no podía atinar a decir ni una sola palabra. Solo decía como loca una y otra vez «imposible, imposible, imposible». 

– Pero se han cuidado?
– Sí! O sea sí, pero recién este mes con pastillas.
– Mmmmm, si tienes 3 semanas por ejemplo aún no se ve el saquito. Por eso tal vez no lo hemos visto. Te voy a mandar una prueba de embarazo por si acaso ya?

Exploté con una fuerte risotada y el doctor me calmó diciéndome que no creía, pero de todas maneras quería estar seguro. Ese 0.1% de probabilidades era suficiente para ponerme nerviosa. Esperé toda la tarde los benditos resultados, entraba a la página una y otra vez para ver el numerito famoso. No podía creer que hacía un año o más estaba frente a una computadora esperando un resultado hermoso que cambió mi vida y en unos minutos vería otro resultado que podía también volver a cambiarla. Momentos diferentes, sentimientos diferentes. Increíble.

En fin, dieron las 6 de la tarde y nada. Los resultados no salían y yo empezaba a desesperarme. Un par de F5 para refrescar la pantalla y ya! Negativo. No sería mamá por segunda, o mejor dicho, tercera vez. Y empezaron los cuestionamientos. Qué era lo que tenía entonces? Al día siguiente me hicieron la prueba mágica y zaz! Cinco polipos se asomaban como si fueran bebitos. «Ahí están tus quintillizos ves?». Ese mismo día acordamos fecha y horario de intervención. Y no era eso lo que me ponía nerviosa, sino encontrarme de nuevo con ese «momento» y revivirlo.

Llegó el día y ya lista con bata y botitas de clínica me tocó ingresar a la sala. Esta vez, caminando y yo misma trepándome a la camilla al centro de la habitación llena de aparatos y monitores. Recorrí con la mirada cada rincón, cada espacio y cada momento. Esa esquina, la esquina más temida de todas estaba ahí como siempre, muda, callada, en total quietud y yo reviví una vez más el momento donde los vi, chiquititos e indefensos siendo secados por una mantita mientras yo pedía a gritos verlos y a la vez preguntaba desesperada por qué no lloraban. Mis ojos se llenaron de lágrimas y la enfermera me decía bajito «no te pongas nerviosa, esto no es difícil, ya has pasado por peores cosas no?».

Me sequé las lágrimas retirándome con dificultad la mascarilla y le dije tranquila «no estoy nerviosa. Me he acordado de la primera vez que vi a mis bebes, la primera vez que me negaron un cariño de ellos y me negaron el derecho de sentirlos sobre mí. Pero ahora comprendo que gracias a ese momento de privación, puedo disfrutar de ellos ahora». En ese momento entró el doctor, me saludó y agarró fuerte mi mano: «cómo estás?»… y no me acuerdo más. Es la parte que más me gustan de las operaciones, la anestesia! Todo había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Ahora solo queda esperar la cita del lunes para escuchar que todo perfecto.

Es así como tuve a mis quintillizos, increíblemente a solo seis meses de haberles dado la bienvenida a mis mellis.

Valiente una vez más por ustedes mis chinos…

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Para entretener a tu bebé: Collares de lactancia y porteo

El día de ayer recibí una linda visita. Me encanta esto de los concursos porque puedo conocer a las mamis y papis que siguen a esta mamá de doble yema y también hablar un poco más e intercambiar experiencias. Es así como tuve la oportunidad de conocer a Cristina y a Jacobo, el hermoso bebé que está adelantado a su edad y es el más inteligente de todos con solo 6 meses. Un pestañón ricotón que estoy segura será un rompe corazones total.

Cristina y Jacobo

Cristina y Jacobo

No les  pude presentar a los mellis porque, como siempre, eligen el momento «más oportuno» para dormir. Y cuando uno quiere que duerman, no pegan el ojo… ay mellis! Dan la contra en todo!

Vinieron a recoger el premio que ganaron en el concurso de los chupones y quedamos a la espera de la experiencia con este amigo chupón y Jacobo. Lo lindo es que esta bella mami me presentó algo nuevo que no conocía que estoy segura será un éxito.

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Collares de lactancia y porteo:

Estos collares están diseñados especialmente para entretener a un bebé mientras está lactando y por qué no? también tomando biberón. Es un accesorio que toda mamá puede usar tanto como para salir o estar en casa porque sus diseños son lindos, variados, coloridos y muy combinables. Ayudan a captar la atención del bebé y les permite jugar con algo a la mano en lugar de jalar los pelos de la mami o atacar nariz y ojo sin querer. ¿No les ha pasado? También son buenísimos mientras los tenemos cargados. También, estos collares hechos con cuentas redondas, cuadradas de diferentes tamaños, texturas  y colores ayudan a mejorar la visión del bebé, evolucionan sus habilidades motoras finas y lo estimulan a buscar y explorar lo desconocido.

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Los collares de porteo y lactancia son totalmente seguros para que tu bebe y son muy resistentes (se recomienda siempre su uso bajo la supervisión de un adulto).

Mis mellis lo probaron y simplemente quedaron fascinados. Pasaron examinándolo por mucho tiempo y luego pasaban de pelotita en pelotita como si estuvieran analizando de qué se trataba.

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Si quieres pedir uno y probarlo con tu bebé, puedes contactar a Cristina aquí:
Cris.espinoza.j@gmail.com (956725833)

Lo que es yo, la llamaré para vernos otra vez porque los mellis empezamos la lucha por el collar… oh no!

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La peor pesadilla de Naelle: la leche y la comida!

Hace dos días comenzamos la aventura de las papillas, y puedo decir que realmente es mucho más difícil de lo que imaginé. Mis hijos son un poco complicados para comer en general, si con la leche era un suplicio chino, con la comida es peor. Lo bueno es que por lo menos ya están probando otros sabores.

Naelle antes de comer

Naelle antes de comer

Por donde empiezo? Bueno, empezaré por lo más sencillo, para Marcel tomar la leche ahora en verano es bien complicado, él es muy caluroso y si no me pongo frente a un ventilador sonamos. Pero como todo se trata de ir conociéndonos y entendiéndonos todo se lleva mejor con tiempo y paciencia. Si es que le toca tomar leche y justo a esa misma hora el señor tiene sueño: HUYAN! Es un loco en potencia cuando se le cruza hambre y sueño. Ahí aplico la del chupón el balanceo y tarareo de canciones de cuna dando saltitos en la cama y palmoteos en el pompis y ya está. Cae como mosquita pero con sus renegadas revienta tímpano de cuando en cuando. Solo así consigo que se seque sus 6 o 7 onzas de leche sin problema.

La más difícil de la vida es mi Naelle. Creo que esta bebita nunca jamás en la vida tiene hambre. Es más, una noche pasaron 9 horas y no pedía nada de leche, tuve que darle dormida y aún así no se acabó su biberón. Confieso que este tema es mi principal estrés. Más aún porque ella es la más chiquita, y este último mes solo subió 200 gramos. Qué fea sensación la que siento cuando la pongo en la balanza y veo que los numeritos no suben tanto como lo espero. Por Dios que soy neuro mamá cuando se trata del peso y de la hora de la comida. Antes de este fin de semana cuando solo tomaban leche y yo luchaba en cada toma para que se termine su biberón (5 onzas) fallidamente porque siempre, siempre quedaba media onza o una onza completa. Y por lo menos 1 hora en cada biberón. Es realmente estresante. Pero esta bebita no quiere por nada del mundo, cierra la boca, levanta la lengua para trabar la tetina del biberón, escupe por un lado lo que va succionando y por último se guarda todo en el cachete y lo expulsa cuando le saco el biberón. Es de terror! Pensé que las papillas serían mi salvación para poder estar más tranquila por ese lado, pero no. Es también complicada para comer. No llora ni se queja, pero juega con la comida en su boca. Lo contrario que Marcel, él se incomoda en la silla, y reniega pataleando sin querer comer. Pero siempre, al final encontramos la forma de hacerlo abrir la boca. Con ella es diferente y yo siento que moriré de infarto cerebral.

Yo necesito que coman, sobre todo ella. Y he hecho de todo: intentar darle leche más seguido en menor cantidad (nulo), dejar pasar un poquito más de tiempo para que le de hambre (nulo), ponerle nestum en todos los biberones para que sepa más rico (nulo), cambio de leche (nulo), dibujos, juguetitos, canciones y todo para nada.

Hemos empezado ya con la siguiente rutina que espero funcione:

– 6:00 am leche: Empiezo con Marcel y termino con Naelle. Esta es la leche más pesada de todas y hasta hoy no sé porqué.
– Juegan y duermen
-10:00 am: Jugo de Papaya o Granadilla
– Juegan, los baño y dermen
– 12:00 m: Papilla (estamos empezando con vegetales amarillos y tres días de cada uno solo y luego ya empezamos a combinarlos entre sí, papa amarilla, camote, yuca, zanahoria y zapallo. De postre perita o plátano de la isla.
– 3:00 pm: Leche
– 6:00 pm: Papilla de Nestum con leche
– 9:00 pm: Última leche del día (se las doy a las 11 mas o menos para que aguanten más.

Vamos recién dos días y creo que han comido más de lo que pensé, y aunque la leche es un calvario y castigo cada vez que trato de darles, tengo que sacar fuerzas y paciencia de todas parte para aguantar y cumplir mi principal labor: ser mamá!

Primera papilla!

Primera papilla!

Soy una mamá estresada, lo confieso. Me gustaría ser más relajada y si no comen, pues pensar que a la siguiente comerán más. Pero no puedo. No puedo pensar que no se están alimentando bien y estar tranquila. Que una bebita de 6 meses ya debería estar tomando más de 4 onzas, que debería tener hambre si es que ya pasaron 4 horas desde su última comida… que debería pesar más de lo que pesa ahora. No debería ser así porque le transmito esa tensión a ella, lo sé, pero qué puedo hacer? Dejar que pase un día entero y si no me pide comida no le doy? Soy una mamá primeriza y estresada, lo sé.

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Hace seis meses

Tantas cosas han pasado en sólo seis meses que se me hace poco creíble. Ya pasó  tanto? A dónde  se fue el tiempo por Dios si aún parece que hace unas horas tenía a dos sujetos alojados en mi panza? Ahora entiendo cuando muchos me decían que aprovechara cada segundo porque los hijos crecían rápido. Creo personalmente que en este segundo mis hijos ya están más grandes que hace dos segundos.

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Papá de doble yema de estreno

Hace seis meses era una mamá llorona que creía que no sería capaz de sacar adelante a dos bebitos bajos de peso y que no cumplieron su tiempo de gestación. Una mamá que al verlos se sentía tan culpable que hasta le dolía el alma cuando notaba lo pequeños que eran. Una mamá que miraba y buscaba respuestas en Internet para tratar de entender o encontrar casos parecidos. Una mamá que sin saber ser lo suficientemente mamá para hacer las cosas más sencillas estaba dr mal humor todo el día y se encerraba en el baño para sentarse en el piso y llorar, llorar sola porque era lo único que sentía que hacía bien. Una mamá que tenía miedo. Hace seis meses pensé que no sería posible siquiera cumplir seis meses de ser mamá.

Hace seis meses no podía manejar este barco por mi misma. Felizmente las mamás que tengo como modelo a seguir (mi mamá y hermanas) siempre estuvieron ahí para decirme que aguante, que era una etapa normal que pronto pasaría. Mi esposo preocupado trataba de entender y comprendo que no era nada fácil. Pero lo hacía y soportaba mis locuras. Que miedo pensar que me quedaría así para siempre.

Hace seis meses era un manojo de nervios que huía del cuarto en cada hora de la leche, en cada cambio de pañal, en cada baño, en cada atoro. Y ahora soy esa mamá que siempre pensé que podía ser. No sé muy bien en que momento sucedió, tampoco sé cómo logré superar ese bache que parecía el más profundo del mundo, pero hoy todo es distinto.

Sabiendo que aún me falta mucho, hemos salido adelante. Los bebes están ahora dentro de la curva de percentil de peso y talla de un bebé nacido a término. Me costó  muelas, uñas y pelos llegar a esto pero el día que el doctor me mostró la ralla azul en subida que entraba con fuerza arremetiendo como un caballo en competencia fue como si todo hubiera aflojado. La curva más linda que he visto jamás. La más gratificante. Claro que mi Naelle aún está al límite inferior, pero aún así ya está  en la curva. Además, mi mamá siempre me dice que yo estaba en el límite inferior toda la vida (seremos chatas siempre hija).

Hace seis meses quería que todo sea perfecto y asegurarme que jamás mis hijos sufrirían ningún tipo de dolor ni nada parecido. Andaba pendiente al mínimo detalle para que todo sea perfecto, pero hoy comprendo y entiendo que esa perfección no existe. Y sí, nadie va a cuidar mejor de los hijos que la misma mamá pero aún así no es la forma perfecta y está bien equivocarse. Solo así se aprende. Como por ejemplo esa vez que le di rino bebe a Marcel pensando que era gaseovet y me di cuenta por su carita. Ni más me pasó! Casi me muero pero así pasa (algún día escribiré sobre eso sin duda: metidas de pata de mamá).

Ahora trato de hacer todo para los dos. Y aunque a veces es imposible sé que con paciencia y mucha pero mucha rapidez, se puede lograr.

Estoy segura que seguirá siendo difícil y que las preocupaciones jamás se irán pero juntos iremos evolucionando y saliendo adelante contra viento y marea como lo hemos hecho hasta hoy.

Hoy cumplimos seis meses de aprendizaje puro. Seis meses de las malas noches más dulces de todas, de chanchitos con leche en los momentos «más» oportunos, de cambios de pañales con accidentes a propulsión, de llantos en masa y en cadena, de luchas con el biberón, de nuevas «palabras» agregadas a nuestro diccionario, de gallina pintadita y la granja las 24 horas del día, de paseos en coche y en canguro, de chapoteo en la tina, de sonrisas y carcajadas… seis meses de agradecimiento sin límite.

Hoy mis bebés cumplen seis meses de vida. Y nosotros, cumplimos seis meses de papás . Feliz medio año para los 4!

A nuestros 6 meses

A nuestros 6 meses

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A ustedes

Estuve pensando en qué les contaría cuando estén un poco más grandes. Y son tantas las cosas que tendría para decirles que las palabras quedarían cortas:

2015-01-21 18.02.21

Siempre juntitos

A ti Marcel, desde chiquitito te gustaba estar pegado a mí. Cada vez que te cargaba me cogías el cuello con tu manito y te prendías fuerte de mi ropa. Aplastabas tu naricita contra mí y parecías decir que no te soltara. Luchabas mucho para no dormirte a pesar de estar cayéndote de sueño. Cuando empecé a entender tus llantos ya sabía cuándo estabas pidiendo a gritos que te ayude a dormir. Saltando al ritmo de lo que sea en la cama del tío David y dándote palmaditas en las nachas poco a poco ibas cerrando los ojitos como borrachito. Dejaba las palmadas y empezabas a moverte fastidiado frunciendo el ceño para que volviera al mismo ritmo. Cuando te despertabas por la mañana eras un rayito de sol, escuchaba que empezabas a revoltearte en tu cuna y cuando me acercaba ahí estabas con los ojos bien abiertos y con las piernas levantadas tratando de cogerte los pies. Me mirabas y al escuchar mi saludo sonreías como siempre. Jugábamos un ratito y casi susurrando para no despertar a la dormilona de tu hermana y nos íbamos a mi cama a seguir jugando hasta la hora de la leche. Esa leche que por nada del mundo pude lograr que te encantara y me pidieras más. Si bien te la tomabas después de insistir un poco se notaba que no querías tomarla y si por ti fuera vivirías a punta de agua, cómo te encanta el agua! Recuerdo que no había día que rezara cada mañana y agradeciera por haber puesto dos vidas dentro de mi panza y a la vez, que tomaran toda su leche sin berrinches ni rechazos al biberón. Cada quien es como es y me costó mucho entenderlo. Es que no soportaba la idea de pensar que podrían bajar de peso y volverse huesito y pellejo. Amabas ver la Gallina Pintadita, La Granja y Las canciones de Plim Plim todos los días en el cuarto de la abuelita. Ver tu carita sonreír cada vez que empezaba una nueva canción me hacía amarte cada vez más y más. Cómo te gustaba pellizcarme el gordito del brazo! Tú sin entender que siempre odié eso de tu papá que a veces lo hacía para fastidiar me apretabas una y otra vez el brazo mofletudo con tu pequeña manita. Felizmente que eso no era peligroso como cuando te prendías de mis aretes y los jalabas para meterlos en tu boca. Algunas veces me hiciste entrar en desesperación por no saber cómo calmarte. Y es que cuando algo no te gustaba no había quién te parara. Por ejemplo al momento de sacarte de la tina, cambiarte el polo y pasar por la cabecita, darte las vitaminas en cucharita, y algunas cositas más. Al principio pensé que jamás podrías estar en tu cochecito, solo aguantabas unos minutos amarrado y estallabas en llanto. Cargado te encantaba, pero encerrado no. Siempre querías estar calato, ahora ya vamos entendiendo que el calor te ponía de muy mal humor y qué rico ese momento en el que nos preparábamos para el baño. Nos encantaba jugar a las cosquillas y a las mordiditas de manos y pies como dos tontuelos haciendo ruidos extraños. Luego cogiste la manía de no querer bañarte echadito sino sentado. Pobre del que quisiera echarte para enjuagar la cabeza, sentado tenía que ser. Tu chupón preferido podía tener hueco de tanto usarlo pero no lo cambiabas por nada. Teníamos como 4 del mismo estilo, color y hasta misma marca y modelo pero no. Tú querías ese que ya estaba aguadito de tanto usarlo. Era perfecto para que te acurruques mientras te quedabas dormido, mientras estabas de mal humor, y mientras tenías alguito de hambre al menos. Tu chupón azul aguadito siempre será especial. El mejor momento del día era cuando a las 5 de la mañana hacías ruidos dormidito, te cargaba despacito y te llevaba a mi cama y ahí, abrazados los dos nos volvíamos a dormir nariz con nariz.

2015-01-10 13.07.25

Mi chino lindo

A ti Naelle, te diría que recibiste más apodos que el mismo Melcochita pudo inventar. Desde chanchito rosado, hasta Chuky enfurecido. Nos costó muelas entender tus gritos de loquita, pero qué lindo cuando te ibas calmando al recibir tu mantita y cerrar los ojitos de a poquitos. Siempre la más chiquita, la más flaquita y difícil para comer. Tu día empezaba como si todo fuera maravilla, para empezar podía pasar un camión por tu cuarto y tú ni cuenta. Boca abajo o boca arriba cada mañana iba a buscarte y ponía mi mano en tu pancita para sentir como respirabas relajada y feliz. Cuando ya era hora de despertar te giraba mirando hacia arriba y abrías los ojos chinitos para mirarme y sonreír. Estirabas tus bracitos para desperezarte y volvías a sonreír aún más china. Qué sentirías al escuchar cada mañana «hola chinaaaaa»??? Siempre me lo preguntaré porque tu risa era tan hermosa y real que podía sentir tu misma almita. Luego venía el cambio de pañal, era una guerra de inicio a fin, ni bien tocabas el cambiador empezabas con tus movimientos de renacuajo y araña mezclada con patadas de bicicleta, terminaba con toda la mano llena de desitin y tú con crema hasta en los pies. Por más que trataba de hacerlo rápido y con cuidado de no mojar ni manchar nada, era inútil. Y tú, feliz. Cómo te gustaba mirarnos tú y yo al espejo y acercar la cara casi casi hasta chocar la nariz, sea el momento que sea te matabas de risa. Algunas veces cuando estabas renegona corría al espejo más cercano y listo! Desaparecía todo rastro de mal humor. Pero el momento thriller del día venía cada 3 ó 4 horas en donde tocaba la leche. Eras tan pero tan difícil para terminarte un biberón: cargada y paseando, echada en la cama apoyada en una almohada, en tu bouncer,sentada, parada, de cabeza, todas las formas del mundo y nada. Pero si te daba hambre y no te daban tu leche, sálvense quien pueda, pegabas unos gritos que estoy segura se escuchaban hasta el vecino y más allá! Te encantaba que te cuente secretos al oído, era como si esa sensación te relajara, podría pasarme días enteros hablándote y hablándote siempre. Recuerdo que al principio no me animaba a bañarte en la tina, te veía tan chiquita y frágil que ahora simplemente no lo creo. Con solo 5 meses te dabas vueltas como trompo, levantabas la mitad del cuerpo apoyada en tus manitos y te arrastrabas como gusanito cuando te ponía en tu alfombra. No había forma de dejarte sola ni al centro de la cama porque en un segundo rodabas hasta el filo. Cómo borrarme de la cara ese  puchero loco que ponías cuando de la nada cambiaba de voz a una más gruesa por ejemplo, mirabas con ojos atentos y el puchero salía de la nada para arrancar el llanto. En ese minuto te levantaba para abrazarte y dejaras el puchero atrás. Siempre fuiste la más tardona para dormir, querías estar despierta conversando y moviéndote como gusanito entre nosotros. A veces tu papá y yo nos hacíamos los locos echados a tu lado con la luz apagada y tú te dabas mil vueltas tratando de llamar nuestra atención hasta que te aburrías, cogías tu trapito y tú misma te ponías el chupón en la boca y te dormías. Nunca pudimos con los zapatos, salían volando al segundo de tanto sobarte los piecitos para que todo lo que había en ellos saliera disparado, hasta las medias. A pesar de ser más chiquita eras la que más agua sacaba de la tina en el baño, pataleando y dando manotazos en el agua te divertías mientras nosotros terminábamos más mojados que tú misma. Ya en ese momento te ponías un poco más engreidita queriendo meter tu carita por mi cuello porque seguro sabías que ya llegaba la hora de dormir o al menos tratar de hacerlo. Cada día era una aventura de risas contigo.

2015-01-10 13.38.01

Mi chinita bella

Sé que los bebes van cambiando cada semana y más mes a mes. Pero hoy que tienen 5 meses y medio esto es lo que puedo decirles sobre ustedes. Para mí siempre serán mis bebés que nacieron chiquititos y con muchas ganas y mucha fuerza juntos salimos adelante. Esa emoción que siento cada vez que dejan una ropita o cada vez que pasan de una talla de pañal a otra más grande, es increíble. Porque es una muestra de que lo estamos haciendo bien.

Sigamos creciendo hijitos que así como pasaron 5 meses, se vienen muchos años más juntos.

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A reír bebitos!

Ese momento en el que descubres qué es lo que hace reír a ti bebé es simplemente el mejor. Al menos a mí me deja sin aliento y con ganas de seguir conociéndolo y haciendo que sus días estén llenos de sonrisas y carcajadas haciendo cosas que jamás pensé hacer.

Mis dos bebitos son diferentes: uno es adicto a llevarse cosas a la boca y la otra adicta también pero de sus dedos índices, uno llora antes de dormir y la otra sólo pide su trapito acurrucador con un gritito, uno es tosco y la otra tosca fina (le gusta el zamaqueo pero sutil), uno se ríe antes de tirarse un chancho y la otra abre bien la boca como para que suene más fuerte, uno termina el biberón después de la insistencia y la otra simplemente ya sabe que NO es NO. Así podría quedarme toda la vida diciendo que le gusta a uno y qué al otro. Pero hay algo en el que coinciden de una manera deliciosa: ambos pueden hasta hacerse la pichi de la risa  cuando les hago cosquillas en el cuello.

Desde ese día que escuché sus primeras carcajadas intenté todo. Y así fui aprendiendo a hacer cositas que hasta incluso me ayudan a que los bebes pasen del llanto a la risa. Tal vez puede servir para sus bebés, prueben y descubran!

1) El baile frente al espejo: cargando al bebé mirando hacia afuera hacemos como una especie de columpio de atrás hacia adelante (teniendo siempre el espejo frente a nosotros) damos un gritito cuando lleguemos a poner la cara del bebé muy muy cerquita al espejo. Parar un ratito en esa posición como en congelado y repetir. Luego de unas dos idas y venidas mirándose aún en el espejo estoy segura que vendrá la risa.

2) Pum pum mamá: mientras el bebe esté echadito sobre la cama mirando arriba acercamos la cara casi nariz con nariz y estiramos sus bracitos a la altura de nuestros cachetes. Seguido de ello abrimos y cerramos sus bracitos a la vez (simulando estar dando manacitos a la mamá). Si lo hacemos de lento a rápido y repitiendo cosas como «au, au, au» tendremos un resultado hermoso: carcajadas sin parar.

3) Sube y baja con juguetito: simular que un juguete (de preferencia con sonido) va a caer de golpe en la cara o pancita de los bebés da Buenas sesiones de reidera totalmente gratis.

4) Nachitas, nachitas: cuando ya salen de la tina y están calatitos sólo con pañal para evitar cualquier accidente a chorro o propulsión levantando los pies y separando las piernitas ligeramente hacemos como si fuéramos mounstritos mordedores de nachitas con sonidos graciosos. De seguro esto aloca a cualquier bebé! Lo mismo con las palmas de las manitos. Un éxito!

5) Juguetito asustador: parece que el susto está cerquita de la risa cuando de bebitos se trata. Estando en cualquier lugar (silla,  cama, bouncer)  pero con toda la atención puesta en ti agarra un juguetito desde arriba y acercalo a  su carita con un sonido gracioso. Repite una y otra vez. La risa de un bebe es como música para los oídos!

6) Mil sombreros: otra vez frente a un espejo con el bebe cargado mirando hacia él, juguemos a ponernos mil cosas como si fueran sombreros. Repetir lo mismo haciéndolo con ellos mismos y hablarle «Qué lindo sombrero!». Parece que los trapos en la cabeza de mamá y luego en la suya, les causa mucha gracia!

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No hay nada mejor que verlos sonreír. Es como si fuera un motor con el que se olvida todo el cansancio y las preocupaciones del día. Como por arte de magia y por un segundo, todo vale la pena. Y una vez más puedo agradecer a la vida por haberme puesto en este momento. Justo el indicado para ser la más feliz a pesar de mil trabas.

Todo es posible con la risa de mis angelitos.

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La temida APLV

Creo que una de las etapas más difíciles (hasta el momento) que he vivido con mis bebes empezó cuando cumplieron un mes de vida. Justo cuando estaba empezando a encantarme la idea de «aprender» a ser mamá sin miedos a los llantos y descartar esa loca idea de mi cabeza pensando en que mis hijos me odiaban por haberlos hecho entrar al mundo antes de tiempo, fue cuando realmente conocí ese otro lado de la moneda en donde no todo es sonrisas y arco iris.

Si bien la única dificultad que tenía con los bebes era el hacer que tomen el biberón entero de leche cada tres horas, cuando Marcel (el hombrecito) cumplió un mes el 4 de setiembre cambió radicalmente. Era un bebito tranquilo, que se demoraba un poco en comer pero a veces él mismo agarraba su «tete» para secarse hasta la última gota de leche, dormía riquísimo y casi ni se quejaba. De pronto, era como si un espíritu maligno lo hubiera poseído. No miento! No existía ni un solo momento en el que dejara de llorar: se despertaba llorando y al cargarlo se le pasaba por no más de dos minutos para volver a llorar, descartábamos pañal sucio, frío, hambre y sueño y seguía con el mismo patrón: llanto, descanso y llanto de nuevo hasta volver a dormir. Las leches, cambios de pañal, baños y cambiada de ropita era una tortura china. Dios mío cómo lloraba! Algo le tenía que estar pasando a mi bebé. Lo llevé al pediatra y después de revisarlo me hizo muchas preguntas y me explicó que muchos niños, sobre todo los prematuritos, hacían un síndrome llamado «cólico del lactante».

El cólico del lactante es un trastorno típico de los primeros meses de vida que se caracteriza por un llanto intenso y prolongado sin causa aparente. También se le conoce como cólico de los tres meses, cólico vespertino o del anochecer, alboroto paroxístico del lactante o cólico de gases. Últimamente se ha propuesto llamarlo Llanto excesivo primario, haciendo hincapié en el síntoma principal (el llanto excesivo) y quitándole la connotación de dolor abdominal, ya que no está demostrado que tenga su origen en el aparato digestivo; el llanto excesivo secundario se refiere a los casos en los que el llanto está causado por otro problema o enfermedad (hambre, traumatismo, hernia, etc.).

La definición más extendida de los cólicos del lactante los describe como episodios de llanto intenso y vigoroso al menos 3 horas al día, 3 días a la semana durante al menos tres semanas en un bebé sano y bien alimentado.

No era posible, mi bebé tenía algo más y en mi cabeza no cabía que tendría que escucharlo llorar así por 2 meses. Pues me dijo que al tercer mes ese síndrome empezaba a desaparecer. La razón que me dio, fue que a esa edad su aparato digestivo estaría un poco más maduro y ya no sería tan fastidioso para él. Pero no, mi bebé tenía algo más y yo daría con lo que fuera que tuviera.

Empezaron las peleas con la familia, pues todos me decían que no podía hacerme un mundo en la cabeza si el médico mismo ya nos había dicho que no tenía nada malo. Yo les daba la contra y no era porque quería llamar a la mala suerte. Ese mismo día, en la noche al cambiarle el pañal me di cuenta que había hecho caquita con una especie de moquito e hilitos rojos. Casi me muero de ataque y entre en pánico. Fui al doctor casi de inmediato como una loca con el pañal en una bolsa, el doctor tenía que verlo. Cuando llegué y se lo enseñé parecía que estaba en una pesadilla, no había nada rojo! «seguro se secó doctor!!!», le decía mil veces. En ese momento el doctor me mandó a hacerle mil análisis de heces y fueron horas de agonía esperando el resultado, tenían que descartar infección. Fueron largas horas de espera pero valieron la pena, no era infección! Pero por descarte, mi bebé estaba sufriendo de otra cosa: alergia a la proteína de leche de vaca (APLV).

La primera medida fue cambiarle la leche por una hidrolizada. Si bien las leches de fórmula saben y huelen feo, esta leche olía a un diablo podrido y muerto hace 100 años. Pobre bebe!!! Decía yo al oler la leche cada vez que la preparaba, pero bueno, los bebes no distinguen lo rico de lo feo, pues lo único que toman es leche, y su mundo entero sabe a leche. Nada rico ni feo, solo leche. Tomaba la leche, lo poco que podíamos darle sin que llore pero todo seguía igual. Su llanto descontrolado me volvería loca de a pocos, a mí, a su papá y a toda la familia que venía a ayudar. En mi cabeza no dejaba de dar vueltas la idea de que algo más le pasaba.

Lo poco que tenía de leche materna era más que nada para Naelle. Pues para que no le afecte a Marcel debía hacer una estricta dieta de cero lácteos por una semana para limpiar y luego continuar así para darle leche libre de lácteos (eso era nada de quesos, yogur, mantequilla, leche, galletas, pan de molde  y nada que tenga suero de leche siquiera). Incluso me prohibieron comer fresa. Lo hice y traté de darle más de esa leche para que aliviara un poco su dolor de pancita si es que eso era lo que le pasaba. Pero los llantos seguían. Empecé a creer que mi hijo estaba loco.

Fui a un segundo pediatra, conté la historia, enseñé análisis e hice que tomara leche en el mismo consultorio. Este sapo se tomó todo el biberón sin chistar. Parecía como si supiera lo que hacía. En fin, el resultado fue igual, «tu bebe no tiene nada. Está super saludable. Sigue con esa leche y ya está». Recuerdo haber llegado a la casa un poco más tranquila y positiva. Pero todo se derrumbaba cada vez que llegaba la hora de la leche. Solo quería que mi bebe dejara de llorar así. Me partía el corazón.

Fui a un tercer doctor, me dijo lo mismo y ya empezaba a desesperarme. Me pasaron el dato de un gastropediatra excelente t fui a verlo. Mil pruebas más pero gracias a Dios me dijo lo mismo. Hay 4 razones por las que los bebes pueden hacer ese tipo de deposiciones: fisura en el anito, infección intestinal, alergia a la proteína de leche de vaca, y la más rara pero real era porque simplemente así hacían por un tiempo sin saber nunca de donde provenía esa especie de «sangrecita en forma de hilos». A continuar con el tratamiento de leche hidrolizada entonces.

Volví con mi pediatra y le pedí por favor intentar cambiar de leche. Tenía que mejorar en algo si cambiábamos por una que tal vez no tenga proteína de leche de vaca. Por el estrés y todo el tema cada vez me salía menos leche y ya ni el hinojo ni la cascarilla de cacao ayudaba. Me estaba resignando a que la fórmula sería su único alimento. La indicada sería una leche de arroz, esta contiene las mismas vitaminas y minerales de las demás leches pero nada que provenga de la vaca. Había puesto todas las esperanzas en esa leche, y para ese entonces ya había pasado un mes de llantos. Contaba los días para llegar al tercer mes y simplemente sentir que lo habíamos logrado.

Todo mejoró con la leche de arroz, incluso los llantos empezaron a bajar. No podía sacarlo ni en el coche a pasear pero estaba segura que sería momentáneo. Le pedía a Dios que me diera fuerzas y mucha paciencia para darle a mi bebé todo lo que necesitaba. Y juntos, llegamos hasta el cuarto mes donde todo fue cambiando. Ahora es un bebé feliz que se ríe a carcajadas y puede salir a pasear mirando cada detalle que le muestra el camino. Un bebé que sigue con su leche de arroz pero cuenta los días para que llegue el sexto mes y probar cosas más ricas. Su mamá, también los cuenta con él y su hermanita.

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Familia feliz que superó la crisis de llanto!

 

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Pañales, pañales y más pañales

Recuerdo que cuando empezaron las coordinaciones para el Baby Shower mellicero me preguntaba qué haría con mis amigos, los amigos de Lalo y los tíos que también quería que estuvieran presentes. Fue ahí que se nos ocurrió la genial idea de hacer dos Baby Shower’s: uno de amigas, primas y tías; y otro de amigos,primos y tíos.

El primero sería para recibir a mis invitadas, lo hicimos en la casa de mi mamá y fue lindo. EL pack n’ play que pusimos para dejar los regalos tuvo que usarse de bolsa de papeles de regalo cuando los fui abriendo. Nunca vi tantos relagos en mi vida, ni en las mejores películas de Navidad. Sin duda, cada vez me convencía más que mis bebes serían los más suertudos por estar rodeados de tanta gente que los quería ya incluso antes de haber llegado al mundo.

El segundo, el de «puro macho que se respeta», tenía que ser especial. Qué era lo que más nos iba a significar un gasto después del parto??? LOS PAÑALES! Claro! porque según yo sería una vaca lechera y no compraría ni una lata de fórmula (tema pendiente de otro post por supuesto). Entonces decidimos que sería una pañalada de puro calzoncillo (de puro hombre).

Mi esposo se encargaría de la segunda organización y solo me llamaría para la foto panzona. Práctico como todo hombre decidió comprar cosas de tomar (más corcho libre) y llamar a una señora conocida por sus ricos anticuchos. Cada amigo y familiar recibió una invitación por Facebook bajo el título de: «Pañalada Mundialera», pues todo encajó perfecto hasta las fechas. Ese fin de semana sería el penúltimo partido del mundial en donde jugarían Argentina y Brasil.

Rápidamente nos pusimos a buscar referencias y recopilar datos para saber cuántos pañales íbamos a necesitar, y a partir de ahí cuántos pañales de cada talla pediríamos. El resultado fue alarmante. Sabíamos que no llegaríamos a la meta pero de todas maneras todo ayudaba.

La invitación fue muy original, es que cuando algo tiene que ver con fútbol llamen a mi esposo. Y si a eso le sumamos que era algo especial para ayudarnos con los bebes, aún mejor! Al principio nos hicimos un poco de bolas pensando en cómo pediríamos a cada uno diferentes tallas de pañales, pero al final llegamos a la conclusión que aún así todos los invitados hubiesen traído de una sola talla, todos esos pañales serían usados. O sea, nunca nos iban a faltar tallas ni tendríamos tallas repetidas. Así que, traigan los pañales que quieran traer pero de preferencia los Huggies de los 100 primeros días (color verde agua en Recién Nacido, y Pequeño) y Huggies Natural Care (color rojo).

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Invitación a la pañalada mundialera

El resultado fue muy pero muy exitoso, todos llegaron con dos, tres y hasta cuatro bolsas de pañales para los mellis. Ahora la pregunta era, dónde pondríamos todos los paquetones??? Felizmente como ya teníamos pensado mudarnos al segundo piso en donde vive mi mamá, nuestro departamento quedó listo para ser el mejor depósito de pañales, y regalos también.

Pañales recaudados en la pañalada mundialera mellicera

Si hay algo que me encanta es compartir lo que me ayudó a mí y lo que me sirvió de mucho, por eso, y para que conozcan el nivel de «orden» que tengo en algunas cosas, les adjunto el cuadrito que hice para ver cuántos pañales (unidad) necesitaríamos aproximadamente para los mellis. Ojo, he puesto un poco exagerado el número de pañales que consumen al día porque seamos honestas, varias veces al momento de cambiar un pañal hemos cambiado hasta tres por algunas sorpresas que nos dan nuestros hijitos. Al menos a mí, me pasa bastante.

El cuadro se divide en tallas (RN, P, M, G, XG y XXG) aunque no consideré los de talla PR (Prematuro) que usaron los míos por dos semanas (al menos mi mujercita los usó dos semanas); la marca que recomendaría; el peso hasta el que se usa cada talla; el número de pañales que «aproximadamente» usa un bebé al día; el número de pañales que «aproximadamente» usan dos bebés al día; el tiempo aprox que los usarán; y el total por uno y por dos bebés.

De hecho ya estoy en la talla M con mis bebes, y hasta el momento he usado más o menos el total indicado. Total al final, es mejor que sobren a que falten no?

Pañales

El baby shower y pañalada fueron exitosos y felizmente en el tiempo previsto. Si lo hacíamos dos semanas después, ya sería con los mellis en el mundo y no en la panza.

Espero les sirva mucho este melli dato pañalero 😉